Me detengo a observar por un instante en un pedazo de papel la imagen que ha perdurado con el paso del tiempo y trato de encontrar algo que me permita recordar lo que sucedió después, intento aparecer en los días posteriores, el viento trae partículas, granos de arena que cubren mi rostro de rasgos de envejecimiento.
Me hace falta descansar, ha sido de golpe todo, trato de acomodar las ideas pero es imposible pensar con dos días enteros sin dormir, en donde sólo me he detenido a tomar algo de alcohol y café. Se me ha ido el hambre, la fuerza también. Ya me caí una vez en el camino, abrí los ojos estando en el suelo, como consecuencia traigo parte de mi rostro lastimado, es de madrugada, en la calle se escucha el canto de los grillos, no vuelvo a soportar el peso de mi cuerpo, desvanezco.
Sigo enamorado de las figuras trazadas por capricho de la naturaleza en las hojas de octubre; esas almas que se desprenden de los árboles para mostrar que un ciclo se acaba, aún consciente he mantenido la idea de escapar lejos de este lugar y lo cierto es que sigo sentado donde supuse partí: eterna sensación de abandono, falta tiempo y valor para pronunciar las palabras adecuadas y despedirme. Nadie ha estado aquí a la espera, mis ojos resisten, nada existe, desde entonces todo ha sido un engaño, lo que diga y haga es un sueño, aún no termino de encontrarme.
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IMAGEN
Maria Magdalena in Meditazione >> Jusepe de Ribera, 1623
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