Sombra mínima

por César Vega

Sombra mínima – Septiembre 2022

Paulino Morrugares Alemán, La Rosa de Plata, Marcela Romn, Alejandra Díaz Márquez, Yessika Rengifo, Rut Treviño

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Sombra mínima – Agosto 2022

Marcela Romn, Lord Crawen, La Rosa de Plata, Alejandra Díaz Márquez, Alias Torlonio, Alberto Curiel, Yelenia Cuervo, Nidya Areli Díaz

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Sombra mínima – Julio 2022

Lord Crawen, Héctor Vargas, La Rosa de Plata, Yessika Rengifo, Manny Martínez, Rodrigo RAVZ, Alejandra Díaz Márquez

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Niño invisible

 

Subió al camión y con prisa se dirigió hacia el único asiento que se divisaba desocupado (ninguna cabeza se asomaba por encima del respaldo):

—Tenía que ser un pinche niño, ahora todo el camino me voy a tener que ir parado.

Zaid Carreño

 

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Me entregó su tarjeta

 

Me entregó su tarjeta

contorsionando el ego

 

anteponía tres lánguidos poemas

de curriculum improbable

 

su exagerada reverberancia

pegada a la piel

 

nuestras manos oscilaban

de pleno al mundo tangible

 

temprano para negarme

anzuele su cerrazón

 

las palabras

nunca nos rellenaron.

David González

 

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Palíndromo

 

—Solos somos ¡nada!, Adán.

—Yo soy…

Adán ¿o no? ¿Nada..?

 

*Él se rehusaba a creerlo…

Blanca Elena Domínguez Mota

 

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La rosa de plata

 

No tienes que prometer nada, lo veo en tus ojos. Cuando veas una rosa pensarás en mí, su color llamará tu atención como una vez lo hicieron mis labios, su aroma te llevará a las noches que compartimos en las que mi perfume se quedaba impregnado en tu piel.

El cielo te hará pensar en los momentos en que te sumergías en mi pupila para buscar mi adoración en tu reflejo después de un beso, y sé que añorarás desde las sombras de tus brazos vacíos.

Entre los astros seguirás buscando desesperado los versos que aún escribo para ti porque, cariño, así como yo, no serás capaz de olvidar nuestro amor.

Ana Carrera Herrasti

 

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Metamorfosis

A Tisha

 

Emergió de la pesada tierra que le ocultaba. Con fuerza se abrió paso hasta dejar ver sus oscuros tonos en las hojas. Sus puntiagudas blanquizcas incitaban a cualquiera a tocarla. Mas de ella surgía un inexplicable veneno. La planta seguía creciendo a un ritmo acelerado y poco visto en una flor de su tipo, o en cualquiera de la biología misma. El secreto del hombre que la cultivaba se centraba en el amor de su pareja, ahora bajo la tumba de donde la flor nacía.

“Has vuelto, mi amor”, decía el solitario hombre.

Lord Crawen

 

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Alma-cuerpo

 

Para entender mejor el amor debemos esperar a nuestras almas, que van a una velocidad menor con respecto a la que viajan nuestros cuerpos.  

Zaid Carreño

 

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Silencio

 

Hermosa paz que transmiten

los labios que están sellados,

los ojos siempre brillando,

la frente serena y firme.

Muy prestos los oídos dicen:

La verdad se encuentra aquí.

—¿Dónde está que no la vi?

—cuestionan los ojos necios—.

Se encuentra en el gran silencio,

Nos la enseñaron ahí.

 

Paulino Morrugares Alemán

 

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Fragmento datas

 

Fragmento datas

hachado a intuición

 

mi radar inconexo

de turno

ahuecando vacíos

donde caer

 

antes del absoluto

las voces

de lo que fui

 

alquimias

de morar

al sur del sur.

  David González

 

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Zapatos

 

Mi mirada se centró en el suelo. El color del cielo no sedujo y el canto de los árboles laceraba como los cólicos menstruales al alma.  Zapatos eran historias inquietando a mi cabeza en un fenómeno de invierno ese melancólico octubre. Converse recorrieron el centro de la ciudad con la ilusión que empleo habría esta vez.  Y en los “estamos llamando” anunció que otra vez no, hubo lágrimas y partieron al sur.

Las Adidas no dejaron de llorar la traición de su mujer en la Biblioteca Nacional. ¡Pobres! Colegiales no dejaron de suplicar al cielo que un hijo no llegara a los trece años a la salida de la escuela.

Zapatos no culminaron de contar historias. El mundo no es como lo pintan en la tele, decía la vieja Aurora a su nieta.

Yessika Rengifo

 

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La noche me ha dejado un aliento amargo

 

La noche me ha dejado un aliento amargo.

La casa está vacía.

Nuevamente ceno sola.

Pongo un pequeño mantel y preparo lo mismo que ayer.

No es necesario prender la luz, pues hoy mi casa sólo la visita el viento.

 

¿Cena de luto?

Comiendo nuevamente

entre las sombras.

Guillermo Santana

 

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Mujer

 

El hombre se ha encargado de aplastar a la mujer por envidia; pues es ella quien puede dar la vida.

El hombre se ha tenido que conformar con la creación artística y científica, pero ni allí se encuentra solo.

No, a pesar de las barreras, la mujer va ganando terreno; habita en todas las disciplinas Mujer; madre eterna.

Y el hombre, jamás podrá alcanzarla.

Zaid Carreño

 

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Romántico amanecer

 

Demos un salto de fe

corramos a la aventura

que en nuestra vida futura

lo vamos a agradecer.

Es normal tal vez temer

mas, que no te pare el miedo

más bien recuerda esos sueños

que soñabas con volver

un romántico amanecer

y volar hasta los cielos.

 

Paulino Morrugares Alemán

 

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No ser nada

 

No ser nada

de la piel para adentro

fiable prudencia

 

los pájaros rebotan

entre

la pelvis

y el habla.

David González

 

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Valle encantado

 

Valle encantado

donde no anida el mundo

fugaz del tiempo.

 

De inquietantes aromas

bronco, se tiñe el paso.

 

Nidya Areli Díaz

 

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Zombi por un día

A Edgar Oziriel

Las invitaciones fueron enviadas a los niños. Un caramelo con un sabor único llegó a los hogares de muchos niños y niñas. El efecto de la sustancia comenzó por la noche. Y todos los niños y niñas tenían una misión exclusiva: acudir a un parque de diversiones en la noche del 15 de octubre. Ahí, el invitado principal, un pequeño niño vestido como un zombi celebraría su día especial. Mientras los adultos dormían aquella noche, ellos disfrutaron del mundo que les había sido negado por una terrible pandemia.

Al día siguiente, se corrió un rumor de los padres a través de sus hijos, todos con la misma historia, entrando en pánico sobre el posible “control mental”, sin saber que sus hijos jamás dejaron sus habitaciones y sólo se sumergieron en un sueño único.

Edgar Oziriel tuvo ese sueño otra vez.

Lord Crawen

 

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En tus pupilas

 

El insomnio ha regresado. Las madrugadas son flagelos susurrando el ayer sin consuelo, pintando estrellas con luces que se esfuman en tu ausencia. Besos en las esquinas, perdidos entre silbidos del viento, ladrón del carmesí de mis labios que son témpanos de hielo en mañanas inciertas.

  La noche se va en preguntas y respuestas lacerando mi cabeza con olvidos tan lentos. En tus pupilas se borra nuestra historia, las manos se soltaron y no hubo continuidad.              

Yessika Rengifo

 

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Los pasos

 

Los pasos que se debaten

entre el hacer y la inercia

me llevan con su cadencia

a que las horas se maten.

Los pasos pasan y baten

la secuencia de su tiempo

y me dejan en silencio

atada a la novedad.

Los pasos son la verdad

del vivir que reverencio.

Nidya Areli Díaz

 

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En medio de la noche

 

En medio de la noche, a la orilla del mar y bajo la brisa:

Cada oleaje trae una melodía distinta,

un vago ritmo que desaparece y vuelve.

Nadie puede ocultar el fuego con las manos.

Impaciente como un ave contra el viento,

incrédulo buscando la sonoridad perpetua.

Lejos del piano,

el músico impaciente

toca en la arena.

Guillermo Santana

 

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Para la crítica especializada o de reunión

 

Lo que es una ventaja, un recurso, una virtud para el artista, representa una desventaja, el principal defecto para el crítico:

La subjetividad.

El crítico jamás podrá ser objetivo, el artista no pretende serlo.

La crítica busca la finitud, el arte lo infinito.

¿Que desaparezca el crítico; la crítica?

No, ¡que viva! Pero consciente de su condición.

Zaid Carreño

 

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La voz

 

La voz

abre los fuegos

de la materia

 

habla en mí

 

no alcanza el tacto

para trascenderla.

David González

 

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Independencia

 

Esa noche, Josefa abrió las puertas de “La corregidora” a tres tipos que tenían un mensaje importante para el pueblo. Aquel bar era conocido por su sonido nuevo y estridente, que molestaba al gobierno de la Nueva España.

La gente se dio cita en el lugar para ver a un hombre disfrazado de cura, con un estandarte de la virgen, parado en el atrio, con su guitarra en mano. Detrás de él, un contrabajista y un percusionista.

―Pueblo de la Nueva España, buenas noches. ¿Están cansados como yo de los gachupines?— Todos gritaron un unísono sí.

―Pueblo de la Nueva España, ¿están listos para esto?— Nuevamente, sí.

―Pueblo de la Nueva España, nosotros somos Independencia y esta rola se llama igual…

En el amanecer del 16 de septiembre, en el bar “La corregidora”, comenzó ese movimiento llamado “Independencia”.

Lord Crawen

 

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Orión

 

Los ojos cafés de papá se pierden en el horizonte de los recuerdos. De esos años cincuenta, los regaños de la abuela y las travesuras de Orión, ese canino que don Tomas, el viejito de Itagüí, le regaló una mañana en Antioquia en que las rosas de la tía Carmen protestarían ante las caricias del perro, las hojas de los libros de historia del tío Adriano no pararían de llorar y papá no pudo dejar de sonreír.

Los años se fueron en un abrir y cerrar de ojos, Orión no volvió a arrullar el corazón de mi padre, pero aún vive en las fotografías y las remembranzas de la casa de los abuelos. Aunque los ojos de papá se agüen y le duela aceptar que el cielo perruno es un paraíso en una tierra sin almas, como la del conductor que dejó a su mejor amigo en la carretera, aún lo llora en noches sin estrellas.

Yessika Rengifo

 

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Desconcierto

 

Perdida en mi corazón

no sé encontrar el concierto,

la frase exacta, el acierto

de la comunicación

en que mediando razón

pueda decir lo que pienso

sin errar en este denso

medio tan enrarecido

porque siempre lo emitido

me sume en hondo suspenso.

Nidya Areli Díaz

 

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He salido

 

Hoy he salido a la calle con una mochila vieja.

En ella apenas cargo unas partituras, una libreta, punzón, regleta y algunas monedas.

Voy caminando por sitios que conozco bien.

Levanto el rostro, siento la brisa y sobre todo, las gotas de lluvia resbalando por mi cara.

Lluvia en la frente,

hoy las nubes me dejan

beber del cielo.

Guillermo Santana

 

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Wake up dead man

 

Cuando alguien se encuentra en la cima, los que están abajo, en la medianía o en las faldas de la montaña, le arrojan piedras para hacerlo caer, si es posible hasta el núcleo de la tierra.

Sólo pude ser un sentimiento el que provoca tal odio, tal muestra de violencia: la envidia.

Los detractores de los héroes no se encuentran en la cumbre; en ésta no se mira hacia arriba, tampoco hacia abajo, se observa hacia adentro.

Los de abajo pelean entre sí, y buscan el pleito con los de arriba.

En la cumbre sólo hay guerras internas; las piedras se arrojan a uno mismo, directo a la cabeza, una y otra vez, hasta sangrar si es necesario.

Entre los que están en la cumbre sólo hay paz.

Zaid Carreño

 

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Alfa y Omega

 

Teorías existen muchas

sobre el final de los tiempos

y aunque existen a destiempo

a veces se les escucha.

Que todo termina en lucha

y que desaparecemos.

Que entre lluvia, rayo y truenos

se nos acerca el final

y cómo saber si es tal

si ni el inicio sabemos.

Paulino Morrugares Alemán

 

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Tiempo implacable

 

Lucas, el cocinero del puerto de Barranquilla, deseaba volver a casa. En el viaje a Bogotá conoce a Azul, una chica muy linda, de manos frías como un témpano de hielo. Habla en todo el viaje con ella, descubriendo que el amor puede ser instantáneo. A media noche, completamente desnudos, se funden en una sola llama del deseo.

El tren ha llegado a la capital, el tiempo es implacable, la historia de amor continúa entre luces y sombras que llevan al corazón.

Yessika Rengifo

 

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El cartón

 

El cartón

amarga mi perspectiva

 

la piel

se siente ajena

al hueso

 

todo tiene más de un sentido

 

conjeturación;

 

los sin nombres

viven tras los espejos.

David González

 

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Vértigo

 

Se aproximan a gran velocidad. Tropiezan, se atropellan. Me abruman. Los jóvenes. Es su turno. Es un proceso natural, cíclico. Como te ves, me vi; como me ves te verás. Pero ahora estoy de este otro lado. No me gusta. Me asustan los pensamientos de algunos, otros me causan risa. Selección natural: superpoder del universo. Adaptabilidad: superpoder de los seres humanos. Sobreviviré.

Marisela Romero

 

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De piso a techo

 

Otro día más en casa sin poder salir.

―¡Buenos días!

Grito hacia la casa del traspatio, levanto el rostro esperando respuesta del otro lado. Regularmente, en días anteriores, habría un sonido de respuesta, pero en esta ocasión mis oídos percibieron un enmudecimiento extraño. Conversé con él mucho tiempo; no era el mismo lenguaje, pero llegaba a calmar su ansiedad por estar en el último piso de su hogar. En días de furia, rompió un vidrio y se regodeaba en su acto, paseándose. O tal vez no tenía otra opción. Nunca le di un nombre, porque no era mi responsabilidad, sólo era un amigo de ocasión. No volví a saber de él, lo más probable era que la familia se hubiera mudado, olvidándolo en aquel cuarto, amarrado, sin alimento o comida. No quiero pensar lo peor, pero la humanidad no me sorprende con sus actos. Extraño sus ladridos, en este incómodo silencio, de un hombre mayor, también enclaustrado y olvidado, que vuelve a su habitación.

Lord Crawen

 

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Volvió a sangrar

 

Las sábanas están frías como las rosas rojas que se congelaron del calendario de su afligido corazón; un corazón que lo hacía pensar una vida con Ángela, la chica de los cigarrillos, detestando su idea de una familia e hijos. Jamás anhelaría ese sueño, aunque el barrendero fuera un buen tipo, la libertad de recorrer el mundo se lo impedía, y, encomendándose a todos los santos, volvió a sangrar y se ha ido.

Yessika Rengifo

 

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Naufragio

 

No sé si el que estuvo a punto de morir ahogado tenga la sensación, pocos días después, del  agua en la garganta. Yo no me fui a lo profundo de algún mar, sólo viví un otro que no era yo; un lugar desconocido; un universo paralelo indigno.

Ahora me atraganto de pena; sigo sintiendo, supongo, como el sobreviviente del naufragio, la humillación atorada, tu humillación, tu tristeza infinita, infinitamente clavada en mi garganta. ¡Que nadie lo sepa, Dios! ¡Que nadie lo sepa!

Zaid Carreño

 

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Polos

 

De la unidad surgieron dos polos.

Quisiera ubicarme entre estos por la mitad,

a uno lo he nombrado Miedo.

 

Al otro

para poder nombrarlo

aún tengo que llegar.

Konrad Warnholtz Iturria

 

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Instante

 

Yo sujeto aquel momento
en que el mundo nos abruma,
y en nuestro universo azuma
un mimo con sentimiento.
Del mimo tengo tu aliento
y de tu boca el sabor,
en tanto corre el rumor
de las olas atardecidas.
Cautivo de tus retinas
ese instante milagroso.

María Luisa Blanco

 

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En las hojas del sauce

 

Nuestros nombres siguen acompañando el parque del vecindario. Hoy, recorrí las calles que adornaron los besos que nos dimos tratando de detener el tiempo y las canciones de los otoños tristes que aceleran el corazón.

Toda nuestra historia se ha ido, entre lágrimas y promesas del ayer. En las hojas del sauce está tu rostro de niña que alumbró mi alma en medio del dolor de tu partida, Helena de mis días.

Yessika Rengifo

 

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El fantasma

 

Desde el día en que Román le confesara su desliz, Martha cargaba a cuestas un fantasma que le trituraba las entrañas. No por el engaño, pues al fin y al cabo él padecía el mal de muchos: la mala memoria, el olvido de los años de trabajo juntos. El dolor era por la decepción de saberse comparada y llamada “tonta”. Pero el perdón llegó como siempre, por los hijos, como suele suceder en estos casos. Martha se reservaba la revancha, para los días de levantar el vuelo.

Rocío Álvarez

 

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Espejismos

 

No camines entre fuegos artificiales. A la distancia pueden parecer brillo celestial. Hipnotizan. Polvo de ángel. Deleitan. Cuando su explosión te sorprende y quedas atrapado entre el humo residual de sus encantos, pueden causar un daño atroz e irreparable. También hay personas que son como fuegos artificiales.

Marisela Romero

 

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Mi antena fluídica

 

Mi antena fluídica

baja poemas de los cielos

mi perra los destroza

como bolsas de basura

desparramadas palabras

que nadie leerá

pulsaciones

no adaptables al medio

han de perecer

 

titánica labor la del perpetuarse.

David González

 

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Yo soy Tú

 

Soy el cielo y soy el mar

navegante en las estrellas

de un barco que deja huella

sin volver la vista atrás.

Soy alma que al inspirar

se vuelve el eterno ahora

donde no existen las horas

sólo un infinito azul.

Soy el espejo de tú,

lo que tienes, lo que añoras.

Paulino Morrugares Alemán

 

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En los sueños

 

Mama suele decir que los sueños son ilusiones y mentiras que endulzan el corazón en noches de invierno. Soñé que Emilia sería mi esposa, la madre de mis hijos y la compañera de mi vida.

La vi con un vestido blanco que adornaba su cintura de guitarra, rosas rojas en su cabellera que le robó color a la noche, y el carmesí de sus labios que pinta las tardes del cielo de los enamorados. Toda ella era una obra de arte, caminando con las estrellas de amor. Emilia, mi esposa, hoy duerme en mi cama con los cantos del ruiseñor que se han llevado el ruido de nuestra cama. 

La alarma de mi celular anuncia que mi día laboral ha iniciado y en los sueños ha quedado Emilia, mi gran amor de la escuela.

Yessika Rengifo

 

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Muerte

 

Horrida y terrible muerte

que no para de saciarse,

ha venido en mí a instalarse

la zozobra más inerte,

estoy triste y no soy fuerte,

me abate la pena amarga,

el sinsentido se alarga

cual liga del porvenir.

¿Es que la vida es sufrir?

Yo no puedo con la carga.

Nidya Areli Díaz

 

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Crawen

 

Bajo el manto solitario de una cortina llena de luces, mi oscura sustancia puede, en extremo, llegar a los nuevos recipientes. Elegir un portador de la esencia es complicado, las características de dichos recipientes han sido, en su totalidad, menudamente exitosos. Mi sustancia atraviesa otra vez los pasillos de hospital, en un mediodía tranquilo. Llantos de niños detrás de cada sala, todos vivos, con un alma dentro de ellos. Un silencio cercano me atrae. La oscuridad sobre un recién nacido humano está acaeciendo, debido al cordón umbilical alrededor de su cuello. No emite llanto, se aferra a existir. Elegido por mi oscuridad sustancial, llego a sus fosas nasal, lo impulso a la vida y juntos emitimos el llanto de la vida. Algún día, cuando esté listo, le revelaré mi existencia en sueños, de los universos por venir, de historias que contar. Por ahora, yaceré en su mente, en el más oscuro recoveco de su imaginación, la cual desarrollará plenamente algún día.

 Lord Crawen

 

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Alabanza

 

Nuestra lengua son ojos de recuerdos,

copla en niebla de primavera,

su eco retumbo de ayeres,

mujer hecha a contorno de flor.

Nuestra lengua es vida

                  entre el desierto,

 jardín con cantos de cigarra

                                fértil en arenal,

 estirpe  de voces   oriundas.

María Luisa Blanco

 

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Semen de palabras

 

Semen de palabras

una forma de atentado

un conjuro

una mirada

 

escribo:

la hoja es una mujer

besada en la espalda.

David González

 

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Mi cuerpo

 

Esta mañana frente al espejo mi vida se ha ido en recuerdos del ayer. Vi que mi cuerpo se ha ajado como las hojas de los diarios que solía escribir cuando era una niña; la niña de mi viejo, mi padre, que hoy juega con las estrellas de los cielos de mayo.

Entoné algunas de las canciones que solía cantarme Nicolás, mi esposo, que no deja de jugar ajedrez los viernes en la noche.  Nuestro amor sigue intacto, como cuando éramos unos adolescentes que cambiábamos el país a punta de café en el parque de los Periodistas. 

Vinieron a mi mente los síntomas de la llegada de mis hijos.  Los mareos, las náuseas y los sueños interminables que alegraron mis días.   Miré mis pechos y acaricié mis pezones, no podía creer que de esas bolitas tan pequeñas emanó un torrente de vida, una lecha tan deliciosa que mis pequeños no dejaron de sonreír ni un solo instante, cuando los amamantaba.

Los años han transcurrido y ellos han cambiado, pero mi cuerpo sigue siendo un canto de vida que alegra mis días.

Yessika Rengifo

 

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ADN

 

Un libro impreso en los genes

palpitando cual tambor

seguro de puro amor,

apuesto a que sí lo tienes.

Es uno de nuestros bienes,

hay que saberlo buscar.

En paz lo vas a lograr,

el ego no deja ver,

el que sí puede es tu Ser,

sólo hay que dejarlo amar.

Konrad Warnholtz Iturria

 

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Del Zócalo a San Cosme

 

Estoy en la estación Zócalo. Son las 11:15 de la mañana y el metro viene relativamente vacío. Desde antes de entrar al andén me llega un olor a sudor muy fuerte que revuelve mi estómago. Me fijo en las marcas que tiene uno de los vidrios de una ventana: un símbolo que quiso ser una suástica, pero no tiene giro derecho ni izquierdo, sino que es una Z vertical atravesada por un signo como éste: [. También hay unos pechos de mujer pintados con espray azul rey y unos puntitos amarillos desalineados que simulan los pezones. Ocupo uno de los asientos individuales. Siento la mirada de una anciana muy flaca como de setenta y cinco años, que viene con una mujer morena muy gorda, quien abarca más de la mitad del asiento de la señora mayor. Hago contacto visual con la viejita y me sonríe sin ninguna razón y sin dientes. Le contesto la sonrisa y me doy cuenta de que se fija en mi anillo plateado, el de la piedra grande rojo rubí. El metro llega muy pronto a la estación San Cosme. Me despido de la señora con una reverencia de cabeza.

María Estela Aguirre

 

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Maestro

 

Me enseñaste tú a contar

hasta cinco y hasta mil,

me enseñaste tú a escribir

de la Z hasta la A,

me enseñaste a respirar

después de deporte hacer,

me enseñaste a recorrer

mares de conocimiento,

por eso ¡mil gracias, maestro!,

por todo lo que yo sé.

Paulino Morrugares Alemán

 

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Cómplices

 

Sonrío cuando pienso en ti.

Porque sé

que se dibuja en tu rostro una mueca clandestina,

el brillo en tus ojos

evoca una mirada de aventura

y el color de la complicidad ilumina tu piel

cuando paseo en tus memorias.

Manny Martínez Torres

 

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Mamá

 

Mamá siempre me ha enseñado

que su amor es infinito,

ya lo sabe Dios bendito

lo mucho que ella me ha dado.

En todo momento ha estado

en tristezas y alegrías,

mas no existe un solo día

que no demuestre su amor

y que con mucho valor

me alegre con su sonrisa.

Paulino Morrugares Alemán

 

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Detrás de tus tiempos

 

Los niños del parque se burlan de mi barba deprimente. Desde que nuestra relación colapsó, dejé que me acompañara, intentando borrar tus hábitos de buenas costumbres, pero no lo logro. Las cartas que reflejaron nuestro amor en años de primavera siguen en la pared de nuestra habitación.

Ayer, el entrometido de Macario, el tendero que aborrecías como a tus cólicos menstruales, me recordó que tus cuadros se presentarán en una galería del centro de la ciudad. Mi corazón se emocionó a tal punto que quería salir de mi pecho y correr a besarte. Sé que esto nunca ocurrirá, ya no soy parte de tu arcoíris. Y detrás de tus tiempos seguirá mi compungida vida, cielo mío. e extrañaré, madre color terrestre…

Yessika Rengifo

 

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Colores

 

No hubo arcoíris el día que te fuiste. Tus cenizas grises al elevarse por el cielo jamás pintaron ese cielo que tantas veces dibujaste en mi cabeza antes de irme a dormir.

El color de tu piel no significó nada para ti, por encontrar y criar a un niño de color azul; aquel que fue expulsado de los mares por no parecer un pez.

Espero que la tierra te homenajee como debe, cuando el ciclo de la lluvia y el sol se junten y rompan su armonía con los colores. Te extrañaré, madre color terrestre…

Lord Crawen

 

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Estoy lleno de mis muertos

 

Estoy lleno de mis muertos

Muertos que fueron mi vida

Mi vida casi sin huertos

Huertos de fruta podrida

Podrida virtud perdida

Pérdida del amor vano

Vano olvidar al hermano

Hermano vuelto más humo

Humo que no se esfumó

No se esfumó su verano.

Luis Ricardo Paredes Domínguez

 

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Te quiero dentro de mí

 

Te quiero dentro de mí, me dijo en un susurro anhelante. Estaba temblorosa, su mirada me confirmó la vehemencia de su deseo, no tenía otra cosa en la cabeza, sólo el afán por tenerme dentro. Es lo único que necesito y ya, volvió a decir en el susurro apagado entre sus labios. Rodeó con sus pequeños dedos el segmento cilíndrico de mi cuerpo, me empuñó con firmeza, me apuntó hacía su plexo y con una sonrisa demente se arrojó resuelta sobre mí…

Me sentí entrar en ella con una bella violencia, todo alrededor mío era caliente, palpitante y suave. Sentí el desgarro de cada capa de tejido en su interior que cedía ante el frío metálico de mi afilada hoja. Cuando ella se detuvo acribillada de dolor y dejó de empujarme   hacia adentro, era demasiado tarde, le había perforado de extremo a extremo cada capa de su existencia, incluso la última de la que empezaba a derramarse la vida, manchando de un rojo purpúreo el suelo pálido  de la  habitación.

César Vega

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Yo no soy

 

Yo no soy, sino voy siendo

Soy la Luz en movimiento

Espíritu siempre atento

Ya me voy reconociendo

Soy el Sol amaneciendo,

Soy la vida, soy el agua,

Soy el aire, no doy tregua,

Soy raíces en la tierra,

Soy la muerte que te aterra,

¡Soy el alma que no mengua!

Konrad Warnholtz Iturria

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Como si fuera la primera vez

 

Sentado en la mesa, añorando que tus ojos estuvieran aquí, recordé que tu vestido rosa se había dañado en nuestra última fiesta. Mi imprudencia con el cigarrillo que tanto odiabas terminaron arruinándolo, haciendo que tu mal genio floreciera por un mes en nuestras cenas.

Las margaritas que solía traerte no sonrojaron tus mejillas. Te fuiste a casa de Aurora, mi suegra, que nunca me quiso y siempre lo supe.  Esta fue su oportunidad para que no regresaras a casa, sumándole que nunca podría darle nietos —mi esterilidad me acompañaría siempre—. Como si fuera la primera vez, intenté cortejarte, pero tu amor se había ido al polo sur.

Yessika Rengifo

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Los quesos de la abuela

 

Los quesos de la Abuela eran famosos por esos lugares de la serranía. De las enormes ubres de las cabras alimentó y vistió a sus siete hijos. Las canastas eran ofrecidas de casa en casa, desde la mañana hasta el mediodía. La Abuela siempre tuvo quesos de vaca para sus clientes selectos y de cabra para sus consumidores frecuentes. El sabor los distinguía.

Al atardecer ordeñaba a sus cabras, su único patrimonio. En fin, el engaño era necesario, había que comer.

Rocío Álvarez 

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Días

 

A mí, el café se me agota igual que mi vida, a sorbos alguien la bebe. Sobre un escritorio rectangular, en la habitación cuadrada de un mundo redondo, mi mente quiere esclarecer un punto. Sol viene, sol va, luna viene, luna va. Las estaciones transcurren. A mí, el café se me ha terminado y sigo aquí. De algo servirá mi día, para algo estoy aquí. No me desgasto en pensar, sino en actuar. A mí, se me antoja prepárame otro café y reiniciar la vida, mientras relato el pasar del día.

Lord Crawen 

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A veces te llenas la boca

 

A veces te llenas la boca de palabras incomprensibles,

me miras y en tus ojos me pierdo con el deleite que me obsequias;

es otra la humedad ahí encontrada y otras las caricias que dedicas,

me llevas a sensaciones inefables, indescriptibles y fortuitas.

 

A veces me llenas el alma con un suspiro;

me robas el aliento con tu ir y andar pausado,

encuentro entre un lamer y un sutil mordisco

el gozo aquél que llega y se queda en perpetuo regocijo.

 

A veces te lleno la boca del gusto que buscas cuando me desabrochas la cintura.

 

A veces me lleno del conjuro de tu lengua.

 

  G. Leandro Alemán Domínguez

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A veces

 

A veces me desconecto

del mundo y de los sentidos,

sólo escucho mis latidos

en el silencio perfecto.

A veces no me hace efecto

el rumiar sordo del día

y prefiero en compañía

los murmullos de mi mente.

A veces me es preferente

mi centro a la algarabía.

 

  Nidya Areli Díaz

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Las azucenas que vienen del sur

 

Recorrí las calles del centro de la ciudad con la ilusión de verla. El puesto de las azucenas que ella solía vender los jueves sombríos, se perdía en la tristeza de su ausencia; ausencia que calcinaba mi corazón que se negaban a aceptar su adiós, que se llevaba los capítulos del amor que le dio sentido a mi vida. Su colega, el vendedor de los periódicos de la séptima, me contó que María se había ido a recorrer su camino de la mano de Roberto, el albañil de su pueblo.

Y las azucenas que vienen del sur acariciarían mi corazón en las tardes de invierno; lo acariciarían porque su amor seria el mismo hoy, mañana y siempre, aunque la pobreza nos alejara.

 

  Yessika Rengifo

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Primavera

 

Bienvenida primavera

con todas tus bellas flores,

pinturas de mil colores,

hermosa naturaleza.

En esta estación empieza

el florecer de las plantas,

renovación de las tantas

expresiones de la vida,

de nuevas expectativas,

de flores de la esperanza.

 

  Paulino Morrugares Alemán

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Infanticid-ia

 

La corrosión no era suficiente para detener el vaivén del columpio. El chirriante sonido le invitaba a sentarse y no volver a frenar la motricidad. Masas polvorientas se levantan al arrastrarse y comenzar el impulso. No olvidó nunca cómo hacerlo. Con toda su fuerza, generó el impulso suficiente para elevarse y así continuó hasta casi tocar el cielo.

Retiró por fin la careta que le cubría el rostro. La emoción infantil volvió por un instante, antes de que las cadenas del columpio se rompieran y su cuerpo saliera proyectado hacia el suelo. No es lo mismo montar el juego a los seis años, que a los veintidós. Se le fue la vida en el encierro, en el mundo que le tocó vivir.

  Lord Crawen 

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El misterio de la habitación 444

 

Le conté a mi mujer que las margaritas no regresaron al jardín de Evelio y eso entristecía mi alma. Ella, acariciando mis frías mejillas, me recordó que él había estado triste las últimas semanas de primavera, quizá por eso se habían ido las margaritas de casa. Su explicación tranquilizó mi corazón un poco, pero mi angustia de no volver a verlas desequilibraba mi mente. La mañana pálida del sábado hizo que descubriera el misterio de la habitación 444, cuando el amor que sentía Evelio por Nora se esfumó por sus traiciones; traiciones que ella le hacía con el viejo Andrés, ladrón de su corazón. Las margaritas no volvieron a casa de Evelio y el misterio de la habitación 444 era que el amor había muerto.

  Yessika Rengifo

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Poiesis

 

Poesía que hoy das forma,

sentimiento a las palabras,

dejando que la mente abra

poemas que nos transforman.

Y en papel trazado informan

escritos en prosa o verso

pensamientos tan diversos

sentimientos y emociones

transmitiendo en sus colores

lo bello del universo.

Paulino Morrugares Alemán

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Fortuna

 

Espero la rotación

de la fortuna y el mundo

para que mi amor profundo

por fin encuentre intención.

No hallo por dónde razón

ni fundamento o pretexto

y por más que lo detesto

tampoco me sobran ganas

mas, el alma siempre ufana

te busca sin mi concierto.

Nidya Areli Díaz

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El viejo José

 

Las canastas de manzana recorren el centro de la ciudad que pintaba el viejo José. El viejito era el pintor de las casas más lindas que adornaron mi corazón. Endulzaba sus historias entre manzanas y galletas que recordaban. La historia había transcurrido en espadas, cantos y hombres valientes que engalanan libros.

Hoy José se ha ido a jugar a al cielo. He llorado su ausencia, pero mi corazón se emociona al recordar sus versos finos.

Yessika Rengifo

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Murmullo

 

La luna al fondo, la brisa…

camino por un bosque que no conozco. 

El viento trae el olor a humedad fresca. No como una ropa envejecida por el tiempo sino un suspiro de agua que a lo lejos reclama su presencia.

 

                                                  Canto lejano,

                                                  murmullo del riachuelo

                                                  bajo los montes.

Guillermo Santana

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Buscándola

 

Las noches de noviembre se habían robado la dulzura de sus manos. Antonia no regresó a casa porque no pudo soportar mis infidelidades y el desperdicio de mi sueldo cada mes. Los lunes frecuenté su trabajo con la ilusión de encontrarla a la salida, obtener su tan anhelado perdón que jamás llego. Su desprecio no se hizo esperar y manifestó que me alejara de su vida. Entre lágrimas, lo hice.

Buscándola continuó mi vida, y hoy será la señora de Bustamante que lacera mi corazón en la iglesia del sur.

Yessika Rengifo

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Sueños

 

Tal vez las nubes sean blancas, igual que hojas…

Pero para mí… los colores son el tacto, la profundidad,

el silencio que se hace presente y permanente.

En la tarde, tomo el punzón, una hoja

y trazo el primer poema del día.

 

                                                  Las hojas gruesas,

                                                  debajo del punzón

                                                  pariendo sueños.

Guillermo Santana 

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Senos caídos

 

Las últimas semanas de abril, Isabel se quejó por sus senos caídos. Recordó que desde el nacimiento de nuestros hijos sus senos se habían ido al piso, que ninguna blusa se acomodaba a ellos y nada volvería a alegrar sus días.  Le insistí a mi mujer que estaba más hermosa que antes y sus pechos eran la transformación de la vida. Nuestros hijos eran la apología a esa belleza que se habían vuelto sus senos, pero mis palabras no alegraban sus días. Decidió que se operaría y todo volvería a ser como antes. La cirugía no alegró su carácter, aunque sus pechos eran nuevamente firmes como las montañas. Isabel se fue de casa a buscar el sol en nuevos veranos.

Yessika Rengifo 

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Ilusiones de marzo

 

El ciclo volvió al origen en tiempos diferentes, lo sé porque sigo vivo. Perdimos el rumbo y a quienes nos acompañaron en las bifurcaciones de los caminos. No sabemos cómo despedirnos. Líneas sobrepuestas en la sinopsis de nuestros días, arrastrando memorias fragmentadas. Volvimos a marzo tras las rejas enladrilladas, en concreto, nuestras mentes no fluyen fuera del lugar. Nos reconforta la vida brevemente, pero nos duelen los recuerdos.

Marzo volverá…

Tal vez, en mejores versiones…

Lord  Crawen

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Espero

 

Espero. Todo pasa lento, el aire, la tarde, que se va

y el infinito paso del tiempo.

Para mí habría dos opciones:

seguir las luces de esta ciudad que se come a sí misma

o quedarme aquí al lado de una persona que no conozco.

 

En la infinita sombra de la ceguera,

a mi lado un niño que no habla, sólo respira.

El sonido que surge es el de la impaciencia.

Busco algún recuerdo, hay tantos.

 

                                          Un niño ciego

                                          ha pasado en la banca

                                          toda la tarde.

Guillermo Santana

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Latidos

 

Esos latidos no eran los habituales; eran de melancolía, de olvido. No había duda de que en ellos estaba el fin de nuestro amor. Algunos recuerdos del ayer se cruzaron por aquí, pero ninguno trajo el aceleramiento de nuestros corazones.

No hubo un sonrojamiento en las mejillas ni temblor en las manos. ¿Qué fue de nuestro amor? ¿Dónde están sus cartas? Aquí siempre hay latidos. Los latidos que me recuerdan que ella se ha ido a jugar con las estrellas, que calman mi afligida alma en noches de desolación que pinta el cielo.

Yessika Rengifo

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Sin retorno

 

Constanza regresó a casa con la ilusión de que seriamos marido y mujer. Las cartas de nuestros días del ayer y las promesas en el balcón de la escuela la hicieron pensar que todo sería igual. Nada volvería a ser como antes. Nuestra historia culminó el día que nos levantamos las manos y nos agredimos al punto de no tener un retorno.

Le expliqué que la amaba profundamente, pero deseaba que estuviera en casa por nuestros hijos y yo me iría. Cinco años han trascurrido y somos dos amigos que se cuentan historias sin retorno.

Yessika Rengifo

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Ana regresó a casa

 

Ana partió los últimos días de febrero a Dublín con la ilusión de encontrar a Gerardo. Él había prometido que regresaría tan pronto su especialización en Economía culminara y los sueños de una vida juntos estuvieran fraguados. Los hijos, la casa con nardos y los dulces jueves fríos serian el arrullo de sus días. Nada era cierto, al recorrer las estaciones del tren de Dublín, Ana comprendió que Gerardo había hecho una vida con Eloísa, su colega.

El diario homenajeaba su labor con la economía de Irlanda y la hermosa familia que tenía. Entre lágrimas, Ana regresó a casa con la ilusión de volver a empezar en senderos de soles e inviernos que pinta la vida.

Yessika Rengifo

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Relación

 

La última semana de abril descubrimos que nuestra relación estaba llegando a su fin. No había rosas, invitaciones al cine, lecturas en la noche, y hacer el amor se esfumó como el viento. Sofía reconoció que mis palabras eran ciertas, pero no deseaba que nuestra situación cambiara porque desde hace cuatro meses andabasaliendo con su jefe. No me dolió enterarme de esa relación extramatrimonial:hice exactamente lo mismo con una mujer que está llena de estrías, pechos caídos, hijos, pero con un amor más dulce que la miel, aniquilando críticasinsulsas como ésas.

Entre causas, nuestras vidas hoy tienen sentido, y somos dos amigos que toman café en el centro de la ciudad. Sofía prometió que estaríamos como pareja esta noche en el restaurante italiano que deleitó a mi señora.

Yessika Rengifo

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Eva, Adán y las circunstancias

 

Pude haber compartido toda mi vida con el mismo hombre. Desayuno lo mismo desde hace más de diez años y no me aburre. Las manzanas y yo no hemos caído en rutina alguna. Somos constantes, sí, pero nunca dejamos de sorprendernos. Algunas veces ellas —las manzanas— son amarillas, otras rojas, otras verdes; pueden estar bien maduras o muy tiernas. Por mi parte, las consumo solas, con yogurt, cocidas o al natural. Continuamos sorprendiéndonos, refrescando nuestro placer mutuo de saborear y ser saboreada. Incluso podemos disfrutar largas temporadas con los mismos ritos. Nos gusta la tradición placentera. Las manzanas siempre son manzanas y yo siempre las disfruto. Pude haber amado al mismo hombre por siempre, pero él no es una manzana.

Marisela Romero

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Fotografías

 

Los años han trascurrido con los recuerdos y canciones que enamoran mi corazón. Fotografías que develan la magia de tu sonrisa acompañando mi vida durante veinte años.

Veinte años que se han ido entre llantos y alegrías, pero que no han borrado la magia de tus ojos celestes jugando con mis días de invierno. Las fotografías de nuestra existencia hoy son ecos en las memorias de nuestros nietos que anhelan nuestra vida.

Yessika Rengifo

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Déjame escribir

 

Asustado, dio media vuelta sobre su cama, buscando el cuadernillo y la pluma donde solía redactar ideas generadas al despertar de un sueño. Frenético y sombrío paraje devoró cada uno de sus movimientos, intocables los objetos del mundo material. Ahora vuelto espíritu, me imploró lo dejase escribir.

Su aliento se volvió una pena, no podría decirle a sus lectores que se sentía morir; sus miles de ficciones no se acercan a lo que sintió aquella noche que llegué por él.

Lord Crawen

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Días de cama

 

Despertó con la ilusión de que nuestra historia se tejería entre cartas y rosas. Sus ojos tintos se posaron sobre las ventanas imaginando que el mañana traería la primavera y los hijos que tanto sonrojaban su rostro; deseos que desconcertaban mi cabeza.

Amatista lograba sacar rosas y soles en mi agitada vida que no deseaba arreglar. La quería, pero no anhelaba un sueño de vida a su lado. El cine, las mujeres y el alcohol lograban que mi atormentado corazón tuviera sentido. Un sentido que jamás le daría ella, convertida en días de cama fascinantes pero no en el himno de mi existencia.

Esta tarde se ha ido recordando que me amaba, pero que su vida no son sólo días de cama. Agradecí que lo hiciera porque la mía lo seguiría siendo.

Yessika Rengifo

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Viudez

 

Las hay con carácter legal y validación social. Gozan de la indulgencia del prójimo y el perdón divino. Reciben, en el mejor de los casos, un regalo de consolación: hijos, herencia, pensión, coche, casa. Algún tipo de prestigio, como mínimo. Yo sólo soy tu viuda espiritual.

Marisela Romero

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Los llamados del Sur

 

Gerardo regresó a casa con la esperanza de que los problemas con María se arreglarían. Su nuevo empleo traería la felicidad que se esfumó la noche en que fue despedido de la empresa a la que le entregó veinte años de su vida. No sería así, María se había cansado de aguantar hambre, los insultos del dueño de la casa y los cortes de los servicios públicos, y se marcho al Sur.

Los llamados al Sur que realizó Gerardo a María no hicieron que regresara. Ella manifestó que su amor se esfumó con los vientos de la pobreza y el abandono al que fue sometida.  Entre lágrimas, él comprendió que el camino seguiría sin ella.

Yessika Rengifo

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Justicia divina

 

Los mayores solían decirme de niña: “Pórtate bien, Dios que está en el cielo te lo premiará”.  Pero nunca me dijeron qué hacer si los otros se portaban mal. Estoy en una encrucijada: ser buena o mala; perdón o venganza. Dios sabe que lucho todos los días por perdonar a mi prójimo y restaurar las promesas rotas. Pero entre el “ojo por ojo” he tumbado unos cuantos dientes, mientras llega la Justicia Divina.

Rocío Álvarez

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Detrás de la ventana

 

Triste, solitaria, sentada en el viejo sillón, recordó que los años se habían llevado los días de sol.  Las margaritas no volverían a endulzar las tardes de abril, Luis se robó la primavera que la hizo sonreír años atrás.

Al rato, detrás de la ventana, miró hacia las montañas y escuchó el canto de los colibries.  Los colibries que trajeron fotografías del verano y el deseo de estar en esos días que alegraron su corazón. Irene volvió a comprender que detrás de la ventana su vida corría en soles e inviernos, sin Luis . 

Yessika Rengifo

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Frenesí

 

A la distancia alcancé a mirar a la desenfrenada locura, a la emoción a flor de piel, al intenso apego que sólo ocurre una vez; el descontrol favorito de la vida se encontraba a la intemperie. Parecía aproximarse a mí y de pronto alejarse.

Aquel ente era un mar de palabras, una tormenta de afecciones y sentimientos, un chubasco de sibilancias arremolinadas, una fragancia oscura, verdosa y azulosa, inasequible, imposible de definir.

De pronto, mi velado sentido del oído percibió un raudal de remembranzas y mi cuerpo fue anegado por la irredenta sensación de familiaridad que siente el viajero que pisa suelos antes conocidos. Invisibles vendavales de nostalgia empujáronme hacia aquel espectro borroso, impío, indescifrable.

 Fui acercándome más y, entrecerrando un poco los ojos, vi pasar a un par de adolescentes.

Alberto Curiel

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Miguel Ignacio Martínez Oropeza

 

Líquido rojizo emanó de su rostro, mezclando el verde y azul de los botes de pintura que cayeron justo sobre su cabeza. Enloqueció al saber que el mundo no era gris. Olvidó el silencio al ver su indumentaria envuelta en color, y esbozó una sonrisa; luego, una fuerte carcajada. La gente abandonó al mimo, quien, tirado sobre la acera, enardeció en fuertes carcajadas, sobre la mentira en la que vivió mucho tiempo. 

Lord Crawen

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Los bancos

 

El abuelo solía decir que los bancos son males estomacales a largo plazo. Los clientes entran con sonrisas que iluminan el sol y al poco tiempo se tiñen sus ojos del invierno. Ayer, Mariela, la mujer más chismosa bel barrio, perdió su casa. Sus lágrimas conmovieron a sus vecinos que le ofrecieron habitaciones para vivir. No aceptó, se fue del barrio recordando que los bancos son ruinas disfrazadas de alivio. 

Yessika Rengifo

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Libre albedrío

 

Después de dos prófugos, un difunto y un prófugo difunto, comprendo que en esta vida no he de vivir en pareja. Para caminar de a dos, se necesita compromiso, ceder. Conceder.

Es liberador pensar en tener el control del tiempo propio, sin necesidad de negociar, acordar, considerar al otro. Es liberador compartir las obligaciones, dividir las tareas. Dormir acompañado.

Es decir, no existe una mejor manera de vivir. Cada quien lo hace como puede, abandonado a su suerte o por libre albedrío.

Marisela Romero

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Antojos

 

Característico sonido, en comparsa al movimiento de la camioneta, anuncia su frío y cremoso producto. Avanza lentamente, en espera de los niños que saldrán corriendo a su encuentro. Ha recorrido la primera calle, la segunda, tercera. Nada. El vendedor de helados apaga su camioneta. Repta a la parte de atrás. Muere de hambre, los niños al parecer, ya no saldrán.

Lord Crawen

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Ausencia
 
Me sentí triste ahora. Las orquídeas se habían marchitado en tus recuerdos. Sin prisa, sin angustia, te has ido. Leí tus cartas frías, en los ventanales de nuestra habitación, agonizo sin ti. Mi corazón sin latidos y el canto de los turpiales entonaron nuestros días del ayer. Me amaste, siempre lo supe. Me dejaste porque las caricias se han quebrado. Tu ausencia se llevó mi vida en promesas fallidas.
Yessika Rengifo
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