DE PELÍCULAS Y NOVELAS

por Alberto Navia

Por Alberto Navia

Dos de mis placeres más cotidianos son el cine y la literatura. Así que aquí, en la casa de todos ustedes, se acumulan ya ingentes cantidades de películas y libros. Con el tiempo y la experiencia (no profesional por lo menos en cuanto al cine, lo declaro) he ido asimilando y comprendiendo los intríngulis de ambos lenguajes. La constante recurrencia a estos medios, por supuesto, me ha enfrentado a muchas de las típicas coincidencias entre novela y film que tanto fastidian a los puristas literarios. Extrañamente es siempre en este sentido en que ocurren tales disconformidades, pues hasta ahora, que yo recuerde, jamás me he topado con alguna reclamación porque la novela se ha quedado corta ante la película correspondiente. Y conste que casos de ello sí que los hay: el que ahora se me viene a la mente es el de la cinta Macario y la novela homónima. Recuerden que he aclarado previo que no soy crítico profesional de cine sino tan sólo un amante de ambos mundos: las letras y las imágenes. Desde tal posición les diré que la película de Roberto Gavaldón supera a la novela de B. Traven. Otro caso semejante ocurre entre la cinta de Roberto Sneider y la novela del mismo nombre de Ángeles Mastretta: Arráncame la vida. También encontramos casos en los que ambos, película y novela, quedan a la misma altura, tal cosa ocurre entre la cinta de Francis Ford Coppola y la novela de Bram Stoker: Drácula. No mencionaré el caso de las novelas de J. R. R. Tolkien y las películas de Peter Jackson de la saga de El Señor de los anillos porque seguramente provocaría una hecatombe pero, siguiendo mi criterio, ambas, novelas y películas, están a la par.

Los casos en donde la película queda demasiado corta en comparación con la novela que la origina son los más frecuentes y sólo mencionaré dos que me parecen patéticos. El primero ocurre entre la película Mike Newell y la novela del gran García Marques El amor en los tiempos del cólera. El segundo caso lo forman la película de Jean-Jacques Annaud y la novela El nombre de la rosa de Umberto Eco.

Es verdad que intentar meter una novela de quinientas páginas en un film de 150 minutos en promedio es casi una fórmula infalible de fracaso y que, empero, resulta, la mayoría de las veces, exitosa por el desconocimiento de la obra literaria de donde se origina el argumento cinematográfico. Pero es necesario aceptar que el lenguaje de las letras difiere fundamentalmente del de las imágenes. Esto, que parece una verdad de Perogrullo, no resulta tan claro cuando de comparar películas con novelas se trata puesto que el observador-lector de las obras pretende compararlas puntualmente, lo que necesariamente conduce a una valoración sesgada. El escritor usa la imaginación del lector para completar su texto, lo que lo vuelve personal para cada lector; esto es algo que es muy difícil de realizar en el cine. Cuando una novela nos habla de una princesa bellísima de tez blanca como la nieve y pelo dorado como los rayos del sol, el lector complementa la imagen con sus propias preferencias, de lo que resulta un ideal perfecto de princesa, pero cuando un director de cine nos muestra a una princesa bellísima de tez blanca como la nieve y pelo dorado como los rayos del sol, el observador se queda con la imagen mostrada, no hay manera de idealizarla, si nos pareció bella o no (la belleza es un concepto de lo más difícil de generalizar) esto influirá en la valoración que le daremos a la película. Así, intentar valorar dos obras expresadas con diferentes lenguajes sería como mostrar la fotografía de una catedral de influencia árabe a un arquitecto y a un artista y esperar que nos den la misma opinión del edificio.

Así que la próxima vez que vean un film basado en una novela les invito a encontrar y apreciar las sutilezas de ambos lenguajes sin pretender que una sea la copia exacta de la otra. Consideremos ambas con la idea de que son una expresión creativa. Y para comenzar les propongo el siguiente dueto: la película La llegada (Arrival) de Denis Villeneuve y la novela La historia de tu vida de Ted Chiang. Que las disfruten.

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1 comentario

Nidya Areli Díaz Garcés 26/09/2017 - 16:27

Una de mis adaptaciones favoritas es la de la novela El perfume, de Patrick Süskind. Otra es El señor de los anillos y, en fin, no he leido Macario, pero la película sí es fenomenal. Coincido contigo en que Cine y Literatura, a pesar de que casi siempre uno abreva en la otra, son formas de expresión completamente distintas, lenguajes disímiles, ambos dusfrutables.

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