Por Nidya Areli Díaz
Entrevista a Adrián Asdrubal sobre el laboratorio de teatro Onirismos
¿Cuándo surge la compañía?
Surge en el 2003, hace ya 12 años. Surgió porque queríamos hacer teatro, habíamos visto muchas cosas de teatro en ese tiempo y queríamos hacer como un teatro que tuviera que ver más con nosotros, es decir, alejarnos un poco de los textos pre escritos para empezar a hacer teatro de investigación. Entonces empezamos, justamente, el Laboratorio, digo en ese momento no sabíamos que era un laboratorio y yo era bastante joven y tuvimos muchísimos problemas para intentar hacer teatro, pero así surgió Onirismos, con la intención de investigar, de hacer investigaciones escénicas acerca de los temas que nos tocan a nosotros.
¿A quienes nosotros?
A los…, bueno normalmente es a mí, pero ya después comparto esta… esta como inquietud.
¿O sea, estás hablando de temas de nosotros, temas sociales, pues, que competen a México, al Distrito Federal o a…?
Sí, son temas que competen…, sí, a la sociedad mexicana que vive en la Ciudad de México.
En cuanto a técnicas…, bueno, invariablemente es un teatro muy experimental, es lo que yo tengo como…, no sé, como…, me salta ¿no?, ¿tú te basas en algunas técnicas específicas o has ido construyendo una teoría teatral a lo largo de estos 12 años?
Bueno para empezar sí…, sí se ha ido construyendo una teoría teatral, pero también depende del proyecto, entonces por ejemplo el de Los minutos se vierten que es como teatro-danza, justo, nos dijimos “vamos a hacer una obra que combine expresión corporal, que combine danza contemporánea y, que todo quepa en un espectáculo teatral” ¿no? En el caso de Esta noche no hay nadie en la ciudad tratamos de combinar lo que era performance o lo que se concibe como performance o acción performática con el teatro; entonces, bueno y las temáticas más o menos iban por ahí. Los minutos querían ser como un…, bueno intenta ser como una especie de regalo hacia las abuelas y la técnica que utilizaban, justamente, era la danza ¿no?, darle un regalo (contemporáneo) a las abuelas a través de la danza. Y por el otro lado, lo de Esta noche no hay nadie en la ciudad tenía que ver, justo, más con el contacto con la sociedad ¿no? Entonces, empezamos a tomar recursos del performance y empezamos a investigar a través de las acciones performáticas para ver que sucedía con el público y cómo les afectaba el tema y poco a poco eso irlo atrayendo hacia el teatro, pero, repito, a lo largo de los doce años ya hay como ciertos parámetros que Onirismos ya tiene en sus obras en general, a pesar de que sean muy distintas unas de las otras.
Ah, por ejemplo no nos gustan los aplausos, no nos gusta que…este…, bueno a mí no me gusta, jaja, no me gusta a mí el proceso o el ritual de darle o de ofrecer los aplausos como agradecimiento porque siento que aleja un poco al…, como que el evento teatral en sí, lo aleja del público ¿no?, es un momento de aplaudo y ya me alejo, y ya puedo tomar distancia de lo que acabo de ver y salir del teatro como si nada hubiera sucedido. Entonces, todas nuestras obras, justamente, intentan como no…, bueno no hay, pues, este momento de dar aplausos, en realidad se deja al público en solitario en el lugar hasta que quiera salirse.
¿Tú, dónde te formaste como actor, como director, como dramaturgo?
Me formé…, al principio empecé a formarme como actor, hace muchísimo tiempo, hace unos 15 años, digo en pequeños grupos independientes, pequeños talleres de teatro, empecé en la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán a tomar teatro en pequeños talleres. Después empecé ya como una formación más disciplinada con el teatro, pero en el área de la dirección, de la dramaturgia y de la teatrología en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en Ciudad Universitaria, en la Facultad de Filosofía y Letras, en el Colegio de Literatura Dramática y Teatro, en la Licenciatura de Literatura Dramática y Teatro.
¿Tú eres diseñador y estudiaste la licenciatura en Literatura Dramática?
Soy…, estudié comunicaciones de manera formal, tengo mi título de comunicólogo, tengo un posgrado de comunicación gráfica, pero…, pues he estado siete, ocho años estudiando teatro de manera independiente y aprovechándome un poco de que los profesores en la UNAM aceptan oyentes.
Ah, ya, ¿entonces tú prácticamente tomaste las clases de dramaturgia, de literatura dramática como oyente?
Así es.
¿Quiénes integran Onirismos?
El grupo ahorita está integrado y diferenciado en tres proyectos, cada uno de esos proyectos escénicos tienen distinto equipo, tanto del elenco o del equipo técnico o de producción. En realidad la cabeza o las personas que están en la producción sólo son cuatro, que es: la asistente de dirección, Reyna Hernández; Iván Álvarez que está ayudando también en la gestión y actuando en una y, haciendo de entrenador corporal en otra; una chica que se llama Pilar que también nos está ayudando, ella está moviendo las obras, se encarga, justamente, ya de la gestión como tal y yo que estoy como director, Adrián Asdrúbal.
¿Entiendo que Onirismos es también como un taller, aparte de una compañía teatral?
Ya. Sí, tenemos además un proyecto de talleres anual, entonces cada año lanzamos una convocatoria de talleres de especialización para actores-bailarines y normalmente pues es voz con Muriel Ricard, es clown con Arthus Chávez y cada año estamos con Alberto Villareal de dirección o…, ya hace un año estuvimos con Ricaño de dramaturgia.
¿Y de dónde salen los actores que integran las obras?
Son personas que normalmente se acercan a nosotros, que quieren trabajar con nosotros, bueno…, le campechaneamos entre esas personas que se acercan a nosotros y nos dicen, “hemos visto su trabajo, queremos trabajar contigo” y, además, contactamos personas que nos agradan…, que hemos visto en escena, con las que podríamos trabajar.
¿Cuántos proyectos aproximadamente sacan cada año?
Mmmm. Sacamos un proyecto al año, escénico. Digo, porque además están los talleres; además hemos estado apoyando por tres años consecutivos al Festival de Teatro por la Justicia Social en Iztapalapa; hace un año estuvimos también apoyando el Festival Internacional de Performance Extra. Digo…, tenemos como muchas actividades secundarias o alternativas.
El panorama del teatro en general, no solamente en el país sino en muchos lugares del mundo, es muy difícil en el aspecto de que hay mucha gente que no va al teatro, es difícil llenar los teatros, las políticas públicas no ayudan mucho, ¿cómo haces un proyecto de esta naturaleza, independiente, sustentable?, ¿es sustentable?
Pues hacia allá estamos trabajando, jajaja, digo, todavía nos hace falta trabajo. Por ahora lo que más retribuye al grupo son los talleres, más que las presentaciones; justamente por lo mismo, o sea porque la gente no está acostumbrada a ir al teatro, excepto los mismos teatreros y los familiares de los teatreros y los amigos más cercanos de los teatreros. Por eso tenemos este programa anual de talleres, para que empecemos a…, bueno para generar toda la producción de las obras sin estar haciendo, por ejemplo, esto de fondear ¿no?, que ahorita está como muy de moda pedirle a la gente dinero.
¿Cuál es la filosofía de Onirismos?
Es…, se me olvidó la palabra exacta, pero es crear compañeros, es crear lazos con las personas, por eso empezamos como esta cosa más experimental, por eso empezamos a alejarnos ya de los textos preestablecidos para empezar a hablar sobre temáticas en específico. Es como enlazarnos o aferrarnos a las cosas que suceden hoy por hoy, eso es más o menos Onirismos.
¿Tú eres el dramaturgo?, es decir, ¿tú adaptas la investigación a un guión?
Más o menos sí. Se genera toda una investigación. Ahorita, por ejemplo, con Los minutos se vierten, cada actriz y actor hicieron su pequeño texto; de ese texto se empezaron a generar distintas escenas y esas escenas más bien yo las adapto, o sea, sí hago como una dramaturgia, pero hago una dramaturgia escénica. En realidad yo no me meto con el texto, excepto ya que lo estoy viendo en escena porque han de saber que escribir literatura y escribir una obra de teatro es como…, bueno escribir una obra de teatro tiene que ver con estos procesos escénicos de la presentación. Entonces, más bien, sí hago como una dramaturgia, pero la dramaturgia que hago es más escénica, más que meterme sobre el texto a hacerle algunos ajustes.
Es decir; te vas más sobre las acotaciones…
Sí, más o menos. Es que, por ejemplo, si algo no funcionó, si una pequeña escena no funciona y tiene texto, toda esa parte se va y… pues ni modo, tenemos que recortarla, tenemos que editarla y tenemos que hacerla funcionar de otra manera. En ese momento, pues sí me meto con el texto, pero nada más es en cuestión de…, justamente, estos parámetros de presentación y de ritmo.
En general ¿qué duración tienen las obras que presenta Onirismos?
Son muy distintas. Silencio, por ejemplo, duraba 50 minutos, Los minutos se vierten dura una hora diez y Esta noche no hay nadie en la ciudad está durando entre una hora y media y dos horas.
¡Bastante! Bueno es que el teatro actualmente es como más breve ¿no?, oscila entre los 45 minutos y hora y media. No más allá de eso.
Sí, normalmente. De hecho estamos tratando de ajustar Esta noche… para que duré una hora y media porque así se vuelve pesado.
Digo, en el teatro clásico las obras pueden durar desde tres horas hasta una semana ¿no? jaja.
Además, están las obras de La Compañía Nacional de Teatro que duran más de tres horas.
No sé que más me quieras platicar de la compañía, de las personas que participan en la compañía, del proyecto que tienes a largo plazo.
Mmmm. El proyecto a largo plazo de Onirismos es solidificar más la parte administrativa del grupo. Todo esto de la gestión y la producción es una parte esencial que, he de ser sincero, nos falta mucho de pulir ¿no? Como lo decías, de dónde van los fondos, cómo hacemos que la gente vaya. Entonces, en sí, necesitamos, a mediano plazo, solidificar esa parte del grupo y a largo plazo estamos tratando de ver si nos hacemos de un espacio para, justo, abrir más las posibilidades del teatro en esta ciudad.
En el contexto cultural, por lo menos en lo que podrían llamarse las artes formales, en México estamos en pañales en cuanto al público ¿no? Entonces, me parece que hay que, al mismo tiempo que hacer arte, ir educando ¿no? Es como una labor doble ¿no?, por un lado tienes que…, no sé, hacer tu producción de obras y por otro lado tienes que hacer que la gente vaya y que tome gusto por las obras. ¿Cómo asume Onirismos esta doble función?
Ah. Por ejemplo, Esta noche no hay nadie en la ciudad se trata, justamente, de esta investigación de las violaciones en el Estado de México ¿no?, desde dónde surgen. Entonces, en ese sentido esa obra al mismo tiempo informa y educa de alguna manera de estos términos que normalmente no conocemos ¿no?: de feminicidio, de feminismo, de violencia de género, de violencia estructural, de violencia simbólica. Entonces, ya, en sí, ese espectáculo teatral tiene desde la raíz esta función doble de entretener y educar al mismo tiempo. Pero también pensaba cómo hacer que el público siga regresando ¿no?, y por el otro lado pienso, justamente, en Los minutos se vierten que es una obra que va hacia lo familiar y que, curiosamente, las personas regresan a ver esa obra con toda su familia… Entonces…, digo, poco a poco vamos tratando de discernir como esta doble función y…, bueno, también pienso en esto de educarlos a ya no hacer este ritual de aplaudir al final de la obra.
En México, en la Ciudad de México, el teatro está bastante centralizado, me refiero a que los teatros están sobre Insurgentes, los teatros están en CU, los teatros están en lugares muy muy específicos ¿no?, y hay lugares que quedan completamente sin cobertura. Entonces hay un montón de trabajo que tienen que hacer las compañías de teatro y los artistas en general para llevar esa oferta cultural a donde no está llegando, ¿tú que tienes que decir con respecto a eso?
Sí, es muy difícil. Para empezar, por ejemplo, hay lugares, como el Estado de México, que carecen de mucha infraestructura teatral. No es como en el sur, justo, que tenemos el Centro Cultural Universitario, que tenemos el Centro Cultural del Bosque ¿no? Los pocos teatros y gigantes teatros que hay en el Estado de México son para obras musicales de producción en masa. Entonces, es difícil encontrar un espacio en donde presentarse. Y la otra dificultad, justamente, es llevar el público al teatro, es, justamente, a ese público que no está acostumbrado a ver en teatro otras cosas más que… Anita o… jaja, no sé. Entonces, sí nos ha sido muy difícil porque…, bueno, empecé yo en la FES Acatlán, pero a la FES Acatlán nada más van los alumnos que estudian ahí, casi no va otra gente, pero es un muy buen lugar para explotar la cultura. Sin embargo, la gente no está acostumbrada y tiene más estos centros comerciales en donde…, pues ahí se reúnen, toman café y hacen todo lo que necesiten. Sí, es muy difícil, muy difícil.
Yo pienso, por ejemplo, en delegaciones como Milpa Alta o Tláhuac.
Hace poco, por ejemplo, presentamos Esta noche no hay nadie en la ciudad en un espacio alternativo, es un almacén gigante vacío, ahí en Arbolillo, bueno, se llamaba la calle Arbolillo, en la colonia de Las brujas o algo así, pero… digo, sí, los vecinos se acercaban porque además es una zona en donde nada más viven puras familias, los vecinos se acercaban y preguntaban “¿qué va a haber?”, teatro, “ah, bueno, la próxima semana”, pero nada más estuvimos dos días ahí. Es muy difícil de acostumbrar o de llamar la atención de gente que ya ha pasado mucho tiempo de su vida sin acercarse a este tipo de ofertas culturales cerca de su casa. ¿Se puede hacer?, sí lo creo, pero se necesita mucha planeación y pues estar duro y dale en ese lugar ¿no? Mucha inversión, porque el teatro no se va a sostener solo los primeros años.
Claro. Bueno, por último, como director quisiera preguntarte (es una pregunta un poco fuerte pero…), las políticas actuales, bueno, durante mucho tiempo el ámbito cultural estuvo como sustentado por el Estado. Actualmente las nuevas políticas públicas cada vez se van separando más, se van distanciando más de la cultura ¿no?, de los grupos independientes, de los artistas, y no me refiero nada más al teatro sino, pues, a todo prácticamente. Entonces, con respecto a esto, ¿tú cómo ves el panorama o cómo lo asume Onirismos? Hay que irse adaptando es obvio, pero yo me he puesto a pensar: de alguna manera la gente no está acostumbrada a gastar en cultura porque la proveía el Estado, que además era como muy elitista, el Estado promueve lo que quiere promover ¿no? Entonces, ahora es como más…, si tú eres artista o si de alguna manera generas cultura tienes que ser autosustentable ¿no?, y tienes que enfrentarte a esta costumbre de que la gente no gasta en cultura porque la provee el Estado y al miso tiempo las personas que nos dedicamos a esto no tenemos las bases en cuanto a administración, en cuanto a contabilidad, en cuanto a toda esta parte de empresa que está requiriendo la situación. Entonces, bueno, desde tu postura como dirigente de esta orquesta ¿qué piensas sobre las nuevas políticas públicas que se desentienden en parte?
Pues es un panorama bastante aterrador la verdad ¿no?, de hecho antes de las elecciones empezamos a tener como más incidencias performáticas, justamente, para apoyar la no elección del presidente. Entonces, en ese momento, pues, estábamos aplicando nuestros conocimientos artísticos para difundir cierta información. Mucho, también, de lo que he aprendido es gracias a esta compañía: Teatro en la piel, de la que Onirismos es también como muy compañera; estos chicos hacen también teatro político, teatro social y ellos tienen más está estructura de la autosustentabilidad y han ido encontrando apoyos en otras instancias privadas. De hecho con ellos fue con los que hicimos los festivales de teatro por la justicia social, que en parte era como financiada por más universidades que por el Estado o por los municipios o por las delegaciones. Y pues sí, hay que ajustarse a este tipo de políticas, pero al mismo tiempo no dejamos de alzar la voz por otro tipo de trato hacia la cultura. También existe algo que se llama capital corriente o…, no me acuerdo bien del concepto, pero es un concepto legal por lo cual el Estado le paga cuando quiere a las personas de cultura, cuando tenga dinero.
Los minutos se vierten
Los minutos de vierten es una obra que consta de un solo acto. Con una duración de un poco más de una hora, seis personajes, un hombre y cinco mujeres (Alejandra Díaz, Gabriela del Río, Marisol Paredes, Yollotl Manzur, Zaira Ballesteros e Iván Caldera), van narrando uno a uno las vidas de sus abuelas y la manera en que se ven en ellas reflejados. La danza cumple un papel primordial, pues básicamente es ella quien da movimiento y ritmo al drama, así como la pantalla en escena, gracias a la cual otros personajes, las abuelas, irán cobrando voz e imagen propia, contando sus anécdotas y sus experiencias de vida. Se basa el drama en el poema de Carolina Estrada con el mismo nombre del drama y es Adrián Asdrubal Galindo quien hace las veces de director y adaptador.
Ahora bien, cuando hablamos del drama Los minutos se vierten no nos referimos ni al teatro clásico ni a una sola obra. Se trata de un guion que se reconstruye en cada temporada y en el que la experimentación interpretativa, en forma y contenido, no se hace esperar; es una propuesta novedosa, única en su tipo, arriesgada y valiente. En Los minutos de vierten los actores se involucran con el teatro de una manera distinta a la tradicional, pues debe cada uno de ellos realizar una investigación exhaustiva en torno a la vida y a la obra de sus abuelas. Allí muchos de ellos se encuentran con sorpresas inesperadas sobre su propia existencia y el lugar que ocupan en el mundo; el actor sale de su zona de confort para entrar de lleno a interpretar un personaje que surge de sus propios orígenes y que tiene su germen en su propia semilla.
Pero, ¿quiénes son estos actores que confrontan por primera vez a las madres de sus padres y que en ellas se reflejan con nuevos matices?, ¿quiénes son las abuelas en cuestión? Son estos jóvenes los de la generación que nació en los años ochenta y son estas abuelas las que vivieron su juventud en los años cincuenta; quiero decir, las abuelas que miraron atónitas las avalanchas demográficas, tecnológicas y sociales de la segunda mitad del siglo XX en la Ciudad de México, que escucharon hablar a sus padres de la Revolución mexicana, que vieron instalar las primeras televisiones en las salas de sus casas, y que fueron criadas en ambientes rurales y apacibles. Luego, hablo también de esta generación de jóvenes que ha debido enfrentar la eterna crisis, cuyos padres trabajadores los dejaron a cargo de las abuelas y que, si bien pasaron la infancia plácida lejos del bullicio tecnológico, vieron estallar ante sí la vorágine de la Internet y, posteriormente, de las redes sociales, los gadgets, el desempleo, las consecuencias de la devaluación del 94, entre otros acontecimientos.
En Los minutos se vierten se confrontan, sin los padres mediadores, dos generaciones disimiles y similares al mismo tiempo; dos generaciones que se reconcilian en los mismos genes reflejados en los mismos rasgos en los espejos dispersos del tiempo; generaciones que viven la sexualidad, el trabajo y la vida de maneras distintas y que, al unísono, pueden identificarse plenamente en los mismos valores que se heredan secuencialmente. No se trata de una historia en particular sino de la gran historia de estas dos generaciones y del panorama general de la vida cotidiana que las circunda. Así, la obra se actualiza, cambia el guion, pero sigue siendo la misma en tanto sigue identificando los mismos factores y protagonistas históricos.
Las oraciones y rezos rosario en mano, una cocina exquisita y natural basada en el mestizaje prehispánico-español, los boleros de cachetito, el estambre de tejer, los regaños y cintarazos, así como los apapachos y los tecitos de hiervas múltiples que lo curan todo, son algunos de los elementos que unen y caracterizan a estas generaciones tan cercanas; pues todos aquellos nacidos en los ochenta identificarán estos elementos como rasgos que arroparon su niñez en la casa de los abuelos, cuando los padres trabajaban y los pequeños quedaban a cargo de la abuelita amorosa o regañona. Luego de que los minutos pasaron, vertiéndose, aquellos niños crecieron y se fueron alejando de la casa entrañable. Los minutos se vierten es una magnífica oportunidad para preguntarse cuándo dejamos de frecuentar a los abuelos y de dónde vienen los paradigmas bajo los cuales crecimos.
La idiosincrasia de la mujer mexicana tradicional se exhibe en esta obra singular; los ideales y el imaginario que la conforman quedan aquí de manifiesto. La danza, los sonidos, las imágenes, los objetos, se conjugan todos para hacer un conjunto homogéneo, tejiendo con estambre el consenso histórico y los encuentros y desencuentros entre dos generaciones. Los minutos se vierten emplea un escenario de pocos elementos, sin una compleja o elaborada construcción, donde sólo unos pocos objetos, acomodados esquemáticamente alrededor del proscenio, irán cobrando utilidad conforme se van utilizando por los actores. Los actores, por otro lado, interpretan personajes construidos por ellos mismos; personajes, además, con los que comparten historia y sentimientos. Las abuelas están aunque no estén, actuando dentro de sus propias vidas. Así, ningún elemento en el teatro está de sobra, cada uno de los elementos guarda un propósito y cumple una función específica.
Finalmente, más allá del teatro como divertimento casual, este tipo de obras exhibe problemáticas sustanciales y tan profundas como el abandono y el alejamiento hacia los viejos por parte de las generaciones más jóvenes. Se trata de un teatro propositivo donde los implicados, actores, público, director, etc., asumen nuevos roles, involucrándose de una manera más sustancial. El teatro se convierte así en un lugar de encuentro múltiple; encuentro entre el público y los actores, entre el público y el director, entre el director y los actores, pero, sobre todo, entre las diferentes generaciones que integran a una sociedad tradicional por antonomasia y profundamente lacerada en su estado social.
Charla con adrián Asdrubal Galindo sobre Los minutos se vierten
Háblame de Carolina Estrada y del texto
Cuando empezamos el proyecto estaba leyendo los textos de Carolina Estrada y encontré el de Los minutos se vierten que es como… la manera en que todas las experiencias o todas las personas que tocamos, pues, se vuelven parte de nosotros. Entonces tomé esa idea de agarrar vivencias de distintos tipos de abuelas para hablar de todos los tipos de abuelas.
¿Y el texto qué es, es un…?
Es un poema
Sí, al final.
Háblame un poco de la actualización de la obra, ya la había visto y veo que hay cosas nuevas ¿no?
Es que en la versión anterior participaban otras personas, ahorita es un equipo totalmente nuevo. Entonces, tuvimos que rehacer las escenas conforme a lo que tenían que decir de sus abuelas.
¿Por qué la danza?
Fue una manera de acercar a estas generaciones de abuelas hacia nuevos lenguajes, más contemporáneos. Digo, ellas normalmente están más familiarizadas con las telenovelas y ese tipo de lenguajes. Entonces pretendíamos mostrarles una propuesta nueva o fresca a través de estos lenguajes contemporáneos.
¿Cuál es tu público ideal?
El público ideal son familias; la obra es familiar, para ver la obra y traer a la familia y recordar todos a la abuela o al abuelo y luego traer al abuelo y a la abuela.
Platícame sobre la selección de los actores ¿son bailarines?
Todas son actrices y un actor.
¿Y los elementos de la danza?
Estuvieron ellos en entrenamiento por varios meses y poco a poco, a través de ese entrenamiento, empezaron a generar las propuestas sobre lo que querían decir en escena.
¿Quién montó la coreografía?
Patricia Rodríguez estuvo asesorándonos. En realidad todas las coreografías surgen de movimientos de los actores, pero pulidos por Patricia Rodríguez.
¿Quién hizo la selección de la música?
El Primo, Pablo el Primo, bueno, en realidad hay dos o tres tracks que son muy específicos de las abuelas, todo lo demás lo hace Pablo, el Primo Hernández.
¿El vestuario?
No hubo una persona que lo diseñara, simplemente lo conseguimos con ciertos parámetros de color.
¿Tú hiciste la selección del vestuario?, ¿entre todos?
Sí, entre todos lo hicimos y los colores se eligieron azul y gris por lo que representan: el azul tiene que ver con la eternidad y el gris tiene que ver más con el respeto y la seriedad.
¿Y el reparto?, ¿de dónde lo sacaste?
El reparto…, a todas las actrices y al actor ya los conocíamos, ya los habíamos visto y entonces decidimos acercarnos a ellos por invitación y Marisol se agregó también después, digo, casi íbamos a trabajar y ella se acercó a nosotros porque le encantaba el tema de los abuelitos.
Los actores
¿Qué fue lo que te dejó la investigación que ustedes realizaron para hacer esta obra?
Hola, yo soy Alejandra. Lo que me dejó fue conocer más de mi historia, me enteré de un montón de cosas; yo creo que ahora entiendo porque soy así, y acercarme a mi abuela, y… cómo no juzgarla, conocerla; no sé, interesarme por mi historia.
En vista de que Los minutos se vierten es una obra tan personal para los actores, ¿hay una catarsis que tú vives en el proceso?
Yo soy Gabriela del Río. Pues creo que es como decir estas cosas que nunca había dicho ¿no?, pero… nada más, creo que sí existe un desahogo; yo siempre veo el teatro como una manera de hacer lo que no puedo hacer en la vida, aparte estoy ahí protegida por la ficción y van a decir que no soy yo ¿no?, aunque esto sea como muy personal y sí hay como ese momento de… de cada función andar reviviendo pequeñas cosas, u otras tantas que pasaron en la relación con mi abuela, o muchas cosas que la verdad no sé por miedo a preguntar.
Quiero pensar que la investigación te lleva a conocer más a tu familia. Entonces, ¿qué puedes decir sobre el proceso, y sobre el autoconocimiento que esto te genera?
Me llamo Yollotl Manzur. Pues, de inicio puedo entender más cosas sobre mis padres, sobre mi familia, sobre mí misma. Algo que yo no sabía era por qué me gusta darle de comer a la gente, siempre que traigo comida me gusta invitar y… pude caer en cuenta de que mis dos abuelas siempre saludaban a todo el mundo con comida y me encantaba comer con ellas. Y el amor, más que nada ¿no?, verlo, ver por qué para mí es tan importante la familia; pues, porque mis abuelas se lo inculcaron a mis padres y ellos a mí y, pues, pretendo hacerlo cuando yo tenga hijos.
¿Cómo afectó está obra en la relación con tu familia?
Me llamo Zaira Ballesteros. Este… no, nada, o sea, sí hubo como una cosa de que un día le dije a mi abuela lo que yo iba a decir y me dijo “hay no, pero es que ¿qué le gustaría a tu papá y a tus tías?, que solamente dijeras cosas bonitas de tu abuela” ¿no?, pero realmente que haya habido algún problema no, ninguno, solamente que yo creo que cuando la vean les va a hacer recordar mucho. No nada más la cara bonita sino también la otra cara.
Bueno la cuestión es porque el chico que está dice, por ejemplo, “prometí visitarla más”, y otra chica “ya la veo más”…
Yo creo que sí va a haber algún tipo de roce ¿no?, pero yo creo que siempre la ficción es ficción y que no puedes pensar que es algo personal; o sea, esto es con base a algo real, pero también puede haber un poco de fantasía ¿no?
Bueno, es que entiendo que ustedes hacen una investigación con su familia, por ello supongo que se involucran más…
Conoces cosas que nunca habías conocido, que no entendías; yo, por ejemplo, lo de… que mi abuelo cruzó el río Bravo, yo nunca lo había entendido. Mi abuela de repente dijo eso y yo dije “¿mi abuelo?, ¿cómo es posible?”. Pero son cosas que…, es padre así el trabajo, como encontrar de dónde vienes, cuales son las raíces.
Cuéntame ¿cómo fue trabajar con Adrián?, ¿cómo ves el proyecto de Adrián?
Soy Marisol Paredes. Ah, bueno, yo llegué a Adrián por…, el proyecto y el elenco ya estaba; yo llegué porque una de mis compañeras, Yollotl, me comentó del proyecto. Le dije que a mí me gustaría participar porque amo el tema de los viejitos, de los viejitos en sí, y siempre he tenido mucho cariño hacia ellos. Entonces, a mis abuelas las amo, son muy muy entrañables para mí. Cuando me enteré del proyecto me acerqué a Asdrúbal, le mandé un inbox, ¡jaja!, ahora que se utiliza mucho, y le dije “oye, soy Marisol Paredes, me gustaría participar en tu proyecto ¿cómo le podemos hacer?, ¿cuándo nos podemos ver?”, y me dijo “intégrate al próximo ensayo y nos vemos”, y yo “ah, bueno”. Entonces nos vimos, hablamos, me aceptó en el proyecto, y ha sido un proceso largo de mucho…, muy rico, como de mucha carnita y al mismo tiempo cansado como todos los proyectos ¿no?, de altas, bajas, complicaciones, conflictos, pero ha sido un proceso muy gratificante en varios sentidos, como actriz, como persona, sobre todo por esta cosa de sacar, de hablar sobre mi abuela.
Bueno, este…, también me interesó mucho porque mi abuela falleció en marzo del año pasado, muy repentinamente. Yo no soy de aquí, ella vivía en Aguascalientes y de pronto un día recibo una llamada que…, mi abuela se había matado en un accidente. Entonces, fue…, y esto me sirvió como para despedirme de ella porque no me pude despedir. Entonces, por eso creo que ha sido muy… muy bonito el trabajar en este proyecto con las compañeras y con Adrián.
Bueno, pues me gustaría que me hablaras un poco sobre la mezcla entre el teatro y la danza para esta obra, y si representó un reto acondicionarse para ustedes como actores.
Me llamo Iván. La utilización del recurso de la danza dentro de esta puesta en escena fue…, pues…, ya era algo que yo conocía porque vi el montaje pasado, yo cuando vi el montaje pasado le dije a Adrián que quería estar en la obra y, por muchas circunstancias, sucedió que así fue y pude estar. Entonces, yo sabía que el entrenamiento iba a ser fuerte para acondicionar el cuerpo; sin embargo, yo soy recién egresado y por fortuna en mi escuela nos dieron un muy buen entrenamiento físico. No es de danza, pero físicamente yo no me hallaba tan mal. Entonces, no fue tanto el golpe.
Ahora, la integración de la danza con las escenas viene a ser como el plus estético, o sea, nada más como un recurso que utilizamos cuando las palabras ya no nos alcanzan. Entonces, a veces un simple gesto de los que utilizamos representa el cúmulo de emociones de años de guardar silencio con la abuela o de decirle una cosa, pero querer decirle otra. Entonces, los gestos más que danza son una serie de concatenación de gestos que nunca dijimos y que ahorita los estamos llevando en una dinámica donde se integra con todo lo demás, se integra con las plantas, se integra con las sillas. Entonces, el uso de la danza me parece más bien un enriquecimiento de lo que las palabras ya no dicen. Eso es lo que en mi experiencia ha sido, tal vez porque yo no bailo, en la vida no me interesa ser bailarín, pero sí me interesa bailarle un poco a mi abuela, sí así se le puede decir ¿no?, ahora que ya no puede caminar y ella era tan bailadora. Aunque sea en un momento, treinta segundos, diez segundos, moverme un poco de lo que ella se movió, porque su sangre está en mi sangre. Eso es lo que ha representado un poco, un poco sólo de lo que la danza significó en este montaje para mí.