Por Guillermo Santana
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Mis labios pasan por tus piernas haciéndoles caricias suculentas.
Vas contra la ansiedad de mis palabras en la marea de la noche
—quisiera nombrar ciertas partes de tu cuerpo
y algunas zonas de tu alma con palabras parecidas al profundo DESEO.
¿Cómo le llamaría a las comisuras de tus labios o a los pliegues de tu piel
con la sed de mi boca?
Sueño contigo estando a tu lado,
velo tu cuello que es una ciruela envinada.
—rompe mi respiración al probarla.
Bebo el líquido de tu piel,
el aire que surge de tu boca.
Ni siquiera el viento desértico alcanza a complacerme estando a tu lado.
Somos cuerpos condenados a la hoguera.
Carbón para el fuego de la noche…
Criaturas entre llamas.
He tirado la noche en un cesto de basura para estar contigo.
Estando solos en la mitad del mundo esperando que amanezca
hay un enigma que no alcanzo con mi cultura arcaica:
¿cómo puedo pasar mis manos en tu piel sin siquiera quemarme?
…
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