RECONFORTANTE SINFONÍA

por Marisela Romero

Las cosas que he leído en Facebook en los últimos días no han sido del todo gratas. No es por el contenido en sí, sino por lo tendencioso. Muchas veces he pensado seriamente en alejarme de las redes sociales, pero dadas las circunstancias, ahora resulta la manera más viable de estar en contacto con amigos y familiares. Tendré que ser más selectiva con lo que decido leer.

Es irónico que la mayor difusión de este texto será precisamente, gracias a estas redes sociales. Quiero pensar que es un buen uso de éstas. Quiero pensar que así será.

Desde hace unos días, se ha escuchado en la colonia y las calles aledañas a una banda tradicional mexicana. Sí, de esas con clarinetes, trompetas, trombones, tuba, charchetas, tambora y tarolas. El primer día que la escuché, un grato escalofrío recorrió mi cuerpo y tuve un súbito impulso de gritar. Fue difícil contenerlo, y hacerlo me provocó más emoción todavía. Me sorprendió porque yo caminaba de regreso al departamento, después de haber salido por la comida para los siguientes cuatro días. Caminaba muy cerca de ellos.

Los días subsecuentes la banda se escuchaba algo lejana, y ensimismada como estaba en mis actividades y pensamientos, apenas si pude notar su animosa presencia.

Hoy pude escucharla otra vez, completamente consciente de las sensaciones que provocó en mi ánimo. Tararé las melodías, bailé con discreción y me sentí invadida por una gran esperanza. Fue como disfrutar de una refrescante lluvia. Fue como esos hermosos días en los que el sol radiante viene y nos dice: hoy es un buen día, todo estará bien. Fue como golpear las zapatillas de rubí y volver al hogar.

Algunos vecinos bajaron emocionados para escuchar más cerca. Otros para entregarles algunas monedas e incluso alimentos para todos. Eran de doce a quince músicos, tal vez más. Los niños eufóricos aplaudían y coreaban otra, otra, al término de cada melodía. Algunos adultos también lo hacían, aunque tímidamente. Yo permanecí dentro del departamento bailando, cantando, abriendo mi corazón a la esperanza, repitiéndome una y otra vez que la vida continúa allá afuera, que nos espera pacientemente para cuando sea el momento adecuado para cada uno de nosotros.

Algún vecino les pidió que entraran al jardín, a la parte trasera del edificio, para que todos los condóminos pudieran disfrutar del sublime e inusual evento, sobre todo aquellos de nuestros queridos vecinos que no han podido salir en absoluto.

De Amor eterno a El sauce y la palma (me encantan estas coplas de polémica autoría), la tambora aceleraba mi corazón, las trompetas hacían girar mi cabeza y la tuba traía el equilibrio necesario para disfrutar con alegría la vorágine de la que todo mi ser era presa.

Estos músicos, como muchas otras personas de diversas profesiones y oficios, no son héroes. Son seres humanos como todos, que hacen lo mejor que pueden con lo que saben hacer para sobrevivir, para mejorar la vida de los demás y se les agradece. Lo que queda es seguir su ejemplo y agradecer sin medida, asegurarse de que sepan que lo que hacen toca nuestras vidas de buena manera. Todo lo que persiguen finalmente, es el sustento que les permita la sobrevivencia para ellos y sus familias. Espero haber correspondido a su esfuerzo.

 

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Mariachi ocre >> Óleo >> J. G. Gasque

Marisela es hija de Miguel Romero y Luz María Álvarez; la menor de cuatro hermanos y madre de Beatriz, Leonardo y Omar. Nació el 28 de junio de 1967 en la Ciudad de México. Poeta y narradora. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Escribió algunos artículos sobre el cuidado de la salud de la mujer en un boletín mensual —en el que también colaboró en el diseño y edición—, distribuido en una Clínica privada. Fue allí donde comenzó el ejercicio de la escritura.

Participó en el taller de Creación Literaria que impartía el profesor Raúl Parra en la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México en 2006, gestando el cuento catártico “Sofía”, La primera impresión del escritor para la protagonista fue: “qué útero hambriento”.

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