el sonido de la kora brinca ronco sobre el zarzal
ante el pie anillado del árbol y se expande
arrastrándose como un ciempiés por la llanura
rociando la piel estrellada de las chicas
que cargan los búcaros y sueñan y sudan belleza
bajo la luna
★
unicorde y punzante el gemido lejano del erhu
cruza de punta a punta sistemas montañosos
traspasando de parte a parte cada roca
mientras alguien airea en la aldea sus orgasmos
—pálidos y lacios— sin ninguna reserva
★
el tiempo
escurridizo
se fuga
se hunde
discrepa
se escapa
se busca
desaparece
su noción de mí
amasando el cereal
una gota pare entera su naturaleza
como una sierpe sinuosa
primavera y mar
en mi sudor de abril
y cae revuelta a vueltas envuelta
a la sacra masa del pan
la gota sudada por mí
mío es el cuerpo
alquiler de renta antigua
tuya la sangre
—si cómplice— conmigo comulgas
cuando lees y sonríes si te miro
★
colecciono olvidos
que no hilan
del tiempo la rueca
pero expanden y resucitan
mi pequeña destreza
de ir deshilachando
los hilos que encadenan
el tiempo de la arena
que por mí no pasa
y aun así me pesa
mas tira la inercia
sin manecillas
ni tic ni tac
sin estridencias
asistiendo por momentos
a ratos perdidos
asesinados
por un instante partido
en un reloj parado
hace más de un siglo
quien gime nulo
mientras alumbra
momentos difuntos
★
la tempestad da comienzo
—fuga—
los corchetes graznan
caen consonantes por millones
la ira vomita cristales añicos
sobre charcos impuestos de sangre
violines monocordes achican el plasma
punzan y enhebran su enervante vaivén
atravesando la carne sin dificultad
ruedan las vocales que la ventisca derriba
la mar electrifica el espíritu de ozono
escupe sus rayos medusa
las olas del mar invaden el cielo
formando gigantescos monumentos de sal
no hay justicia cuando el planeta revienta
se desplazan montañas de indolencia
rugen las piedras – los árboles crujen
aun así lo humano continúa encadenado
el veneno se expande en el aire
.
¿cómo se declara el acusado?
.
¡irresponsable de mis actos!
.
cantando sus viejos sones
la tierra se retira y con ella
marcha el viento insepulto
llena de dudas queda sola
la mar
★
caen las gotas del fregadero
en el viejo cacharro de plástico
amarillo naranja donde caen las notas
que las nubes regalan los días cobalto
la plata del aire destella risueña
sin más horizonte que esta aura
que la nube argenta propone
desde la piel de las cosas hasta su interior
caen las gotas —despojadas— con ligereza
no en son de paz
sino estampadas con rabia
violada entre el cristal y el viento
cae una ráfaga de notas siniestrada
este fenómeno vertical salpica
de belleza lírica —aún salvaje—
mi alma de balcón y ventanal
.
llueve sobre mí pero te mojas tú
de tanto llorar
★
después de toda la vida preguntándome
qué cosa es —adivina— el tiempo
no es la existencia
ni el reloj es su medida enfermiza
medir el tiempo es síntoma de locura
como barrer la playa o maldecir la lluvia
el cuerpo es la cápsula del tiempo
diseña y gestiona la conciencia
cuando el cuerpo muere el tiempo no termina
ni si quiera pasa —queda— como nos espera un libro
matar el tiempo es el crimen de la pereza
el tiempo del reloj para la vida es usura
promesas sin garantía por ausencia de fondos
un contrato fraudulento
una apuesta perdida
conjura artefacto invención
máquina de tortura
★
topografía de una sensación itinerante
—dolorosamente familiar— tras un mueble
o donde ajustan cuentas las aristas de una alcoba
algo así como una prenda tirada u olvidada
lo que esconde un cajón no visitado
un par de palabras en un papel —o—
un espíritu preso en un frasco vacío
un camino en el bosque
uno que ya no lleva a donde iba
un sombrío claro enmarcado en la pared
una canción que sólo suena en tu cabeza
en según qué momento
una promesa por el tiempo consumida
un sillón vacío demasiado presente
la tarea de una hora concreta
el hueco que deja la ausencia
y el espejo —brutal— que delata
soledad
★
el bosque se fue a dormir con la niebla
la madrugada destila un aroma dulce
florece suave el carácter atlántico
en todas las cosas con alma
.
una gata negra salvaje me atraviesa con la mirada
me abrasa y me recuerda que somos la misma cosa
de forma inenarrable compartimos este viaje
cuando se encuentran nuestros ojos —entiendo—
.
captó el estado de esperanza de la yegua
a través de sus mamas dibujadas con renovado acierto
ahora todo su ser es gravedad armónica
desaparece —calmosa— tras un enjambre de ramas
.
el sol ya está en su cúspide
y también rebosa el ánimo
huele a madera sembrada con innumerables heces
de materia muerta fermentando por toneladas
.
miles de seres sestean la solana tranquilamente
cuando el grito tajante del águila cruza el valle
desgarrando una línea divisoria con exactitud meridiana
en este magnífico circo de luces y sombras
★
tengo una gota de cuando
el cielo se puso negro
no para de caer cristal arriba
hacia los lados y siempre más alto
la siento como rosa de los vientos
por toda la estancia estrellándose
en mi cuerpo dibujando bucles y zarcillos
inunda —generosa de trapecios— la ventana
y rizando rizos la gota finge ser nube
toca la puerta su seda húmeda
colándose en un segundo por debajo de ella
.
en las noches torrenciales
cientos de gotas retornan a casa
convirtiendo en charcos
las horas
.
IMAGEN AL EXTERIOR
De la colección Muros >> Fotografía >> Alias Torlonio
Alias Torlonio, David García. Pintor. Disléxico. Ermitaño. Bosquimano. Vegetariano. Íbero. Guerrero pacifista. Extraterrestre mientras no se demuestre lo contrario. Nombrado en 2018, 14o Rey Natural de los Gatos del Bosque. Se declara objetor de conciencia desde 1982, apartándose para siempre de la industria militar, el estercolero político y los infiernos religiosos.
Frases poco conocidas de de Alias Torlonio: El silencio pule el alma. Los malos son tontos, los tontos son buenos, los buenos son listos, los listos no tanto. La miseria viene de la mente; la abundancia sale del espíritu. Me da igual un traje a topos que un campo de minas.