Mira hacia arriba, mira hacia el cielo.
Niña bendita, desvía tu mirada
a las alturas inmensas del azul perpetuo,
lleno de sí, ahíto de claridad,
y si mis manos palpan
el deseo entre las tuyas,
el tiempo estigmará su mansedumbre paso,
entre pecho, vientre, corazón y alma,
y yo, con pequeñas caricias
contemple nuestro pasado:
luz, sabiduría centellea en tu mirada
recreándose a sí misma en cada aurora,
mientras nuestro futuro se escurre
en el tiempo celosamente
atesorado en el añil de tu iris.
De tus párpados, develaré
besos, caricias; deleites inéditos,
mis ojos arrebataran templanza
para soñarme inmerso en tus formas,
prendido de mis labios a tus senos,
como criatura entre tus brazos amamántame.
Permite a mis manos pródigamente
concupiscencias inciten en tu piel,
mientras exploro parajes vírgenes
deja que en un beso el amor te forje mujer.
Diosa inmaculada, Diosa carnal, Diosa bendita;
el presente es ahora, mírame,
soy yo, tuyo por siempre,
y si grande es el ímpetu de nuestro fuego,
la impoluta belleza de tus ojos,
marchitará del índigo cielo
su brillo e inmensidad,
ya que seremos tierra y agua,
aire y fuego, el todo;
la unidad incognoscible llamada universo.
IMAGEN AL EXTERIOR
Promesa de primavera >> Lawrence Alma Tadema., Alemania, 1836-1912.
Alejandro Roché nació en el Edo. de Méx. en 1979. Ingeniero en Comunicaciones y Electrónica por el Instituto Politécnico Nacional. A la par de su desarrollo profesional como programador informático, se ha ejercitado desde temprana edad en la disciplina de la Literatura, sobre todo en el campo de la narrativa. Lector ávido. De 2000 a 2005 formó parte del Taller de Creación Literaria del escritor Julián Castruita Morán dentro de las instalaciones de la ESIME-Zacatenco del IPN. Durante los próximos años escribió la novela Abraxas, hoy publicada por entregas y disponible en este medio. Colabora con profusión en Sombra del Aire desde mayo de 2015.