UNA AUSENCIA SOBREVUELA ESTE CUARTO

En el ápice de un instante

denso

una ausencia irrumpe en este cuarto.

Su vuelo majestuoso sobre mi cama

invoca todas las aves que ya he visto

y que no aprenderé a nombrar.

Es curioso cómo en esta jaula de sueños

la ausencia en vuelo parezca tan,

tan libre:

vence las leyes físicas y se las apropia

para volverlas plumas,

no hay espacio que la limite

sino el creado por el filo de sus alas.

Volará

esta ausencia, sí,

por un instante

hasta marcharse con un aleteo dimensional

que no vean mis ojos

ni escuchen mis oídos.

Pero dejará su rastro

gravitatorio

como huella indeleble

en la humedad de mi último suspiro.

No lloraré.

Aunque colme con su partida

el viejo pozo donde reposan mis lágrimas prestas.

Es de noche

y esa cortina escarlata que me observa

resguardando mi intimidad ya expuesta

se enciende de súbito con una luz ajena.

Vuelvo entonces al reverso

de la ausencia que aquí voló:

presencia

presencia de cosas:

un techo casi imperturbable

si no fuera por su obvio interés en la geometría de sombras,

un cuerpo recostado

que encarna

una topografía mudable

de sábanas, sueños y almohadas,

un calendario que reniega de su palpitar

y una puerta abierta.

.

IMAGEN AL EXTERIOR

Sabiá adentro >> Óleo >> Rafael Galdamez

Carlos Román Cordourier Real nació el 26 de diciembre de 1971 en lo que fue el Distrito Federal, México. Tiene formación académica de politólogo, y desde 2009 se autoexilió en la novelesca ciudad de Cuévano, capital cervantina de América, donde tiene el noble oficio de profesor en estudios políticos. Apartado de las expectativas gremiales de concentrarse en escribir artículos debidamente indexados, y libros que llenen de ideas colosales las bodegas universitarias, se rehúsa a hacer de su pecho almacén. Aunque no es poeta ni vampiro, escribe poemas porque cree, como Guillermo Martínez González, que hay que rebelarse contra la realidad y “chuparle al mundo su esencia”.

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