LATITUDES. CRÓNICA, VIAJE Y BALÓN, DE ALBERTO LATI

por Armando Escandón

Por Armando Escandón

Imaginemos la escena. De un barco recién llegado de lugares remotos, bajan los viajeros. La gente interesada en conocer noticias e historias de tierras lejanas, empieza a bombardear al recién desembarcado con preguntas. Durante la Edad Media —y las postrimerías del Renacimiento— ésta era una cuestión frecuente, las aventuras incitaban la imaginación, una muestra de ello se encuentra en títulos como Los viajes de sir John de Madeville —obra anónima, pero que en su momento gozó de gran popularidad—, Los viajes de Marco Polo o El diario del almirante de Cristóbal Colón.

lati_gra_imageLos españoles, incapaces de entender la grandeza de la cultura mexica, solían reducir al nativo de estas tierras a la calidad de ser salvaje, adorador de demonios, por ello destruyeron los valiosos registros de la sociedad tenochca. De ahí el gran valor de obras como Cartas de relación de Hernán Cortés o Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo, que, aunque prepondera la visión hispánica, son una fuente imprenscindible para los estudiosos e interesados del tema.

México cuenta con una enorme tradición en cuanto a las crónicas, memorias y libros de viaje se refiere —en este último caso los visitantes extranjeros tienen un lugar preponderante, desde Alexander von Humboldt hasta la condesa Calderón de la Barca—. Gracias a estos documentos, de varias formas, se puede reconstruir el pasado de nuestra nación —y en gran medida de la Ciudad de México—. Guillermo Prieto, Ignacio Manuel Altamirano, Ángel del Campo, Manuel Gutiérrez Nájera, Ramón del Valle Arizpe, Salvador Novo, Carlos Monsiváis, entre varios autores más, aportaron al tema.

En el campo del fútbol ya existen títulos clásicos en nuestro idioma —aclaro, no todos de crónicas o memorias—: Fútbol a sol y sombra de Eduardo Galeano, Dios es redondo de Luis Villoro o Cuentos de fútbol, compilados por Jorge Valdano, entre algunos otros. En 2013, como producto de su labor de reportero deportivo, Alberto Lati[i] escribió Latitudes. Crónica, viaje y balón. Dicho libro presenta las crónicas, de las coberturas del autor por diversas geografías del orbe, donde las justas deportivas son un catalizador para entender la sociedad. Así, Lati reflexiona y presenta al lector sus vivencias.

Sobre Japón escribió: “El concepto del honor es fundamental para acercarse a este pueblo. La más importante del bushido, o camino del samurái, siempre fue precisamente el honor (cuya palabra nipona, meiyo, también significa gloria) y a la fecha perdura en importancia” (Lati: 30).

Al tocar el tema de la crisis en la que se vio envuelta Grecia, tras los Juegos Olímpicos (2004), Lati comenta: “Ocho años solamente y las previsiones más negativas nunca anticiparon semejante desastre financiero. ¿Cuánto costó el retorno de los Olímpicos a su cuna? Los más optimistas hablaban de diez mil millones de euros, al tiempo que los más pesimistas calculaban trece mil millones. En todo caso, muy lejos de los 5 700 millones inicialmente previstos” (46).

Al hacer un balance de la sociedad alemana, Lati cita las palabras que Carlos Fuentes le dijo en una entrevista: “Sí hay un grado alto de disciplina en este país, de capacidad de organización, pero hay un altísimo grado de ensoñación. Éste es el país de los románticos, del joven Werther que describe Goethe. Entonces hay una calidad humana de imaginación en este país que es muy poderoso y que contrabalancea ese famoso estereotipo de la rigidez de los alemanes marchando” (58).

Respecto a China denuncia al régimen y el férreo control que existe sobre la información, pues en ese país se vive una realidad que en mucho recuerda a 1984 de George Orwell:

[En los Juegos Olímpicos de Pekín 2008] uno de los mayores dolores de cabeza del Comité Olímpico Internacional se dio en materia de prensa: por un lado, los buscadores de Internet chinos tienen severos filtros (por ejemplo, no aparecen términos como «derechos humanos», «Dalai Lama» o «manifestaciones de Tiananmen de 1989») y son apoyados por una policía cibernética que algunos estiman en treinta mil efectivos; como era de esperarse, los enviados especiales a esos Juegos protestaron, en muchos casos por no poder ver siquiera las páginas de sus propios medios […] (126).

El Mundial de fútbol de Sudáfrica (2010) le permitió a Lati reflexionar respecto a la colonización europea de África y la poca representación que este continente suele tener en las competencias internacionales. Así, África en pleno siglo XXI pareceriera estar poco valorado. De ahí la importancia de ese torneo:

La incivilizada civilización occidental pretendió encasillar todo lo africano en un solo paquete, en una idea repetida al infinito. Tanto, que se atrevió cual carnicería a repartir, a dividir con líneas la geografía del continente […].

No es el Mundial de Sudáfrica: por primera vez, un evento deportivo representa a todo un hemisferio: intentemos comprender qué es ese hemisferio africano: místico, hechicero, espiritual, mágico, selvático, bárbaro, desértico, exuberante, cruel, generoso” (131-132).

Respecto a su visita a Birmania —en inglés Burma y renombrado por la dictadura gobernante como Myanmmar—, el cronista resalta su belleza y menciona los procesos políticos-históricos del país: “Nación tan interesante como maravillosa que hoy vuelve a abrir cicatrices. A sus nunca resueltos conflictos precolonial, de ocupación británica, postcolonial y dictatorial, se debe añadir la jamás solucionada situación de sus minorías” (264).

A las numerosas crónicas incluídas en el libro se deben sumar las entrevistas a diversas personalidades como al entrenador francés Guy Roux, quien en el fútbol internacional es un símbolo de continuidad, al dirigir casi media centuria al mismo equipo (1960-2005), el A. J. Auxerre; al exfutbolista belga Jean-Marc Bosman quien al terminar su contrato con el club Lieja intentó irse al Dunkerque de Francia, pero no pudo, pues todavía se acostumbraba que, a pesar de la conclusión del pacto legal, el equipo al que se iba el jugador debía pagar la “transferencia”. Bosman decidió iniciar una lucha legal ante los tribunales europeos ante la idea de que “[…] un ingeniero que termina su contrato con una constructora no tiene que ser vendido para emplearse en otra, ¿por qué el futbolista sí?” (188). Bosman marcó un precedente en el fútbol internacional, pero le costó su carrera en las canchas y está olvidado por gran parte del gremio al que ayudó; al atleta paralímpico Oscar Pistorius, que fue una inspiración al ser capaz de medirse con corredores “normales”, gracias a sus novedosas prótesis de carbono y a una fuerte disciplina, pero que después se vio envuelto en una polémica por el asesinato de su novia; a la hermana de John Lennon quien comparte una visión desmitificada y más humana del compositor de “Imagine”, y rememora la afición de ambos por el críquet y se confiesa admiradora de los Rolling Stones sobre los Beatles.

Alberto Lati, cual viajero que comparte las más variadas historias al bajar del barco, en Latitudes. Crónica, viaje y balón también muestra que los deportes —donde el fútbol guarda un lugar preponderante, dada toda la mercadotecnia que se mueve tras de él— permiten no sólo disfrutar o apasionarse por alguna de las disciplinas, sino también leer y hacer un balance de la sociedad donde se desarrolla una justa deportiva, desde las costumbres hasta la historia, desde la economía hasta la geopolítica.

FUENTE CONSULTADA:

Lati, Alberto. Latitudes. Crónica, viaje y balón. México, Ediciones Cal y arena, 2013. Nota: este año se editó una versión de bolsillo del mismo material, bajo el sello Penguin Random House.

NOTAS:

[i] Alberto Lati (México, 1978) estudió Comunicación en la Universidad Iberoamericana. Trabajó como corresponsal deportivo para Televisa hasta finales de marzo de 2016; en dicha empresa cubrió desde Mundiales de fútbol hasta Juegos Olímpicos, a lo largo de diversas sedes del mundo. Asimismo, ha colaborado con diversos medios impresos como Letras libres, El País, entre otros.

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