EL ÁNGEL EXTERMINADOR (3/3)

por César Vega

Por César Abraham Vega

Por último, antes de concluir este análisis, quisiéramos hablar sobre las interpretaciones que pudimos hacer de la película a nivel político y social. La más importante reside en que existe una representación de diversos estratos sociales, en primer lugar tenemos al proletariado representado por la servidumbre, quienes, inexplicablemente ―incluso para ellos―, salen huyendo de la casa antes de que suceda el encierro; el único de su clase que es ‘castigado’ junto a la clase burguesa representada por los anfitriones y sus invitados, es Julio, el mayordomo, quien podría ser una alegorización del lumpenproletario por su afinidad con los amos, su fustigante trato hacia los criados y su exacerbado servilismo y lealtad para con sus señores. Hay que resaltar en este punto que Julio no se encontraba encerrado junto con sus amos desde la primera noche, no es sino hasta la mañana siguiente, cuando Lucía, la anfitriona, le pide que traiga el desayuno a la galería. Cuando él llega con el carrito de servicio y entra en el recinto del encierro, una de las convidadas le pide que traiga unas cucharillas para el azúcar; Julio trata de obedecer pero por más que lo intenta, no puede salir, atravesar el umbral. En este sentido, podemos decir que Julio poseía su libertad y que fue su entrega y servilismo a los mandatos de sus amos los que le llevaron a sufrir la misma suerte que ellos.

Además de estos estratos sociales, podemos observar algunas otras esferas como el clero, representado en el Abate que cuida a los hijos de Cristian y Rita. Luego, el segundo encierro acontece en una iglesia después del Te Deum. Consideramos que no es fortuito que los encierros se hayan presentado específicamente dentro de una casa rica y en una iglesia católica; y es aquí donde suponemos que existe una clara referencia a los postulados marxistas, o en todo caso a la influencia del socialismo soviético que era una realidad social de la época en que se rodó la película. ¿Es acaso el “oso” la Unión Soviética que tenía sitiada a la burguesía y posteriormente al clero?; ¿es verosímil este probable antagonismo entre una fuerza reivindicadora del proletariado (que no el proletariado en sí) y las cúpulas sociales y religiosas? A este respecto no pude resistir la tentación de buscar referencias al respecto, y he encontrado que esta interpretación es, contradictoriamente, tanto factible como difusa, y el mismo Buñuel ironizaba al respecto.[i] Yo considero que sí existía un cierto grado de intencionalidad del cineasta por dotar al oso de ese significado político en particular, pero esto es sólo en una de sus capas más superfluas, porque también es muy probable que en el oso converjan un conjunto de significados más elaborados y crípticos que enarbolan discursos múltiples.

Otro ente social muy presente en la película, es la policía, quien, apertrechada afuera de la mansión Nóbile (apellido de los anfitriones y que traducido del italiano curiosamente significa “noble”), está impedida para entrar y hay incluso una escena en la que se hace referencia a que los efectivos policiales ni siquiera han hecho el intento por ingresar a la residencia. En todas las escenas en las que la policía hace su aparición, ésta se percibe totalmente desorganizada, burocratizada, autoritaria, incompetente, confusa, tratando de implementar las estratagemas más elaboradas pero igualmente ridículas y disfuncionales e, incluso, se torna violenta y represiva hacia las últimas escenas de la película.

Buñuel logra caricaturizar lo elaborado pero inútil del protocolo de las esferas nobles de la sociedad, pues el decoro, los buenos modales, el honor, el prestigio, la caballerosidad, el lujo, la belleza, el virtuosismo y propiedad son aparatos que pierden su brillo y su sentido más primordial en un entorno en el que lo único urgente es sobrevivir y no volverse loco. Es en este punto que Buñuel pone el dedo en la llaga al demostrar que todos estos paradigmas sociales, no sólo son poco funcionales, sino hasta innecesarios y estorbosos cuando se requiere atender las necesidades más primordiales de la existencia, y que además siempre han sido artilugios de ornamento que sólo encuentran su razón de ser en un ambiente social plagado por la hipocresía y la falsedad.

Muestra de ello lo encontramos en la escena reiterativa del brindis, en la que el anfitrión, Edmundo, pide brindar por la magnífica pieza operística que acaban de disfrutar. Todos brindan, ríen y aplauden aduladoramente ante la solicitud de Edmundo. En la segunda ejecución de esta escena; Edmundo se levanta de la misma forma que en la primera, y llama a sus convidados al brindis por los mismos motivos que en la escena previa; sólo que en esta ocasión nadie atiende a sus requerimientos; los invitados lo ignoran arteramente; todos muestran cara de tedio; cada uno está inmerso en su propia conveniencia y Edmundo, al sentirse despreciado, retoma su asiento con rostro de pasmo. Esta segunda reiteración de la escena se contrapone a la primera, tratando de hacer un tamiz dialéctico entre lo aparente y lo real.

Posteriormente este cataclismo de mundos entre las fachadas de esos hombres y mujeres de alta alcurnia, se ve destruido por las más irremediables miserias humanas como el hambre, la sed, la soledad, el odio, la locura, el miedo y todo lo escatológico; desde cagar hasta morir.

En fin, debo concluir, y lo quiero hacer diciendo que cuando uno se enfrenta a una obra artística tan profusa e intensa como lo es El ángel exterminador, se queda con la sensación de haber salvado una muy drástica aventura; quiero decir, supongamos que a usted que me brinda el favor de su lectura, en este momento, por una cuestión de providencia (sí, tal cual como el nombre de la calle con la que inicia la película), si se le depositara en este momento en medio del mar o de una selva o de un desierto, sin otra cosa más que las que tiene en la memoria de su intelecto, con lo que trae puesto y con aquellos artículos materiales que pueda tomar justo ahora de su entorno con sólo estirar la mano; digamos un bolígrafo, un control remoto, un vaso de leche, una revista porno, un celular, un cortaúñas…, lo que tenga al alcance de la mano…, no se estire más…, y así, con eso tuviera usted que sobrevivir en esos ambientes inhóspitos y feroces, digamos unas tres semanas… ¿qué es lo que le salvaría? Lo que sabe, lo que conoce, lo que ha aprendido, lo que recuerda, lo que imagina… Así, cuando uno se tropieza con una obra tan franca como ésta, es lo que hacemos: son lo que tenemos y lo que somos los que nos ayudan a interpretarla.

Ya no sé qué más escribirle, querido lector; tal vez éste sólo sea un mero pretexto para matar el tiempo, para distraer el hambre, para apaciguar el miedo, para mitigar la locura que me asalta al acordarme que desde hace unas tres semanas, por una fuerza inexplicable, a pesar de que lo intente, no puedo abandonar esta muy maldita habitación.

NOTAS

[i] Véase LOPES, Jairo. Tésis Doctoral, ‘Tiempo y narración en El Ángel Exterminador’. Madrid, 2016 pág. 67.

Véase también: DELTELL, Luis. El ángel exterminador (Luis Buñuel, 1962) 2013.

y Consulte PÉREZ, Tomas; DE LA COLINA, José: Buñuel por Buñuel, Plot, Madrid, 1993. Pag. 129

OBRAS CONSULTADAS

El ángel exterminador. Dir. Luis Buñuel. 1962.

Juaristi, Jon. «Letras Libres.» 31 de 10 de 2010. Testiculum Antichristi: el modelo español de intolerancia. <http://www.letraslibres.com/mexico-espana/testiculum-antichristi-el-modelo-espanol-intolerancia>.

Petisco, José Miguel, trad. La Sagrada Biblia. Madrid: Catholic Publishers, 1980.

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