H.T.M.L.

por Lord Crawen

PROPAGANDO LETRAS EN PANDEMIA

Tras años de investigación constante, Ob Lenders lo había logrado. A su más joven mentora le presentó detalles mínimos de su actual construcción, a la que llamó muchas veces “hija”, aunque no se acercara siquiera a una relación paternal; sin embargo, Lenders había ofrecido su casa para esta joven niña que había cruzado el mundo, por el solo hecho de adquirir todos los conocimientos de ingeniería y de todo. Lenders nunca fue conocido por su trabajo en el mundo, pero sí por sus más cercanos amigos y colaboradores en el área de las comunicaciones.

El proyecto final de Lenders cambiaría las comunicaciones y la manera en cómo éstas podrían darse a nivel global, y no solamente en este campo, sino en el póstumo y complejo término de la vida.

Lenders salió del sótano y abrazó a la joven Adela Mads. La llevó hasta el sótano donde resguardaba un enorme aparato con una muy pequeña pantalla en la que se mostraba un lenguaje textual en la misma, sin fondo de color: “Bienvenidos a la internet, donde usted encontrará todo lo relacionado con el mundo”. Lenders, saltaba de gusto y Adela no entendía una sola palabra de lo que leía en el texto.

―Jovencita mía, lo que acaba de ver salió de mi mente y pude ingresarlo en esa sola página. Con una compleja conexión de filtros, muy pronto todo esto llegará al mundo.

―Doctor Lenders, sé que salió de su mente, pero… ¿ha pasado todo este tiempo aquí abajo solamente para esas líneas?

Lenders comprendía a su joven aprendiz, no tendría la capacidad de entender lo que ahora estaba frente a sus ojos, así que se lo mostró.

Levantó un pesado casco de metal con muchas mangueras que conectaban hacia el enorme aparato de cómputo. El hombre tomó asiento, relajado y con los ojos cerrados, se creó una atmósfera de silencio en el lugar. Adela miró al profesor, pero muy pronto, la pantalla llamó su atención.

—Esto es H.T.M.L. (Head Text-Mental Language), aquí encontrarás todas las notas de mi trabajo, mi querida Adela…

Ante sí, Lenders continuaba centrado y mentalmente escribiendo todas sus notas. Adela lo abrazó e interrumpió su conexión.

―Lo hemos logrado, jovencita. Llamaré a Berners Lee, debe saber de esto.

Sin embargo, Lenders prefirió a través de los años, compartir su descubrimiento en pequeños fragmentos, lo que había construido era mucho más complejo para le mente humana que ya podía navegar en Internet y crear su información a través de códigos. El hombre comprende lo que ve, mas nunca lo que piensa.

El H.T.M.L. se quedó en el sótano del doctor Lenders y fue mejorando día con día, con ayuda de Adela y sus nuevos conocimientos en ingeniería de hardware y software. El proyecto ya no solamente podía difundir texto, sino imágenes, audio, video e incluso fragmentos de la mente humana. Adela pudo comprender en ese momento, que desarrollar el H.T.M.L. le daría a futuros deudos, una visión importante del fallecido en cuestión; podrían revivir la vida de un solo hombre en un video corto.

Ya mayor, con un tiempo entrecortado de actividades, Adela disfrutaba de un café por la mañana en casa de Lenders. Su mentor se había vuelto un hombre de la tercera edad, que ya no podría continuar con sus experimentos, a pesar de todo lo que ella aún estaba dispuesta a ayudarlo. Se reunía constantemente con mucha gente a la cual entrevistaba y proporcionaba pequeños fragmentos de nuevas actualizaciones, pero nunca habló del H.T.M.L.

Hasta que llegó un hombre que extrañamente sabía de la existencia del dispositivo. Se hacía llamar Jesús G. Un hombre latinoamericano alto, de cabello negro y tez blancuzca. Trajeado y muy propio y seguro de sí, recibía a la joven Adela siempre de manera déspota, pero a Lenders le tendía su conocimiento. A pesar de toda esta labia, Lenders jamás confío en él.

Esa mañana en especial en la que Adela escuchaba a lo lejos hablar a Jesús sobre su futuro proyecto llamado “El renacimiento” y a Lenders sofocado en habla por un hombre déspota e imaginado en sus proporciones ideales, la aprendiz se vio forzada a descender las escaleras y defender a su mentor.

―Señor G., Le pido hable con más respeto y propiedad para con quien tiene enfrente.

Impávido, el señor G. volteó a ver a Adela, dejando un silencio incómodo sobre la mesa.

―La pequeña aprendiz sabe mucho más que Lenders. Tal vez si te ofrezco mi ayuda, tú puedas darme los detalles que él no quiere darme.

Lenders, cansado y en silencio, esperó en la mesa. Se le veía acobardado, triste, pero, sobre todo, sumamente seguro de que su pequeña “hija” no daría detalle alguno de la creación de H.T.M.L., por mucho que el señor G. supiese del proyecto, no tenía idea siquiera de cómo llegaría a funcionar.

―Él es tan sólo mi mentor, sus experimentos no me los ha mostrado. Abandone este lugar, señor, y encuentre una forma de mejorar sus propios experimentos, no robándose las ideas de otros.

Lenders se levantó de la mesa y se interpuso entre ambas figuras.

―Le muestro la salida, señor.

―La conozco, Lenders, la conozco. Lograré lo que usted no ha logrado y un día, usted, desde algún plano, verá que lo que intento hacer es por el bien del planeta.

Y así se fue aquel extraño hombre, dejando un silencioso pasillo y un azote de puerta que quebró el vidrio de la parte superior. Nunca se le volvió a ver, pero sí se supo de él y de sus constantes invenciones y experimentos sobre personas que raptaba en situación de calle. Lo que hacía el señor G. sobrepasó el H.T.M.L.

Una tarde, Adela bajó las escaleras para ofrecer a Lenders una de sus comidas preferidas y encontró silencio en todo el lugar. Bajó el sótano y no lo halló. Recorrió la casa en busca de alguna nota y nada. El doctor casi nunca salía de casa, aunque Adela intuyó que en su mayoría de edad, debería darse un tiempo de observar por lo menos un atardecer.No lo encontró.

Lo buscó en el pueblo, recorrió todos los lugares y volvió cansada, preocupada y hambrienta. No podía comprender la ahora manía de Lenders de dejarla sola, hasta que un ruido se emitió en el sótano; un pulso electrónico constante se podía escuchar en la parte baja de la casa. Adela descendió y miró la pulsante pantalla pequeña del H.T.M.L. escribiendo constantemente.

Lo que iba leyendo era a detalle perfecto: el H.T.M.L., su creación, sus algoritmos, sus funciones y su futuro. Entre líneas, Adela pudo detectar que sólo había una persona que podría escribir todo aquello con detalle, pero no sabía dónde estaba. Comenzó a llorar mientras la pulsante pantalla no dejaba de mostrar textos nuevos. Todo el conocimiento de Lenders ahora le pertenecía a ella. Eso también significaba que Lenders, como un canino fiel y envejecido, se alejaba de ella para que no lo viera en sus últimos días.

La computadora registró datos por tres largos días hasta que se detuvo. El final, no eran datos del H.T.M.L., sino una carta para Adela.

Te he dejado todo. Busqué a alguien que te ayudara, pero quién más que tú para lograr que este proyecto subsista. Está comprobado, soy ahora parte de este proyecto. No te preocupes por mí, estaré bien. Yo soy la Internet ahora, cuando me necesites, me vas a encontrar en cualquier rincón del algoritmo. No te dediques a esto tanto como yo lo hice, Adela, dedícate lo necesario, ten una buena vida, disfruta tu hogar, enamórate y haz una familia. Heredar el H.T.M.L. es una pesada carga. Este experimento no estará ayudando al mundo en años a tener información, sino que podrán tener una segunda oportunidad aquellos que necesitan compartir conocimientos y seguir con vida de alguna forma. Seguimos en el lenguaje básico, mi niña, lleva esto más alto, pero vive… vive mucho, mi querida “hija”.

Esa noche, Adela salió de compras. A sus treinta años era una joven que no conocía el mundo exterior en su totalidad, pero era tiempo de hacerlo. El Internet ya había llegado a algunas partes de los hogares cercanos; su mentor estaba ahí, escuchando y enviando pulsaciones para las conexiones a la red más grande del mundo en unos años. Acudió por un café a un restaurante y observaba a una bella joven que también acudía sola a beber uno.

―Buena noche…, superchica.

―Buenas noches…, ¿doctora, licenciada?

Adela sonrió, se vestía tan formalmente siempre que los motes de profesión le llovían constantemente, pero nunca aseguraba ser alguno de ellos.

―No, sólo Adela. ¿Y tú?

―Mi nombre es Siria, pero hoy me disfracé de una heroína que cree en una historieta hace poco, aunque casi nadie la lee. Se llama Lilian Gloves, por los guantes morados, ya sabes. Y esta chica viene del espacio exterior a ayudar al mundo de maneras diferentes, porque se vuelve una doctora y salva a los niños. Pero también tiene poderes. ¿Suena ilógico no?

―No del todo, es una historia de chicas. Ya sabes, a los niños no les gusta si no es Superman o Batman, Hombre Araña y cosas así; desconocen que las mujeres también tenemos poderes y más que ellos.

―Además, es noche de brujas y al menos así nadie se ríe de mi vestimenta. Soy enfermera, por cierto, del centro infantil. Nunca te había visto por aquí.

―Suelo no salir, trabajo mucho. Mi…

En este punto la conversación de Adela tuvo un inesperado giro. Miró los ojos de aquella joven;  detrás de los pupilentes lila, había unos ojos posiblemente café profundo, que también la observaban con interés y un extraño latido provenía desde dentro. También le llenó de orgullo en ese momento llamar a Lenders “padre”. Estaba completa.

―… Padre, sí, mi padre. No salíamos mucho, tenemos un gran trabajo que darles a ustedes. Así que no sabía que era Noche de brujas.

―Una chica de treinta que no sabe lo que es la noche de brujas, creo que estás bastante mal. Bebamos este café y salgamos, señora licenciada.

Ambas salieron al mundo que Adela desconocía. Pronto se hicieron amigas y más allá de lo que la misma intimidad podría siquiera indicar. Su relación se basó por mucho tiempo en el silencio, hasta que pudieron implementar una de las muchas actualizaciones del H.T.M.L.

La actualización final del proyecto podía hacer que un cuerpo humano fuese conectado al H.T.M.L. a través de una red de terminales que lo mantendrían con vida. Su mente seguiría bajo pulsos, imaginando y escribiendo sobre una computadora. Pero Adela no dejó al proyecto mantener un cuerpo humano conectado por todo tipo de cables evitando la putrefacción.

A través de una conexión, traspasaba el último deseo de la persona hacia una pantalla, ejecutaba pruebas de movimiento y vida para, posteriormente, imprimir un nuevo cuerpo con todas estas habilidades a la vida real. Crearía humanos con nuevas habilidades; aunque esto conllevaba la muerte del cuerpo en sí, la mente de la persona en el nuevo cuerpo con habilidades o vida tendría la capacidad de continuar existiendo mucho tiempo más, hasta que decidiera eliminarse de H.T.M.L., ya fuese de su mente o que Adela lo eliminara.

El primer prototipo de función fue una joven de dieciséis años con leucemia terminal, que adoraba las historias de Lilian Gloves que Siria le contaba. La transfiguración corporal les tomó días a ambas, pero todo funcionó al final. Sólo que esta joven, en su puro corazón, decidió llevar a la heroína hasta la última de sus consecuencias.

Adela trató de hacer lo mismo con Siria cuando decidió convertirse en In Joy Holtz, pero nunca pudo terminar la transferencia y su amor eterno y amiga se quedó en la pantalla de un juego de video para que fuese reproducido por Adela en simulación las veces que ella deseara.

Tenía fuera al proyecto G. en marcha, un hombre que intentó crear el H.T.M.L., que la persiguió constantemente y robó muchos de sus datos debido a los filtros de Internet. También sabía que Lenders seguía vivo y conectado a las terminales de la red, porque continuaba escribiéndole y cada plan de ambos estaba descrito en los destinos de la humanidad.

Ahora, frente a sí, Adela había escogido a cuatro miembros de una banda de Rock con conocimientos de ocultismo, cine de horror, agujeros negros y ciencias dimensionales. Sabía qué debía hacer, pero le tomaría bastante tiempo, aunque la transferencia de datos de los cuatro estaba en marcha.

Sobre la enorme pantalla de H.T.M.L. se transmitían datos de un universo paralelo, muy parecido a la Tierra, donde habitan seres conocidos de la ciencia ficción. Una joven pareja de vampiros deambula por las calles llenas de ellos.

El baterista de la banda, quien ingresó más rápido que sus compañeros a H.T.M.L. y comenzaba su transfiguración, habló.

―¿Les interesa viajar a un lugar mejor que éste? Encontrarán lo que aquí ya no tienen…

IMAGEN

Un buen libro >> Mona H. Bell., Inglaterra, 1902-1920.

Jezreel Fuentes Franco (Lord Crawen) nació el 29 de Junio de 1986 en la Ciudad de México. Estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional; desafortunadamente, su pasión por la literatura y la música lo lleva a formar parte del taller de creación literaria impartido por el profesor Julián Castruita Morán y del taller de creación literaria impartido por el profesor Alejandro Arzate Galván. Participante de Concursos Interpolitécnicos de Lectura en Voz Alta, Declamación, Cuento y Poesía. En 2014 fue finalista del Concurso Interpolitécnico de Declamación. Participó en 4 obras de teatro de improvisación, las cuales fueron presentadas en los auditorios de la Escuela Superior de Ingeniería Textil y en el Cecyt 15. Ha realizado ponencias en eventos de “Literatura del horror” en el auditorio del centro cultural Jaime Torres Bodet. Publicó algunos trabajos para el portal electrónico “El nahual errante”. Actualmente, se desempeña como ingeniero de procesos de T.I.

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