Por Guillermo Santana
*El poema “Poesía literal” se publicó originalmente en la revista Literal. Número 23. Éste se volvió una especie de himno del taller de poesía integrado en ese momento por un grupo de poetas, que a la medida de dos chelas o café o té o un par de cigarros por noche, han sabido fundir la poesía añeja con las nuevas formas de la narrativa; es el caso de la poesía del nuevo siglo que esta poética desinstitucionalizada y por tanto marginal tenga formas tan aisladas y tan unidas a la vez por una visión citadina. Actualmente, este grupo de poetas -o integrantes que quedaron en el campo de batalla-, se siguen reuniendo en el Sanborns del Chopo.
…
A manera de presentación y
Para los poetas literales o literagen
que en ese éxodo en el desierto de las letras
y en la literalidad de su discurso han encontrado
por lo menos en instantes, una voz que va naciendo
con el nuevo siglo, o con el nuevo instante.
Como una ciudad desterrada, nuestra poesía siempre estuvo a la altura de cero.
Eran apenas unos papeles mojados en cerveza,
pero papeles.
Nunca fue nuestra intención copiar a los grandes, pero los copiamos.
Nos fundimos en los ojos del Aleph,
el cuervo de Poe nos condujo por las sombras,
escarbamos en la tumba de Sabines para preguntarle por Tarumba. Y Tarumba se escapó
“por un subterráneo al mar”.
Ah, Tarumba, ya sé que también eres un lugar.
A Kerouac lo resucitamos con mezcales, resultó que su acento de infame gringo era perfecto para leer novela.
Y a Paz… también a ese lo conocíamos, él era nuestro cantinero predilecto.
Deshonramos la estructura endecasílaba de nuestra madre Juana
pero siempre fuimos los más fieles a la poesía Borjiana
que jamás adjetivamos…
Ahí estuvimos al filo de la inmoralidad frente a los políticos ojetes
porque el tribunal no quiso hacer el conteo ni de los votos ni de los jotos de Insurgentes.
Algunos.
Sólo algunos fundieron una poesía ‘viejísima’
con el imaginismo,
otros se ocultaron
en las estampas de Buson.
Y qué decir de Vallejo,
lo tuvimos que sacar como un viejo borracho
de la cafetería,
cargamos esos poemas humanos
que hasta hoy
dudo mucho que sean poemas
y aún, dudo más que sean humanos.
Él nos acompañó a las marchas,
siempre frente al gobierno,
luchamos contra los impuestos.
Leímos esa escuela modernista
cuando apenas salía de la membrana materna,
pero no nos casamos con la larga tradición de los grandes…
Somos adúlteros, restos de humanidad, grano volátil al vuelo desértico
de una piedra.
A List, A German List fue al primero que recordamos porque fue el último estridente.
A Maples le quitamos el trono,
usurpamos su silla favorita,
tomamos en su taza mientras quitamos al músico del piano,
nos adueñamos de sus panfletos,
de su terrible gusto por el café sin azúcar.
Qué pensará hoy de esta obra poética…
¿Será mejor decir obra patética?
Olvidamos al eléctrico y a la señorita etcétera para mudarnos al Tapanco,
luego de tanta porquesía nos clausuraron el café
porque al gobierno no le alcanzó el presupuesto sexenal.
Ahora quieren cobrar impuestos a las casas de cultura
y a los ruleteros de izquierda.
Ahora hasta el humilde campesino escribe poemas políticos.
Ah, Agustín Lara ¿Lara?
¿Dónde estará con su trajecito de manta y dónde estará el Conde de Oro
buscando a su prosti consentida?
Hombre, no se dejen guiar por el claro mundo de los grandes poetas,
de los consagrados a la historia.
Aquí está nuestra fábula, somos los destinados al olvido, a la gruta mortal,
somos aquellos sin pasaporte,
aquellos capaces de romper un soneto a media lectura,
capaces de escribir con un “Culteranismo Surrealista mal habido”.
No aceptaron nuestra arrogancia en el infierno,
mucho menos en ‘café de nadie’.
¿Y qué decir de ‘casa tomada’?
Quisimos tomar el sillón de los arrumacos,
pero una pareja fue más clara en su demostración cachonda
y tuvimos que alejarnos como perros mojados.
Ni modo. Tampoco nos alcanzó el varo para pagar el café
de la casa del poeta.
Bueno, recordamos las leperadas de Bukowski porque es cierto que el amor es un perro infernal.
Justo antes de perdernos
en el abismo bruto de los antros citadinos
nos acordamos de los concheros,
ahí están los verdaderos poetas.
-Xochitl in Cuicatl-.
Justo donde los españoles
se atrevieron a poner la catedral metropolitana
con piedras de Tenochtitlan,
justo ahí
vuelven los concheros
a conquistar la noche.
Esencia de Huehuetitlan,
aprendimos
la danza sagrada del fuego,
el enervante perfume de las flores
y el misticismo del copal.
A Nezahualcoyotl,
a él no lo cargamos en los hombros;
él es el gran maestro que nos mostró
el canto del cenzontle,
a él siempre lo tenemos en el corazón.
Pero ven,
aquí no tienes que aprender los sublimes poemas,
aquí no hay formas ni discursos.
Ven a la Roma, a la Romita,
ven al Hexen
que aquí,
nada te cuesta ser poeta.
…
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