EL HÉROE DE LA DULZURA

por Antonio Rangel

Por Antonio Rangel

Manuel Puig era una persona linda, estoy seguro de eso. Se le nota en su mirada y en su sonrisa. Apuesto a que le gustaba mucho el juego de coquetear. En este año cumpliría 87 años de no haber muerto en Cuernavaca en 1990. Me habría gustado conocerlo cuando yo tenía menos cuatro y él 44, recién publicada El beso de la mujer araña.

No le hubiera preguntado por su infancia en General Villegas. Prefiero imaginarme un pueblito como ese pueblito que sale en 75 habitantes, 20 casas y 300 vacas, bonito y tranquilo, sí, pero sin glamour, sin cenas de gala, sin vestidos de lentejuelas. En esos pueblos ni la brisa del mar es fashion.

Puig aprendió inglés, alemán, italiano, quizá por las tantas películas que veía. El cine fue una cosa mágica a mitad del siglo XX. ¿Por qué aprendemos idiomas? Queremos hablar con personas desconocidas que no están enfrente. Queremos platicar con otro paisaje. Pisar otro suelo, eso queremos al hablar otros lenguajes. Por eso me caes bien, Manuel Puig, porque tuviste la capacidad y el valor de irte de ese pueblo diminuto hacia la città eterna, caminaste alrededor de la Fontana di Trevi, allí donde Anita Ekberg gritó: “Marcello, come here”. Cuántos recuerdos tiene Roma, desde Roman Holiday(1953) con la bellísima Audrey Hepburn y Gregory Peck hasta To Rome With Love(2012) de Woody Allen, con mi Penélope Cruz.

Yo creo que Manuel Puig se fue volviendo una mujer de mundo después de estudiar cine en Roma, vivió un rato en Londres y en Estocolmo, a los 31 fue a Nueva York, se hizo amigo de los escritores Juan Goytisolo y Severo Sarduy, también del editor Carlos Barral.

Más tarde, en 1968 en Editorial Sudamericana publicó La traición de Rita Hayworth, una novela que no fue muy bien recibida por las élites intelectuales, que ya sabemos que siempre se mamonean, nunca captan cuando las cosas han cambiado; cuando hay una renovación en el campo de las ideas a los intelectuales les pasa de noche. Entonces estaban con panfletos de literatura comprometida, con ese vejestorio del narrador omnisciente y oyendo trova, en lugar de rock and roll los muy sordos.

Manuel escuchaba boleros, tangos, ópera, tal vez bossa nova y quizá una que otra ranchera. ¿Sí o no, Manuel?

Después de su primera novela que le llevó a conocer a la mismísima Rita Hayworth, Puig publicó Boquitas pintadasen el 69, The Buenos Aires affairen el 73, y, el libro que me interesa, El beso de la mujer arañaen 1976. Su cuarta novela la escribió en un periodo transitorio entre la muerte de Juan Domingo Perón, el rey populista; y la coronación de la reina consorte: Isabel Martínez, quien, entre otras represiones, censuró The Buenos Aires affair, retiraron los ejemplares, pusieron en la lista negra a Puig, la amenazaron por teléfono, así ella decidió marcharse y no volver. Aquí en México fue donde llegó al punto final de El beso de la mujer araña.

El texto

Ha sido una película, una obra de teatro y una comedia musical, pero El beso de la mujer arañaes, antes que nada, una extraordinaria novela. Lo que en verdad es una novela: un tejido de palabras novedoso que transporta a un mundo ficcional.

Es una novela contrapunteada: dos presos en una celda platican en primer plano, mientras que en el segundo plano, muy lindo, ocurre la rememoración detallada de ciertas películas, “Cat People” o “La mujer pantera” (1942), la primera de ellas.

Y ella le habla con toda sinceridad, de que su miedo más grande es a que la bese un hombre y se vuelva pantera. Y el médico ahí se equivoca, y le quiere quitar el temor demostrándole que él mismo no le tiene miedo, que está seguro de que es una mujer encantadora, adorable y nada más, es decir que el tipo elige un tratamiento medio feo, porque llevado por las ganas busca el modo de besarse con ella, eso es lo que busca. Pero ella no se entrega, siente por el contrario, que sí, que el médico tiene razón y que ella es normal y se va del consultorio ya mismo y sale contenta […] (33).

Valentín Arregui, uno de los presos, es un militante comunista que ha sido torturado, pertenece a una organización criminal cuya pretensión es el derrocamiento del gobierno. Es un hombre racional, un tanto frío, le gusta negar sus sentimientos. Desde el principio yo noté cierta tensión sexual con su compañero de celda, sin embargo, hay que considerar que Valentín  estaba atontado por la ideología.

Molina, el otro preso, es un homosexual condenado por haber tenido sexo con un menor de edad. Extraña a su madre, que está enferma, y a un mesero muy galán del que se había enamorado. Se nota que disfruta mucho del cine fantástico y de los melodramas, del romance y del suspenso. Como a todos, no se hagan, pavos boludos:

–¿Qué es ser hombre para vos?

–Es muchas cosas, pero para mí… bueno, lo más lindo del hombre es eso, ser lindo, fuerte, pero sin hacer alharaca de fuerza, y que va avanzando seguro. Que camine seguro, como mi mozo, que hable sin miedo, que sepa lo que quiere, adonde va, sin miedo a nada.

–Es una idealización, un tipo así no existe.

–Sí existe, él es así.

–Bueno, dará esa impresión, pero por dentro, en esta sociedad, sin el poder nadie puede ir avanzando seguro, como vos decís.

–No seas celoso, no se le puede hablar a un hombre de otro hombre que ya se pone imposible, en eso ustedes son igual que las mujeres (62).

A pesar de las referencias a D. J. West, T. Lang, F. J. Kallman, T. Gibbons, S. Lewis, S. Freud y Anna Freud, que investigaron y escribieron sobre la homosexualidad, esta obra no comete el pecado de la petulancia académica, sino que las notas al pie pueden fácilmente barrerse y dejarse debajo de la alfombra para que no estropeen la lectura.

–A ver… contéstame, ¿qué es la hombría para vos?

–Uhm… no dejarme basurear… por nadie, ni por el poder… Y no, es más todavía. Eso de no dejarme basurear es otra cosa, no es eso lo más importante. Ser hombre es mucho más todavía, es no rebajar a nadie, con una orden, con una propina. Es más, es… no permitir que nadie al lado tuyo se sienta menos, que nadie al lado tuyo se sienta mal.

–Eso es ser santo.

–No, no es tan imposible como te pensás (63).

La novela de Puig es conmovedora porque lentamente dos esferas distantes van aproximándose hasta quedar unidas sentimentalmente, aunque el trayecto de las esferas no se detiene, Kiss of Spider Womanes también la historia de un alejamiento. Eso es la vida. Hay un encuentro, un primer choque, poco a poco, se suaviza la oposición, el amor une cuerpos como dice el poeta, luego el alejamiento. No se puede esperar un final feliz cuando tenemos dos presos. Estos encarcelados logran, al menos, cierto tipo de liberación. Porque la sexualidad es una cárcel. La presión social tiene sus barrotes. Y ahí en la intimidad, en el vis a vis, con las piernas sobre los hombros o de otra forma, la ternura masculina es posible:

–Yo no soy la mujer pantera.

–Es cierto, no sos la mujer pantera.

–Es muy triste ser la mujer pantera, nadie la puede besar. Ni nada.

–Vos sos la mujer araña, que atrapa a los hombres en su tela.

–¡Qué lindo! Eso sí me gusta (249).

En conclusión, me ha atrapado El beso de la mujer arañay espero que otros lectores se dejen atrapar por esas redes narrativas de Puig. A diferencia de Mario Vargas Llosa quien, un poco pasado de lanza, escribió en el New York Times: “In Puig’s writing there are careful, skillfully constructed images but no ideas, no central vision that organizes and gives significance to the fictional world, no personal style”, yo pienso que la visión central que organiza la poética de Manuel Puig, al menos en El beso de la mujer araña, es dar cuenta de la posibilidad de integración: de lo masculino con lo femenino; del glamoury la fantasía cinematográfica con una realidad cotidiana y sórdida; en suma la unión de violencia y delicadeza, que abre paso a un nuevo tipo de héroe, el héroe de una dulzura valiente.

Colorín, colorado, este texto se ha acabado.

REFERENCIAS

Puig, M. (2017), El beso de la mujer araña, Debosillo, México.

Vargas Llosa, M., “Saved by Rita Hayworth”, New York Times, August 13, 2000, https://archive.nytimes.com/www.nytimes.com/books/00/08/13/reviews/000813.13vargast.html

IMAGEN

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Soy un monstro >> Antonio Rangel 

La aurora de los vampiros, de Alias Torlonio >> Nidya Areli Díaz

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Nació en la Ciudad de México el 5 de agosto de 1980. Poeta, narrador y ensayista. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha publicado poemas en El Financiero, una minificción en La Jornada Semanal y un par de cuentos en revistas estudiantiles: Matardragones y Sensacional de Antropología. Coordinó un taller literario en el Instituto Politécnico Nacional en el 2007, y desde ese mismo año mantiene un blog llamado Habitación en el que escribe poesía, cuento y ensayo; sus temas recurrentes están vinculados a la vida cotidiana. Actualmente da clases de literatura y otras materias.

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