BLANCO Y NEGRO

por La Rosa de Plata

Supe que te amaba la primera vez que te vi tocando el piano.

Como si las teclas te susurraran sus secretos sometiéndose ante tu toque, como yo lo hacía, para que pudieras crear magia.

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Blanco y Negro

Claro de Luna. Tus manos viajaban del blanco al negro replicando la sonata. La melodía me envolvía.

Nunca lo confesaste, pero sospechaba que eras capaz de sentir la música tomando el control de tu cuerpo. Una vez que cerrabas los ojos, te volvías el instrumento favorito de las musas, tu presencia se convertía en la puerta que únicamente yo podía abrir hacia el universo de tu creación.

Me parecía poder sentir la mirada de los astros sobre nosotros, el frío soplar del viento nocturno y la caricia de un mar que no existía bajo nuestros pies. Durante unos minutos, juraba que la Luna nos cubría, se volvía nuestra cómplice para que quedáramos solos, tú y yo, en ese mundo.

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Supe que había dejado de amarte la última vez que te vi tocando el piano.

Seguías dominando la partitura y las teclas aún se derretían con el roce de las yemas de tus dedos, mas yo ya no me deleitaba.

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Blanco y Negro

Claro de Luna. Tus manos se movían entre el blanco y el negro como siempre. La melodía no había cambiado, el cambio venía desde dentro mío.

Nunca lo admitiste, pero sabía que podías sentirlo también; mientras las musas te clamaban, eras cada vez menos mío y yo, menos tuya. El tiempo pasó y no quedó rastro del sitio edénico que alguna vez fue nuestro. La puerta se cerró y jamás pude volver a abrirla.

En algún momento llegó el amanecer y su luz rompió el manto oscuro que creaba nuestra secrecía; la Luna se esfumó llevándose la magia que despertaba tu música. Dejé de sentir el céfiro de la noche y la caricia del mar que no existía pasó a ser un recuerdo lejano.

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Blanco y Negro

Como nuestra vida. Quizá la compartimos hasta el final de nuestros días, o quizá tu camino nunca se cruzó con el mío. Blanco y Negro, como las teclas que tocabas, porque entre nosotros no existía el color gris, no quisimos hacerle espacio.

En algún lugar entre el Blanco y Negro, el amor se perdió y el vacío llegó, pensamos que podíamos permanecer siempre en el paraíso protegidos por la Luna y la melodía, pero nos equivocamos.

Blanco y Negro

Como nuestro amor. Nunca hubo ninguna sombra de gris, nunca encontramos ese punto de tregua entre la entrega total y el completo olvido.

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IMAGEN AL EXTERIOR

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La Rosa de Plata, Ana Karla Carrera Herrasti nació el 19 de diciembre de 1994 en el Estado de México. Con apenas seis años, encontró en la escritura su llamado y la mejor forma de liberar sentimientos atrapados. Con el tiempo, descubrió que le apasionaban los idiomas, así que se dedicó a perfeccionar su lengua materna y a aprender otras lenguas. Actualmente, es licenciada en idiomas, tiene diez años de experiencia como profesora de inglés y ha tomado distintos cursos de traducción y corrección de textos. Debido a su amor por la literatura e influencia de Khalil Gibran, Edgar Allan Poe, entre otros autores, ha escrito poemas, historias de terror, fantasía y relatos eróticos bajo el pseudónimo de La Rosa de Plata, muchos de los cuales fueron seleccionados en concursos para ser publicados. Hoy en día, busca entrar al mundo editorial y se prepara para publicar su primer libro independiente.

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