Por Alberto Navia

En 1944 fue editado por primera vez en la ciudad de Buenos Aires el libro Ficciones de Jorge Luis Borges. La aparición de tal obra le valió al escritor argentino la obtención del Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores. Dentro de dicho libro, junto con relatos tan insignes como el fascinante “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” y el grandioso “Pierre Menard, autor del Quijote” se encuentra la historia del original hijo de María Clementina Funes, Ireneo Funes, un chico uruguayo originario del Salto y propietario de la virtuosa característica “de saber siempre la hora”.

El “cronométrico Funes” había quedado tullido a los diecinueve años a raíz de una infortunada caída de un caballo tras la que perdió el sentido y al reaccionar había nacido a una nueva realidad enriquecida de manera casi insoportable. “Sabía las formas de las nubes australes del amanecer del 30 de abril de 1882 y podía compararlas en el recuerdo con las vetas de un libro en pasta española que sólo había mirado una vez y con las líneas de la espuma que un remo levantó en el Río Negro la víspera de la acción del Quebracho”.

El cuento borgiano “Funes El memorioso” nos permite la entrada a la historia que hoy quiero recomendarles. Es la historia de un personaje que, al igual que Funes, tiene el privilegio de la memoria infinita, una memoria que le permite almacenar la información sin la pérdida del menor de los recuerdos y que hace posible la comparación de tales recuerdos y su valoración para obtener los mejores resultados posibles. Un ser que no encuentra necesario el uso de los demás sentidos humanos sino solo el que él ha perfeccionado y que le da una visión del mundo que habita infinitamente más enriquecida que aquella que conocemos el resto de los mortales. Un ser con el dominio de un sentido que le permite descubrir cosas y personas en los lugares más insólitos y con pasmosa exactitud. Pero, a diferencia del Funes borgiano que lo que quiere es controlar la avalancha de precisiones que lo aturden y le impiden pensar, nuestro personaje tiene el control absoluto de su memoria y, lo más impactante, se trata de un depredador, un depredador letal.

Cinco años después de la publicación de Ficciones nacía en Alemania Patrick Süskind, un estudioso de la era medieval que llegaría a convertirse en un escritor de renombre mundial cuando, cuarenta años después de la publicación de “Funes el memorioso” publicaría la obra que llegaría a ser un rotundo éxito literario: Das Parfum (El perfume).

La obra del escritor alemán relata la vida de un hombre nacido en uno de los mercados del París del siglo XVIII. Jean-Baptiste Grenouille quien es parido por su madre dentro del puesto de pescado que atiende y es abandonado entre tripas y desperdicios malolientes para que muera. Pero Grenouille se rebela contra su fatídico sino y es rescatado por las autoridades. La madre es enjuiciada por su delito y decapitada públicamente en una plaza parisina. Así comienza la novela de Süskind y así comienzan las peripecias de Grenouille.

Desde pequeño, cuando sus ojos infantiles solo le permiten captar borrosas siluetas, Jean-Baptiste descubre el poder de su nariz, una nariz capaz de descubrir un mundo lleno de aromas y una mente capaz de almacenar todos y cada uno de los olores descubiertos. Pero muy pronto manifiesta que hay algo en él que hace que los demás le teman y lo rechacen. Grenouille ha descubierto aromas insospechados para el resto de los humanos: el olor del vidrio, el del agua fresca, el de los gusanos dentro de las frutas, el de la lluvia. Reconoce la una persona mucho antes de que ésta sea visible. A diferencia del resto de los niños que generalmente temen a la oscuridad, para él tal temor no existe por el simple hecho que para él no existe la oscuridad, su luz son las fragancias. Solo hay un olor que repudia, el de los seres humanos. Un día descubre en la callecillas de París un perfume especial y distinto de todos aquellos que reconoce, es el aroma de una joven muchacha. Nace en Grenouille el ansia de atesorar los aromas, de hacerlos suyos y se vuelve ayudante de un viejo perfumista. Pero pronto descubre el terrible secreto de su naturaleza, aquello por lo que ha sido rechazado desde su más tierna infancia: ¡Jean-Baptiste Grenouille no tiene aroma! Ahí comienzan sus afanes de hacerse con el mejor perfume de todos los perfumes, ahí comienza la historia de un depredador del cual es imposible ocultarse porque descubre a sus víctimas por su aroma.

Definitivamente es El perfume una de las mejores y más dramáticas novelas que podemos encontrar. Trepidante historia con un caudal de escenas perturbadoras y un final sorprendentemente insospechado. El perfume es una novela que definitivamente no deberíamos perdernos y, por supuesto, esperamos sus opiniones y comentarios a esta sugerencia literaria. Saludos.

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