HABLA EL PADRE

por Iván Dompablo R.

Por Iván Dompablo

Te creé con mi propia materia y silencios. Quizá también, para tu desgracia, hayas heredado mis inseguridades. Luego, tú me enfrentas, me acusas y condenas.

Desde tu posición de juez inapelable localizas la fisura en cada uno de mis actos. Me pides todo, atribuyéndome no sé qué poderes absolutos; a veces escucho tu voz que me llama desde cualquier lugar. Esperas de mí que te brinde la esperanza cuando el terror paraliza tu respiración y el frío recorre tus sienes. Soy el último refugio que te queda contra la locura. Crees firmemente que no existe peor soledad que la tuya. No lo sabes, aún no lo comprendes.

No sabes que en un principio (si es que puede hablarse de uno) también yo estaba solo y aún lo estoy a pesar de ti. No sabes lo terrible que es permanecer para siempre presenciando la muerte de todo, consolándome a mí mismo con la idea de que la transformación es lo único constante, sin alguien con igual entendimiento con quien compartir el universo, sin la posibilidad de simplemente rendirme, dejarme caer y esperar a que alguien me sostenga; un amigo, una amante o un padre. Tú cambiarás, algún día serás gusano y árbol, pájaro y luz en combustión. Serás un recuerdo que se borra, polvo de estrellas, pero yo siempre seré quien soy.

A sus ochenta años el viejo había olvidado muchas cosas, el rostro de su hijo muerto desde hacía tanto tiempo era una nube aborrascada. Había olvidado también la desesperanza, sólo le quedaba una ligera tristeza. Ya no tenía amigos ni familiares, tampoco ilusiones pero, a pesar de todo, la vida se empeñaba todos los días en seguir adelante. Le ordenaba buscar alimento, juntar latas, caminar bajo la llovizna con un costal a cuestas. Con pesados pasitos sabía llegar a su casa, prender el fuego, calentar el agua. A veces, antes de lograr dormir, miraba en la oscuridad las sombras de los objetos a su alrededor mientras se preguntaba si realmente existiría Dios. Él no lo creía. Mañana saldré más temprano a buscar latas.

IMAGEN

Padre eterno >> Óleo sobre lienzo (240 x 277 cm) Museo BB. AA. de Sevilla >> Francisco de Zubarán.

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