En estos días oscuros, en donde el crimen y la impunidad son amos de la fortuna del hombre; en estos días grises que muestran cientos de crímenes sin castigo y el dinero vuelve a ser el jefe y el motivo para que los hombres se vuelvan asesinos, matones sin conciencia, sin arrepentimiento, de negro corazón. En estos días oscuros llevo a mi cama de libros la novela Crimen y castigo de Fiódor Mijáilovich Dostoyevski, escritor ruso del siglo XIX, cualquier lector empedernido debe leerla.
La trama presenta la agonía de un criminal que se lamenta del exceso que cometió; es un largo reclamo, una larga lucha entre la conciencia que debate los actos y el ser irracional que los cometió. Otro aspecto interesante se desarrolla con el planteamiento filosófico, por lo cual me apeno de Raskólnikov, el protagonista, un joven que estudia derecho y tiene dudas sobre el ser; un intelectual melancólico y reflexivo, cuyos actos se corrompen desde el primer momento de la agresión, ahí comienza su infierno, las noches con miedo, con fiebre, en total oposición con su pecado, y en la cama de libros comienza el desvelo, me duele ver en México los actos criminales más viles que ocasionan estos días pálidos y enfermos, donde se rebasa el límite de la razón.
Miro la miseria en Crimen y castigo y la arropo en mi cama de libros, la justifico, la protejo; su pobreza y la expiación de sus actos se transforman en dolor, tal y como Dostoievski plantea su malestar social, me recuerda tanto a estos días pardos, me desvelo pensando en la justicia y sé que es posible algo mejor: la paz, el respeto, la moral.
Triste me doy cuenta de que el personaje muestra mayor conciencia que los seres reales en estos turbios días, donde los crímenes vienen de quienes deberían preservar la paz, los hombres sin moral son delincuentes ―¿para qué sirve la conciencia en ellos?―, la ética y la filosofía son palabras vacías para quien no las aplica en su vida, y en la cama de libros la novela de Dostoyevski plasma el dolor de la existencia; la locura a la cual conduce el crimen por la obsesión que causa el dinero. Entonces me pregunto: ¿Cómo puede un sicario asesinar sin que su conciencia lo lleve al reconocimiento del mal? ¿Cómo se puede fingir que un crimen no sucedió? ¿Cómo te deshaces de tus actos?
En estos azarosos días la memoria tendría que ser un juez que despierta ante un suceso atroz, como le pasa al protagonista; quien vive la dramática situación carcelaria aún sin llegar a ella. La trama expone su conducta, su voz interior que ejerce el castigo más largo: la duda ante el acto contrario a los valores positivos de la civilización. La cama de libros se vuelve filosófica ¿Tenemos clara la importancia de la moral y la ética para la convivencia social? Lo cierto es que en este país y al comienzo del siglo XXI, la ética está debilitada, lo cual es una desgracia sólo vista en los peores días enlutados por las injusticias.
Crimen y castigo presenta las preguntas existenciales de un hombre que rompe la ley, que permanece libre durante un tiempo pero que goza de una conciencia que reclama verdad y de tanto taladrar lo consigue. En la novela respiras esa ansiedad que crece en la mente de Raskólnikov, así que vuelve el desvelo cuando recuerdo los negros días que vivimos, aquí, ahora, cuando poco se sabe sobre la ética y la moral, los crímenes son a diario y los castigos siguen ausentes, no llegan. Los culpables continúan libres sin el derecho de serlo, pues como ya lo dije, el dinero se volvió el amo y las capacidades que podría desarrollar una sociedad para terminar con la corrupción todavía no se refuerzan.
Así que, si vas a llevar una obra maestra a tu cama de libros no te olvides de incluir en tus lecturas Crimen y castigo, porque nada nos hace tanta falta como la capacidad de autocrítica que presenta la obra, deja que te guíe hacia conductas mejores, hacia linderos que te alejen del comportamiento violento.
Disfruta de la historia, del estilo de Dostoievski; ve cómo el protagonista supera al silencio, disfruta en esta gran novela la redención del hombre, el surgimiento de la conciencia que obliga al personaje a declarar su crimen, a sincerarse, a limpiar su camino por medio del castigo justo. Tal vez el libro te siembre la idea de que merecemos instituciones más capaces en esta sociedad, y que es nuestra obligación dar, mediante la justicia, un mejor impulso a nuestros días, a este tiempo.
2 comentarios
Creo que la gran ventaja de los clásicos es que nos ayudan a comprender nuestros días. Me parece un acierto recurrir a Crimen y castigo, como escribes, “en estos turbios días”. Saludos
Temáticamente, percibo dos dimensiones implícitas en Crimen y Castigo. La parte decadente, que se condena por medio del drama filosófico sobre la consciencia y el conocimiento de culpa propia, sin la cual, es imposible llegar al entendimiento del pecado de nuestros actos. La otra parte es la que ofrece la solución, y, en la obra de Dostoyevsky, no es meramente moralista, sino basada en un aspecto espiritual. La ética de Dostoyevsky y su crítica a la decadencia moral no es solamente una queja vacía y dolorosa que evoque el sufrimiento humano y se conduela de la justicia en una habitación oscura. Es, más bien, una ética y alternativa que, simbolizada, tiene un elemento representado en el momento que se cita el momento en que Cristo lleva a cabo la resurrección de Lázaro. Es de esta forma que se soluciona la obra del ruso, diciendo concluyentemente:
“Raskolnikoff había resucitado, lo sabía y lo sentía en todo su ser… ¿Qué significaban todas las miserias del pasado? En aquel primer día gozoso de vuelta a la vida, todo, aun su crimen y condena y envío a Siberia, todo, se le presentaba como un hecho exterior, ajeno… Tenía él debajo de la almohada aquél libro que era de Sonia. En él fue donde la joven le leyó en otro tiempo la resurrección de Lázaro. Al principio de su cautiverio esperaba una verdadera persecución religiosa por parte de la joven. Pero, con gran asombro suyo, ni una sola vez hizo Sonia recaer la conversación sobre semejante asunto, ni una sola vez le ofreció aquel libro; él mismo fue quien lo pidió poco antes de su enfermedad, y ella se lo trajo sin decir una palabra;… La historia de la lenta renovación de un hombre, de su regeneración progresiva, de su paso gradual de un mundo a otro”.
Así, Dostoyevsky deja claro que este nuevo hombre, el ideal, arrepentido y reformado, es uno que aunque está en estuvo y está en este mundo, ya no es de este mundo. Que deja de amar al mundo y las cosas que están en el mundo. ¿Y de qué otro mundo habla el autor si no del mundo que plasma al hablar de las cosas de Dios?
(Más al respecto aquí): http://creyentesintelectuales.blogspot.mx/search/label/Fi%C3%B3dor%20Dostoyevski