LECTURA CRÍTICA EN AUXILIO DE PINTORES CADÁVERES Y NIÑOS PRETÉRITOS

O HIERONYMUS NO ACEPTA PSICOANÁLISIS

por Alias Torlonio

En esta misma revista, el escritor mexicano César Abraham Vega publicó un artículo sobre Hieronymus Boch, cuyo título es El Bosco en el jardín de las delicias. Recomiendo su lectura. Leí el texto con toda mi atención y quedé admirado por la prosa erudita de mi colega, tanto que me resulta extraño que tiempo después y sin premeditación alguna, me atreva a escribir nada sobre el genio de este pintor al que ambos somos adictos. Por tanto, dedico con humildad este texto a César Abraham Vega, al que no conozco, pero del que llegan noticias a España, sobre su enorme bondad.

Dislexia no admite erudición, por tanto la base de este texto se apoya en mis sentidos.

Sobre los pintores del pasado se ha dicho de todo, bueno y malo, también cosas que mejor se las hubiesen guardado para sí quienes las escribieron, ya que por no tener base, estas no informan ni enseñan nada, tan solo enturbian y confunden a los lectores desprevenidos. Algunos pintores han sido y aún siguen siendo víctimas de tales leyendas. Tal es el caso de Toulouse-Lautrec, que fue desdibujado como un descerebrado borracho, cuando en realidad era, en boca de aquellos que le trataron*(1), una persona educada y cariñosa, deliciosamente encantador y atento, detallista en extremo y compasivo con quienes sabía que no estaban a su altura, también era un hombre notoriamente culto y sensible, además de alcohólico; donde Lautrec pongo a Utrillo, a quien llamaron “litrillo”, por poner otro de los muchos casos que dio esta estirpe. Con otros pintores no se sabe bien donde acaba su vida y empieza la leyenda, ya que sus vidas son como una novela, tal es el caso de Goya, y en otro sentido, el de Caravaggio. Algún pintor tuvo la extraña suerte de ver su leyenda en imprenta, aún cuando el éxito no le había llegado, hablo de Cézanne, pintor provenzal de carácter hipocondriaco, histriónico y arrebatado, que vio en La Obra, novela de Zola, amigo de toda la vida, motivos suficientes como para nunca volver a tratar con él. También hubo quien vio su leyenda impresa numerosas veces, junto a éxitos desbordantes, este fue Picasso*(2) y es un caso excepcional. Aún hubo otros donde vida y leyenda son indisolubles, ya que sin una, no se explica la otra, este grupo cuenta también con buenos representantes, Pascin, Modigliani*(3) o Van Gogh destacan. El caso de Vincent Van Gogh*(4) resulta especialmente sangrante, ya que parece ser que hubo un testimonio que exculpaba al pintor de haberse suicidado, alegando que por descuido recibió un disparo de su propia arma, en manos de un joven recién conocido, militar de profesión; Vincent asumió la culpa de este accidente simplemente por ayudar al prójimo, propósito y vocación latente durante toda su vida, tan desesperada. Los herederos del pintor hicieron oídos sordos a esta noticia, tal vez por entender más luctuosa la aureola romántica del artista suicida.

Estos días ando leyendo una muy recomendable monografía dedicada al Bosco, se trata de un texto por el cual ha llovido; Hieronymus Bosch “el Bosco”, fue editado por vez primera en 1967 bajo el título de Jérôme Bosch. Conseguí este ejemplar entre los libros de viejo que podemos encontrar ahora en internet. Es maravilloso que por fin podamos leer todos aquellos libros anhelados, que no se editarán más. En conjunto esta es una obra docta, llena de información relevante relativa al corpus pictórico del pintor, tanto de las piezas originales como incluso de aquellas que se tienen por copias, así como del paradero de todos estos trabajos; además, merito del autor es asociar con sumo acierto la imaginería del Bosco con Los Cantos de Maldoror, escrito por Lautréamont.

Este artículo no es de ningún modo una reseña bibliográfica y menos aún una crítica literaria; me paro en comentar esta obra solo por hacer justicia a uno de los pintores más fascinantes de todas las épocas; por culpa de un detalle escabroso, que podría haber dejado pasar, entre las páginas 130 y 131 de mi ejemplar editado por Labor. Su autor, Gauffreteau-Sévy después de disculpar con titubeos al Bosco, de ser “un perverso, tal vez homosexual, por no haber podido superar el estadio sádico-anal de la infancia”, asegura sin empacho que “la abundancia de detalles asociados al complejo anal indica en el pintor un problema neurótico que sin duda tenía su fundamento en perturbaciones psicológicas de su infancia”. Esta afirmación está hecha al abrigo de ciertas teorías freudianas, que en la década de los 50’s, calaron de plano sobre la mayoría de los intelectuales de Europa y de América. Esta afirmación resulta tan infundada como ofensiva.

Vayamos por partes; digo infundada no solo porque, por desgracia desconocemos prácticamente casi todo de la vida intima del genio holandés, sino porque muchas de las afirmaciones y teorías de Freud, no pueden ser probadas, luego hemos de tratarlas como meras suposiciones; ¿cómo se podría probar una barbaridad semejante? Personalmente dudo rotundamente sobre ese supuesto periodo “sádico-anal” que afirman se da en la infancia. No, gracias; es una pena llegar a adulto para esto. Siento arruinar la fiesta a algunos pero ya es hora de devolver a la infancia al lugar que le corresponde. Cuando alguien observa algo desde determinada perspectiva, es porque se encuentra justo en el lugar donde se puede visualizar semejante punto de vista, ¿cómo podría ser de otro modo?, pero tales perspectivas son de carácter meramente personal, no tienen aplicación universal, ni tan siquiera regional. Dije también ofensiva, porque con la cantidad de datos biográficos que desconocemos de Hieronymus Boch, solo podemos suponer cómo era el pintor, y para esto solo contamos con su obra pictórica,que solo nos autoriza a hacer conjeturas. El trabajo de todo artista queda en herencia para la humanidad en conjunto, esto es lo que nos debe interesar, no otra cosa. He de señalar que categorizamos de forma irresponsable, no solo sobre genios cuyo legado es de valor incalculable, sino sobre la memoria de personas fallecidas que merecen respeto, y también ser defendidos; para colmo puedo poner la mano en el fuego si afirmo que muchos de estos autores tendrían mucho miedo de expresar tales opiniones a quienes las dirigen, si estos artistas viviesen; y si lo hiciesen seguramente quedarían pendientes de duelo por una persona con más hombría que ellos mismos, incluso siendo homosexual el injuriado; ¿quién osaría enfadar a Miguel Ángel?, cuyo hercúleo brazo echaba pulsos a la curia.

No husmearé en ningún libro para deciros quién era el Bosco, me basaré en mis propias sensaciones, de cuando era niño; cada vez que no iba al colegio o me escapaba de este, acudía al Museo del Prado, ya que era gratuito y estaba a un paseo de media hora de mi casa, solo tenía que saltar una tapia salesiana de más de dos metros, coronada con cristales de botellas rotas, cosa que hacía con sumo gusto y cuidado; mis tres salas más visitadas eran la del Bosco, siempre acompañado de un Bruegel maravilloso, El Triunfo de la Muerte, y un pequeño paisaje, una real joya de Patinir; la sala de las pinturas negras de Goya, de la que hoy no diré nada; y la sala de los murales íberos, con sencillas y encantadoras composiciones pintadas principalmente con pigmento rojo oxido, por la cual había que pasar para acceder a las pinturas negras, que en aquella época a la que me refiero, estaban poco menos que en la clausura de un sótano; este era entonces uno de los lugares más tranquilos del museo, doy fe de ello.

La primera impresión que producen las tablas del Bosco es de alegría, bullicio, luminosidad y orden, en estas tablas se reúnen pequeñas multitudes de seres humanos, animales variopintos y construcciones nunca vistas, en ellas ocurren numerosas cosas nada corrientes, que uno habrá de descifrar si puede, poco a poco, con paciencia; esta es una labor de años. Mi Hieronymus Bosch es un hombre jovial, erudito de mente despejada y muy capaz, alegre, elegante y bromista, que calla mucho más de lo que nos dice, él se expresa con suma generosidad y es pródigo en detalles y aún así, para nosotros resulta enigmático; ¿pero por qué?, posiblemente traduciremos antes los jeroglíficos de las pirámides que el contenido de muchas de estas pinturas. La visión  que del mundo exterior, y de su mundo interior, nos da Hieronymus, es extremadamente compleja y tiene diferentes niveles de lectura que resumiré con brevedad; el pintor se vale de un lenguaje de signos del acontecer diario propio del medievo, lenguaje común a sus contemporáneos de “a pie”, pongo por ejemplo esas jarras empaladas de algunos ventanucos de las casas, ventas y pajares, esta señal indicaba al caminante sobre el comercio de sexo; como segundo código utiliza otro más cultivado y hermético, legible solo para versados en el arte de la alquimia y su simbología, donde figuran desenfadados homúnculos, instrumentos musicales y diablos de todas las tallas; como tercer método narrativo recurre al de las frases populares y refranes que en su época eran comunes; por último y como cuarto nivel de lectura tenemos el metalenguaje que le es propio a la pintura, este evoluciona con el paso del tiempo y tiene sus raíces en nuestro subconsciente colectivo. Hieronymus Boch, un hombre minucioso hasta la filigrana, nos aporta una visión poco común de su época, tan intelectual como crítica, sin ocultar un sentido del humor despiadado, que va de la impudicia más chocarrera al humor negro, haciendo pasar por su cedazo dentado, al clero, a la corona, a la nobleza, a la milicia y al pueblo, destacando los defectos de cada uno, casta por casta. Hieronymus Bochs se me presenta como un hombre complejo pero entero, sin dobleces ni fisuras, muy sincero, enamorado de su oficio de pintor, el cual dominaba; la primera capa de su arte es una pátina de artesano primitivo que esconde o disimula las mañas de un maestro consumado que domina todas la herramientas que la pintura ofrece, encontrando para cada problema de composición las soluciones más sencillas y llenas de gracia. Como dibujante es sintético, descriptivo, de línea segura, limpia y firme, sin adornos; en sus hojas de notas cabe de todo, el perfil de un perro, múltiples tullidos afectados de ergotismo, aves, narices hechas de corrido, y blasones y símbolos de todo tipo, como si el pintor intuyera que realmente en el mundo no manda ni papado ni realeza, sino el Símbolo. El símbolo lo domina todo. Sus dibujos no se hicieron para dar gusto a nadie sino para recopilar y calibrar de forma rápida pero precisa, el efecto que cada símbolo producirá luego sobre sus tablas.

En la casa de mi infancia colgaba de una pared una reproducción de la tabla central del museo del Prado, denominada El Jardín de las Delicias; me era imposible pasar por allí sin mirarla y es que, delante de cualquier pintura del Bosco uno puede quedarse absorto y fuera del tiempo, horas enteras; yo advertía intuitivamente que en tan abigarrada composición se escondía un programa o plan superior, que evidenciaba el orden y la armonía interna de la coreografía de aquel conjunto; me fascinaba cómo todo estaba en su lugar y nada había de casual o gratuito, desde la acción más grosera hasta el ser más inverosímil que uno pueda imaginar, desplegándose ante mis ojos alucinados, una narrativa oculta y misteriosa, llena de vasos comunicantes y alusiones, tanto de carácter exotérico como esotérico; toda esta riqueza abunda de un gnosticismo bien particular. Diríase que estos pentagramas de colores esconden una melodía capaz de dar un sentido inimaginable a primera vista, a todo el conjunto. La obra del Bosco se ha de transitar más que mirar, y el pintor hace gala de todo su ingenio para obligarnos a ello; cuando la miramos sabemos que no la estamos viendo, y entendemos que habremos de volver a ella de otro modo, sin prisas y a solas. Parece como si el pintor contase con modificar el alma de todo aquel que entre en contacto con su obra.

Muchos se preguntan, ¿era Hieronymus Bochs miembro de una secta o escuela de conocimientos ocultos?, tal como propuso Fraenger con los los Hermanos y Hermanas del Espíritu Libre; el mismísimo Museo del Prado rechaza esta teoría alegando que nuestro pintor era miembro de la Cofradía de Nuestra Señora, alegato de perogrullo, ya que esto no prueba nada y nada impide; pensad en la época, ¿qué haríais vosotros si tuvieseis que divulgar un mensaje que a buen seguro será tomado por herético, por la compañía de religiosos torturadores más sádica y diabólica que haya existido?, con poder para dictaminar qué y quién era herético, cuya influencia y comprobada criminalidad haría temblar al psicópata más sangriento*(5); pues con toda seguridad nos disfrazaríamos de cofrades santurrones, meapilas y comeostias, de cuantas más cofradías mejor. Que se uniese a esta cofradía a mitad de su treintena, cuando su señora lo era ya de jovencita, es extraño. El caso es que nos da lo mismo si el Bosco fue miembro o no de alguna escuela ocultista, evidente es que el pintor estaba más que sobrado de conocimientos ocultos, de tal manera que su cliente más asiduo, el rey Felipe II, no encargó a nadie la tarea imposible de copiar estos trabajos, practica muy común, sino que se hizo traer para sus aposentos, las pinturas originales, aún después de muerto el artista, tantas como pudo; y es que se puede copiar técnica pero no las ideas de alguien, si estas son tan propias y extrañas. Por otro lado hoy sabemos que Hieronymus sí tuvo contacto con los lideres del grupo adamita, esto hace posible como mínimo, que recibiera encargos e influencias de estos.

Para concluir volvamos al principio, Sigmund Freud fue también un genio revolucionario de su época, pero muchas de sus teorías, por no poderse comprobar científicamente, no pasan de meros supuestos; otro tanto ocurre con Einstein, de cuya teoría de la relatividad, dijo Nikola Tesla, que no era más que “un montón de mierda adornada con el papel celofán de las matemáticas”. Y tenía razón, ya que el tiempo, piedra central de la famosa ecuación, no es una constante universal, sino un factor de naturaleza mutable y flexible. Aún así, se dijo amén a todo cuanto propuso Freud; pero hoy yo digo que ni Amén ni Amón. El señor Freud tenía la mala costumbre, para su demérito, de inyectarse regularmente por vía intravenosa cocaína, rutina que a la larga convierte a cualquiera, por robusto y sano que sea, en un neurótico y paranoico psicopático; así, muchas de las ideas del psiquiatra vienés no son más que sus propios fantasmas, paranoias, complejos y obsesiones personales. El padre del psicoanálisis es una figura muy interesante cuyos escritos creo que conviene, como postula nuestra revista, leerlos siempre de manera crítica; y aún debemos de ser más críticos con aquellos que se sirvieron de sus teorías para aplicarlas a diestro y siniestro, de forma gratuita, como envestidos por algún poder divino o licencia universitaria. El Bosco es un genio que ha atravesado con éxito todas las épocas posteriores a su nacimiento, hasta el día de hoy, habiendo dejado para la humanidad un regalo único, un legado pictórico y mistérico inigualable, una de las colecciones de pintura más trascendentales que el ser humano ha sabido crear. Solo por esto creo que tanto él como todos los genios creadores, merecen nuestro respeto más sincero.

AT

NOTAS Y REFERENCIAS

(1) > Henri de Toulouse-Lautrec, Gotthard Jedlicka, 1ª edición Eugen Rentsch Verlag – 1943. Texto realmente afortunado, lleno de testimonios, matices, frases, curiosidades y facetas inimaginables del genial pintor francés. Libro raro pero imprescindible.

*(2) > Sobre Picasso se empieza a escribir desde el principio del siglo XX, gracias a sus amigos poetas, Max Jakob, Guillaume Apollinaire o Gertrude Stein, más después recogen el testigo personajes tan granados como Paul Elouard. La lista es larga. Picasso será con seguridad el pintor por el cual se derrame más tinta.

*(3) > Modigliani sin la leyenda. Jeanne Modigliani, 1ª edición Vallecchi – 1958. La hija del pintor trata con sus pesquisas de desgranar la leyenda, de la vida de su padre, pero claro, sin demasiado éxito. Libro entrañable.

*(4) > Vincent Van Gogh, Pierre Leprohon, 1ª edición Jean-Claude Lattès – 1988. Esta biografía es sin duda el texto más exhaustivo, valiente y esclarecedor sobre la vida atropellada de Vincent Van Gogh. Imprescindible.

*(5) > La Santa Inquisición. Esta compañía maldita fundada en 1184 para correr a los cátaros de Languedoc, aún vive bajo el eufemístico nombre de “Congregación para la Doctrina de la Fe”, con página web en el sitio oficial del Vaticano, llaves papales incluidas y dirección postal en la nada santa sede romana. Eché un ojo a su Perfil histórico y según parece, tal vez por “descuido”, se olvidaron de mencionar a la Santa Inquisición y a Torquemada, su más ilustre valedor.

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Alias Torlonio, David García. Pintor. Disléxico. Ermitaño. Bosquimano. Vegetariano. Íbero. Guerrero pacifista. Extraterrestre mientras no se demuestre lo contrario. Nombrado en 2018, 14o Rey Natural de los Gatos del Bosque. Se declara objetor de conciencia desde 1982, apartándose para siempre de la industria militar, el estercolero político y los infiernos religiosos.

Frases poco conocidas de de Alias Torlonio: El silencio pule el alma. Los malos son tontos, los tontos son buenos, los buenos son listos, los listos no tanto. La miseria viene de la mente; la abundancia sale del espíritu. Me da igual un traje a topos que un campo de minas.

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por cortesía del autor.

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