Por Vladimir Espinosa Román
La personalidad femenina que se retrata en el cuento “Los convidados de agosto” (incluido en el libro del mismo nombre) de Rosario Castellanos, nos muestra mucho de la cultura mexicana y nuestras tradiciones. La protagonista, Emelina, nos lleva a comprender una parte del mundo oprimido de la mujer en un México convencionalista y machista.
Así vemos como se entreteje una trágica historia en donde el desamor resalta, más que el amor. El deseo de conocer a un hombre y conocer la vida por parte de Emelina, como un derecho válido y que todos necesitamos, se ve frustrado por el machismo de su hermano Mateo y la complicidad de su amigo Enrique, sin dejar atrás a su hermana mayor Ester, que igual que Emelina es una solterona sin posibilidades de encontrar el amor.
El desarrollo del cuento se da en un lugar llamado Comitán, a propósito de la celebración del santo patrón “Santo Domingo de Guzmán”.[i] La gente lo festeja con mucho colorido y música. Las muchachas solteras acostumbran salir a buscar pareja para casarse, dejar su pueblo y realizarse como mujeres. Emelina, una jovencita que habita en el poblado, no duda en que su sueño se cumpla y pueda enamorarse.
Emelina vive decorosamente con dos hermanos, su madre y su hermana Ester; tiene una amiga llamada Concha que al igual que ella busca algún día encontrar al hombre de su vida. El sueño principal de la protagonista es realizarse en libertad, sin los complejos ni la moralina de su hermana Ester.
Así, Emelina lucha contra las adversidades y desavenencias que le acarrea el deseo de ir a la fiesta del pueblo con su amiga Concha para distraerse, o quizá como premonición de sus sueños. Allí encuentra a un hombre extranjero que la ayuda a levantarse luego de un alboroto en la plaza de toros y le invita un trago; ella, en su deseo por conquistar la libertad, quiere irse con él y vivir a su lado, pero su hermano Mateo y su amigo Enrique la ven y se enfrentan con su acompañante. Sin más, ella queda sola, con su sufrimiento de mujer.
Dentro de este cuento fantástico las acciones más relevantes son las siguientes:
1ª. Queda marcada por el inicio donde se narra: “El rompimiento fue aquella madrugada mucho más ruidoso que ninguno de los presentes era capaz de recordar […]”,[ii] pues revela que hubo un acontecimiento que se rompió, no se concretó y que al final de cuentas nadie iba a recordar. ¿De qué acontecimiento estamos hablando? Del encuentro que tuvo Emelina con el hombre extranjero y con el que quería irse del pueblo.
2ª. Cuando Emelina nos hace saber que quiere estar con un hombre, lo cual solo se manifiesta a través de sus sueños:
[…] la campanada fúnebre, tan familiar, la que rompió el delgado hilo de somnolencia al que aún se asía Emelina. Desde el web de la algazara sintió amenazados sus ensueños y se aferró a ellos apretando los párpados, respirando con amplitud pausada. Sus labios balbucearon una palabra cariñosa:
—Cutushito…
mientras estrechaba entre sus brazos, con el abandono que solo da la costumbre, su propia almohada.[iii]
3ª. Se hacen patentes, en la parte final, el machismo y la desigualdad entre los hombres y las mujeres: Emelina no debe irse con un hombre que no conoce, pues, por el simple hecho de estar con él en una situación comprometedora (ya que traían unos tragos encima), ensuciaba el apellido de la familia, ya que no se daba a respetar. Luego, Enrique Alfaro (amigo de Mateo) sí puede ir a un lugar mal visto por la sociedad, un burdel, y, en cambio, nadie se lo echa en cara y él, apartando a Emelina de su acompañante, queda como un héroe: “Enrique echó andar sin rumbo por las calles desoladas. Desde lejos le llegaba el eco de las marimbas de los cohetes, de la feria. Pero no se apagó siquiera cuando Enrique golpeó, con los aldabonazos convenidos, la puerta del burdel”.[iv]
El tiempo narrativo dentro del cuento esta combinado entre el mundo real y el mundo de los sueños de Emelina, pero se diferencia claramente lo que está ocurriendo, los verbos están conjugados en copretérito y antecopretérito. Por ejemplo:
Las imágenes que cruzaban la mente de Emelina eran confusas. Se veía en San Cristóbal, en un sórdido cuarto de hotel donde en alguna ocasión se había alojado con su hermana, en el viaje memorable (por único) que ambas emprendieron a la ciudad vecina. Recordaba los pisos de madera, rechinantes y no muy seguros; […] Sin embargo, la habitación aparecía transfigurada en el sueño de Emelina. Por lo pronto —¡qué alivio!— estaba sola. No, sola precisamente no. Faltaba Ester pero sentía la respiración de alguien allí. Alguien cuyo rostro no alcanzaba a distinguir […]. Era un hombre.[v]
El narrador esta siempre metido en el personaje de Emelina y siempre está de acuerdo con ella, narra desde el web; es de tipo heterodiegético, así:
Emelina depositó con cuidado la taza sobre el plato. Recordaba, con una especie de resentimiento, la feria anterior. No es que los toreros fueran buenos ni malos. Es que no habían sido toreros sino toreras. ¡Habráse visto! Los hombres estaban encantados, naturalmente, con el vuelo que se dieron. Pero ¿y las muchachas? Había sido una decepción, una burla. ¡Cuántas, repasó Emelina mientras se limpiaba con cuidado las comisuras de la boca, cuántas esperaron esta oportunidad anual para quitarse de encima el peso de una soltería que se iba convirtiendo en irremediable! […]. [vi]
Finalmente, en “Los convidados de agosto” tenemos la oportunidad de ver un mundo conocido, en el que cualquiera se puede identificar con cualquier personaje; es un cuento lleno de realidades, lleno de verdades, de colores, de música, de amor, de desamor, de dolor, de tristeza, etcétera.
Emelina es una mujer más que lucha, aún de manera errada, por su libertad. Se sobrepone la desigualdad de géneros y del fuerte sobre el débil. Emelina es el reflejo, no de una sino de muchas mujeres que han sido juzgadas, acaso minadas y expuestas, por una sociedad injusta.
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OBRAS CONSULTADAS
Castellanos, Rosario. Los convidados de agosto. México: ERA, 2008.
Pimentel Luz Aurora. El relato en perspectiva. México: UNAM-Siglo veintiuno, 2008.
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NOTAS
[i] “El gran portón de la iglesia estaba abierto de par en par. Así resaltaba mejor la reja de papel de china que las manos diligentes de los afiliados a las congregaciones, habrían labrado durante la semana anterior. […] Alrededor una leyenda lo abarcaba todo ‘¡Viva Santo Domingo de Guzmán, patrón del pueblo!’
Rosario Castellanos. Los convidados de agosto, p.58.
[ii] Ibid., p.57.
[iii] Ibid., p.59.
[iv] Ibid., p.95.
[v] Ibid., 59-60.
[vi] Ibid., 62.
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OTRAS CRÍTICAS
El arte moderno en La deshumanización del arte, de José Ortega y Gasset >> Vladimir Espinosa Román
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