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Por Marisela Romero
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A la mitad de mi vida, ya no espero.
Río, ya no espero compañía;
lloro, ya no espero a estar sola;
amo, ya no espero ser correspondida;
doy, ya no espero me pidan;
tomo, ya no espero me ofrezcan.
Ya no espero el mejor momento, lo erijo;
ya no espero la felicidad, la construyo.
Ya no espero la lluvia,
ya no espero el sol,
ya no espero el frío,
ya no espero la noche,
ya no espero a la luna:
bailo alegre su estadía.
No espero me guste la vida,
moldeo la vida como me gusta.