CIERRO LOS OJOS

o mis aventuras en el País de los Huesos

por Alias Torlonio

Mi hijo no trabajará nunca, los hombres que trabajan no pueden soñar; la sabiduría se recibe en los sueños. (Nez Percé)

El pensamiento mágico surge del País de los Huesos. El alma de este estado del Ser es poética y su espíritu, creador. En el País de los Vigilantes a esta manera se le llama arte, pero la cosa en el País de los Huesos es mucho más amplia y profunda, tanto que debe abarcarlo todo: arte-sueño, arte-magia, arte-amor, arte-nutrición, arte-justicia, arte-ciencia, arte-filosofía, arte-sexo, etc. Mientras no alcancemos este parámetro creativo nos encontraremos inmersos en una civilización severamente subdesarrollada, llena de carencias y prohibiciones tal como sucede en el País de los Vigilantes, o Estado de Vigilia, si lo preferís. 11/9/22

Pinto en una tela algunos cuerpos. Concluidos los personajes, estos se animan y actúan como en una comedia, dentro de situaciones verosímiles. En la calle voy a poder ver un desfile, sin embargo, aún no hay nadie desfilando. Un ganapanes con la napia anillada me mira fijo y de muy mala manera; se me ocurre pasarle una cuerda por el anillo nasal y dejarle bien atado a las rejas de algún portal.

Tengo una conversación al pie de un edificio de la Gran Vía con una amiga. Esto parece la Gran Vía pero no lo es. Recuerdo incluso haberla navegado en varias ocasiones en los 90’s, misteriosamente cuesta arriba y en medio de un atasco.

Trato de llegar a mi casa pero me he perdido tanto como para acabar callejeando por Madrid, a quinientos kilómetros de mi destino. Alguien desde un coche grita: ¿¡Qué, no tienes miedo de nadie!? Continuo mi camino tranquilamente. Me cruzo con una mujer que gime: Mi marido, mi marido. Un deportivo rojo se mete a través de una instalación con columpios para niños. Quedo tan impresionado por el destrozo que ocasiona que, de pronto, me encuentro en mi casa, frente al tocón de un viejo roble del camino, que ya verdea por algunos lados. 5/4/20

Soy un palurdo tejano, desmadejado y con cara de conejo dopado, escaso de luces y amigo y ayudante del sheriff o alguacil de un pueblo fronterizo. Además arrastro los pies.

Cierro los ojos. Es de noche. Los hombres-leopardo africanos se hayan reunidos, cambiando impresiones, tomando decisiones y danzando frente al fuego cuando es menester. Esta es mi hermandad.

Cierro los ojos. Una bailarina enmallada en negro danza con un can entre sus brazos, un cachorrillo blanco y negro.

Cierro los ojos. Un grupo de hombres se postran de hinojos con los brazos abiertos en un paisaje yermo, bajo una atmósfera metalizada.

Cierro los ojos. La Tierra parece arder, está envuelta entre fulgores y relámpagos rojizos y verdes, como si la aurora boreal se hubiese desparramado sobre todo el planeta.

Cierro los ojos. Una cría reciente de elefante hace ensayos para aprender cómo manejar su pequeña trompa. Rompe el silencio con un barrito agudo, cómico, como una trompeta.

Hay una inundación de agua en la plaza del Dos de Mayo, tanta que queda totalmente embalsada. Con un grupo de vecinos montamos una empalizada a modo de embarcadero. Ahora la visión es fantástica. Por la idea del embarcadero recibo como regalo algo que parece un reloj de bolsillo, muy barroco; al abrir la concha, se destapa un paisaje significando una bella alegoría del planeta Tierra, es un relieve tallado minuciosamente en hueso. Es un objeto delicado y misterioso; no es un reloj ni tampoco una brújula; es una obra de arte llena de poesía.

Trabajo en los escenarios de una película. Una parte del audio relacionada con los efectos de sonido lo hace una amiga de mi hija. Esta chica se muestra irascible con todo el mundo y demuestra tener la cabeza solo en cobrar. 6/4/20

Hablo con tres americanos, un chico joven y dos adultos que le doblan la edad. Estamos en la calle, en la terraza de una cervecería; alguien pega en el lóbulo de mi oreja izquierda una gelatina transparente con una Q troquelada en la superficie. Noto que todos parecen quererla sin atreverse a cogerla. Se genera gran expectación entre los que me rodean por ver cómo me sienta o cual será mi primera reacción y qué efectos tendrá sobre mí esta gelatina, que debe llevar algún principio psicoactivo en ella.

Asisto a una reunión entre gente para mí desconocida, donde se habla de lo idóneo de organizar ahora mismo grupos de fuerza. El grado de conexión y la confianza que siento con esta gente es enorme, aun sin saber sus nombres. 7/4/20

Veo una lápida, hay sobre la piedra unas gafas de sol. Estoy solo y no tengo cuerpo.

Una voz me va explicando asuntos relacionados con las ideas y costumbres funerarias de los olmecas, mientras en mi pantalla mental aparecen esculturas pétreas descomunales.

En una tienda de alimentación una mujer no tiene dinero suficiente para pagar su compra. Dos tipos con dos camionetas de mudanzas vacían un local de la calle. Me hace gracia que quienes no pagan se lo lleven muerto y quien intenta pagar no puede. Es una alegoría perfecta.

Estamos en invierno. Habito en la casa de campo de mis padres. Vienen de visita Leticia y Mohamed con dos amigos más, también bailarines. Leticia me pide ayuda para ponerse una inyección. Los chicos, que se preparan para cocinar un pez enorme, me preguntan dónde están las tijeras de cocina; me doy cuenta de que hace tantos años que no piso esta casa que realmente no sé dónde está nada.

En alguna ciudad sin nombre, estoy de visita para ver a mi amigo Emilio. Es una ciudad horrible, gris, fantasmal, en cuarentena. Ando solo por la calle comiendo plátanos. En una pequeña casa veo montado un circo que ocupa dos habitaciones. Emilio tiene una bicicleta como aquella mía, verde, con la que hacía la mensajería interna de los juzgados de Madrid, pero la de Emilio es buena burra, ligera y nueva. Comenta lo importante que es el que tenga buenos los cambios, a los que llama “nervios”, mientras se come un bocadillo de atún con mayonesa, mantequilla y azúcar, nada menos. 8/4/20

Cruzando una avenida muy ancha, tres chicas me toman el pelo como si yo fuera el padre de ellas. Por la espalda un ser realmente oscuro, un autentico monstruo psicópata, me sorprende diciendo: ¿A dónde te mando? Mientras trata de intimidarme clavándome una de sus asquerosas uñas allí donde el cráneo se une a la columna vertebral.

Una reunión extraña. Mi hermano Sagu y yo nos hemos juntado con Sixto Paz y Benjamin Francklin. Benjamin y Sixto estudian la frecuencia vibratoria de los colores, andan interesados en cuándo un color deja de serlo al alterar su frecuencia de onda, y en qué se convierte entonces. Paz da una charla informal a los chavales de un colegio sobre su metodología de contacto ET. En otra aula mi hermano le explica a Francklin sobre la temperatura y el carácter de los colores; el americano le escucha muy atento mientras piensa cómo puede estar haciendo tanto caso a un loco. Este barrunto, que no puedo evitar captar telepáticamente, me entristece un poco; es entonces cuando mi hermano tilda de impostor al color violeta. Escuchándole, yo me decía a mí mismo: Estará loco pero sabe perfectamente lo que está diciendo. 9/4/20

Voy en un autobús embutido de gente, tan apretado que no puedo pestañear sin molestar a alguien.

En un aula, se nos instruye a varias personas para contrarrestar el MK (control mental) de la IA (inteligencia artificial). Nos enseñan a través de secuencias de imágenes repetidas de manera aleatoria. Al alterar el orden de las secuencias nuestras mentes crean efectos sorprendentes.

Colgado descalzo de unas barras, como un simio, dirijo un tren enorme, que parece no tener fin. Vagones y vagones y vagones.

En un parque que me recuerda al de la plaza Elíptica de Madrid, paseo con mi mastín. Lino se acerca a una mujer con una perra y sin poder evitarlo, la monta. La mujer y yo después de mirarnos un rato en silencio, nos besamos.

Estoy en una empresa cuya función es tramitar expedientes de gente que necesita ayuda; tarea que no cumple. Esto es como una presa a punto de estallar por abortar el flujo del agua; sin embargo, nadie hace nada, relativizando todo lo que es ético, consiguiendo que lo inaceptable parezca normal y asumido. Es la mentira, la corrupción, el servilismo, los favores remunerados, la malicia, la estupidez, la envidia y la maldita ineficacia de un montón de personajes grises: un funcionariado tramposo y obsoleto. 11/4/20

Cierro los ojos. En la cabina de una avioneta, dos hombres tratan de pilotar mientras un tercero, totalmente borracho, anda descontrolado. Desmadre por las nubes.

Me veo implicado en una ensayo de seguridad con un kayak a la deriva, en aguas heladas. Suspendidos boca abajo de arneses cogidos por finos cables de acero, se enganchan barca y barquero siendo izados mientras que, quien hace el enganche, se encarga de que no den vueltas o se golpeen contra la pared de hielo. La prueba nos proporcionará un protocolo de velocidad máxima en rescates de tal tipo.

Mi madre me da una papel con una frase escrita. Una frase de poder que actúa como un mantra y a la vez como un linkpara conectar diferentes realidades. 13/4/20

Aristarco y yo regresamos de un largo viaje. Es de noche. Nos ceden una habitación para poder descansar en mi antiguo y vetusto colegio penitenciario. No salgo de mi asombro, ¿cómo es que he aceptado hospedaje aquí?

Le regalo un collage a una amiga gitana (Y). Parece que le gusta mucho lo que hago. Hablamos algunas cosas sobre Goya y Nonell. Encuentro tan pocas ocasiones para hablar de arte que me agrada mucho escuchar y entender cómo perciben los demás la pintura. 17/4/20

Pol, el joven guineano que tubo la paciencia suficiente para dar de comer papillas a un bebé que masticaba hasta la sopa, me narra una historia donde mi padre va por la noche en cayuco a cazar cocodrilos con un rifle y un candil (esto era así realmente), para volver después transformado en un hombre rebosante de recuerdos fascinantes y un temperamento tranquilo y apaciguado. Después escucho a una redactora de radio preguntar a una mujer marroquí conocedora de historias análogas, cómo estos relatos nos pueden enriquecer; así que la mujer, sirviéndose de ejemplos variopintos, nos fue explicando cuánto nos podían hacer crecer interiormente este tipo de narraciones, llegando a provocar a quienes escuchan, una transformación catártica. Yo oigo embelesado tales razones, que me hacen respirar a pleno pulmón, sobre todo por el sentimiento enorme que pone al hablar la mujer marroquí.

Mi vieja amiga Estrella me lee cosas que escribe, muy interesantes. Paseo y charlo con Lino, mi amado mastín telépata. Dejo un cuaderno con escritos sobre una mesa para ponerme a cortar tiras finas de jamón serrano que, poco a poco, se va comiendo Lino. ¡Que aproveche! 18/4/20

Voy pasando a mi amigo Crispino, datos reales de cuanto sucede en el mundo de las mentiras (economía y política), mientras le gasto todas las bromas que puedo.

Preparo un viaje a Inglaterra sin ningún convencimiento, tanto que decido no hacerlo. 19/4/20

Unos vándalos que bien conozco se cuelan en la garita de una estación de tren; se comen la comida que allí encuentran; y como niños que son, disparan una pistola dejada por descuido en un cajón. El jefe de estación los encierra en la garita para, finalmente, después de haberles metido suficiente miedo en el cuerpo, dejarles marchar con viento fresco; cosa que agradezco.

Me encuentro totalmente perdido en una estación llena de enlaces, transbordos y niveles, hasta dar con más gente, pero tan perdida como yo.

Veo las pinturas de un viejo amigo (Braulio) de la escuela.

Paco, Isabel y yo cruzamos un barrizal por la zona sur de Madrid. Paco recuerda que ha de comprar comida. Isabel y yo le ayudamos a hacer la compra. A mí me cabe una lata de kilo en cada bolsillo del chambergo. No hay sol pero el cielo, aún siendo gris, tiene una bella luminosidad. 20/4/20

Se presentan ante mí, separados por estructuras de madera y entre retazos rítmicos de sueños pasados, todos los símbolos que durante miles de años han regentado este mundo hasta el día de hoy, donde, aun secuestrados, adulterados y pervertidos sus significados, no por ello dejan de regir poderosamente. 21/4/20

En Davos se adoctrina a políticos y gerifaltes títeres, sobre las pautas a seguir para engañar a las masas para instalar en sus propias casas terminales receptoras de frecuencias de bajo rango, de 5 y 6G. Los emisores irán camuflados entre el mobiliario urbano; tienen preparados incluso árboles falsos. Este sueño es de un realismo excesivo (y por tanto, para más extraño que el resto). 22/4/20

Se celebra en un colegio del Perú, una reunión a la que estoy invitado. Mi anfitrión y yo coincidimos en estar hambrientos. Nos traen en una bandeja dos rodajas de pescado rebozado como de medio kilo, aderezadas con un acompañamiento de yerbas muy sabrosas y guindillas picantes; comemos con la manos. Esta persona parece ser alguien muy respetado allí por todo el mundo. Me hacen muchas preguntas sobre qué pasa en España. Después de tener una charla con una mujer realmente simpática, salvo este mensaje de ella: ‘Si dices lo que piensas, vivirás siendo digno, con todo el derecho. Si vives callado, vivirás como un gusano, comerás tierra. Si te matan por decir la verdad, morirás con honor, como un héroe. Si vives callado como un gusano y te hartas, siempre podrás pegarte un tiro’.

Me siento muy animado en medio de la plaza de un mercado, hablando con todo el mundo. Los mercados de antes me ponen siempre de buen humor; me encanta mirar los colores de la carne, de las frutas y el aspecto de las pescaderías. Resulta maravilloso. Tengo en una tabla un motón de helado de chocolate que se va a derretir. Trato de hacerme con un cuchillo para partir porciones pero consigo solo unas tijeras. Vence el absurdo. Procedo a cortar y a repartir helado. 25/4/20

Nos juntamos mi hermano y yo con unos cuantos artistas ingleses y americanos, bajo un toldo cerca de una vieja, pero muy bella, estación de tren. El toldo de vez en cuando, por algún golpe de aire, se nos echa encima. Estamos sentados alrededor de una larga mesa de madera, esperando a que un pintor inglés se despida de alguien. Atardece.

Junto a los hermanos Poullain y otra gente, esperamos en una estación de autobuses, tal vez la llegada de alguien. Es un lugar muy concurrido, de mucho movimiento. Michel, un amigo suyo y yo, bajamos por una calle, los tres en una moto, siendo yo el último. En un mesón una mujer limpia el polvo de las botellas de los estantes con un trapo oscilante, atado a un palo; lo hace de tal forma que vienen a mí imágenes de artes marciales mezcladas con otras de baile flamencas y árabes. El caso es que su sistema de limpieza además de funcionar, es inspirador; yo me enamoro de ella nada más verla. Ella resulta ser todo un carácter. 27/4/20

Vivo con una familia de gitanos muy numerosa. Estamos en la cuenca de un río seco para realizar una ceremonia. Yo llevo un cuaderno de dibujos recortados y pegados que he preparado para esta ocasión. Todo el mundo parece muy alterado por este evento. Algunos, con toda la expresividad de la que son capaces, me cuentan sus impresiones e ideas al respecto. Con gran ajetreo y nerviosismo andan recogiendo cosas de un lado y de otro, ya sea leña, frutos, agua, etc. Finalmente me entero, en detrimento de mi parsimonia, que seré yo el oficiante o maestro de ceremonias.

Mi hermano lleva una carpeta con escritos suyos. Le pido que me lea algún texto. Se arranca con un diálogo hilarante entre él y alguno de sus médicos. 28/4/20

Veo caballos y estrellas. Aunque no parece de noche. Caballos y estrellas. Apunto esta visión en una libreta que a veces llevo o surge de la nada, como mis manos, cuando la necesito, por ejemplo para no olvidar estas cosas. De hecho, muchos de los sueños que recuerdo, lo hago porque me tomo la molestia de apuntarlos mientras estoy dentro del sueño. 29/4/20

Llamo por teléfono a un despacho militar y doy algunas instrucciones para que actualicen una taquilla para mi uso. Repito la misma operación con una agencia de viajes. 30/4/20

Tengo un paquete pequeño y hexagonal de chocolate puro. No sé cómo explicarlo pero está relacionado con el intento consumado de multigolpe de estado global que sufrimos en el País de los Vigilantes. 1/5/20

Sudo por los bajos de un coliseo y me llevo algún que otro golpazo. Preparo peleas y quiero mantener el puesto. Un gladiador colosal se ha liado a mamporros con el resto antes de lo previsto, y no hay forma de pararlo; vuelan los ayes, las gotas de sangre y algunos dientes; el hombre se ha vuelto loco. Me tengo que meter entre sus brazos exterminadores y los gladiadores ya lisiados para que no los mate.

Hay cuatro islas a no excesiva distancia; cada isla la habita un hombre o una mujer. Las islas, como sus inquilinos, son, aún de apariencia similar, totalmente diferentes. Yo, en estado de consciencia pura, me dedico a observar.

Me reúno con los hermanos Poullain para cenar en un restaurante de la calle Ayala de Madrid; el lugar por dentro tiene apariencia de barco velero. 2/5/20

Visito una sociedad ultratecnológica. Pero echo de menos los árboles. Esto no es lo mío.

Tomo sidra en una terraza con mi madre, Celia y Arturo, en la plaza de San Xuan. No sé por qué pero con el primer vaso parece que todo se mueve. 3/5/20

Tengo un hornillo con el que cocino, envuelto en llamas. Buena la he hecho. Ahora huelo a chamusquina incluso en el Estado de Vigilia. 3/5/20

Despacho fruta en una tienda que da a una calle pequeña y soleada, como el paseo de la Fuente del Berro de Madrid. Dibujo en cuadernos a la gente que por allí pasa, como a N A, a quien ya he visto cruzar esta calle varias veces. Oigo voces que no identifico pero que continúan cuando abandono el País de los Huesos. 4/5/20

En mi pantalla mental, que es a la vez mi campo visual, veo imágenes de poblaciones semejantes a pueblos de Europa; me concentro principalmente en preciosos castillos medievales, remozados, con zonas verdes arboladas; son sitios realmente bellos.

Mi hermano Sagu y yo estamos en Rusia, en un local donde hay algunas mujeres. Las chicas me enseñan dibujos de castillos que ellas han hecho y me gustan mucho, me recuerdan a algunos dibujos míos. Ahora estoy en el bosque con mi hermano, todo está blanco, ha nevado. Una de las chicas aparece con tres perros, como molosos daneses pero sin amputar las orejas. Pasea descalza entre la nieve. Luego aparecen dos chicas más. Los perros intrigados me huelen las manos. Nos ponemos en círculo para hablar. 5/5/20

Ahogándose en sus propias heces, una chica trata de sacar de su cabeza, un perro de juguete lleno de billetes, envuelto también en excrementos. El dinero llegó al perro de manera lógica, ya que este hace de hucha. Tengo la sensación o el recuerdo de haber sido yo quien desenterró primero al perro, antes oculto. Sin comentarlo con nadie, repaso las imágenes y no entiendo algo; hay un lapsus donde la escatología reclama su momento sin que me dé cuento, y no dejó de preguntarme cómo llegó el perro a la cabeza de ella o, ¿por qué está todo lleno de excrementos?

Acompañado de J C Mundillo, viajamos en autobús. Él ojea un libro de imágenes sobre una historia de la prostitución, mientras yo cavilo dónde y cómo dejo aparcado mi quad, que aún abulta más de lo que solía, fuera de la vista de los amigos de lo ajeno. 7/5/20

Haciendo caso omiso de las restricciones y prohibiciones plandémicas, viajo en taxi acompañado de buenos amigos. A donde vayamos haremos de nuestra capa, un sayo. Nos tiran una bomba, no de metralla sino de humo, pero no nos afecta; nos pasamos toda la noche yendo de aquí para allá. Nuestra consigna es: Solo hay que ser creativos.

Escucho una voz decir: ¡Cuidado con las vacunas, ya que no lo son! Son, a largo plazo, una trama genocida. Un saxofonista barítono, las camareras y la gente del lugar donde me encuentro parecen comprenderlo todo. Al abandonar el País de los Huesos quedo con sensación de chisporroteo energético, veo puntos brillantes y destellos verdes a mi alrededor.

Continuará…

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En el país de los huesos, alguien dispuesto a volar >> Óleo sobre madera >> Alias Torlonio

Alias Torlonio, David García. Pintor. Disléxico. Ermitaño. Bosquimano. Vegetariano. Íbero. Guerrero pacifista. Extraterrestre mientras no se demuestre lo contrario. Nombrado en 2018, 14o Rey Natural de los Gatos del Bosque. Se declara objetor de conciencia desde 1982, apartándose para siempre de la industria militar, el estercolero político y los infiernos religiosos.

Frases poco conocidas de de Alias Torlonio: El silencio pule el alma. Los malos son tontos, los tontos son buenos, los buenos son listos, los listos no tanto. La miseria viene de la mente; la abundancia sale del espíritu. Me da igual un traje a topos que un campo de minas.

Links: Artscad@AliasTorlonio   ;     Elmuseovirtual@AliasTorlonio

Descarga aquí de manera libre La aurora de los vampiros, de Alias Torlonio,

por cortesía del autor.

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