Por Yessika Rengifo
Príncipe:
Esta mañana, el invierno se ha manifestado tan fuerte, quizá presagiando un final. ¿Sabes?, esta estación del año siempre marca los sucesos que serán transcendentales en mi vida, es la antesala de que vendrá un nuevo arco iris; un arco iris como tú, que llegaste hace tres años, sin yo pedirlo, como llega el ruiseñor al árbol, para alegrarlo con sus más bellas melodías.
Lo nuestro nunca fue casual, siempre tuviste razón, era una cita del destino que teníamos que cumplir, una cita que alegró mi corazón profundamente, porque aprendí a quererte, como se quiere el último soplo de vida. Quererte nunca fue una obligación, te ganaste mi corazón siendo tú. Nunca llegaste a tocarme, y no hacía falta; bastaba con que me hablaras para llevarme a otra constelación en la que tantas veces dormimos juntos, hicimos el amor y susurrabas a mis oídos, versos que se volvían poesías, poesías que hoy son bálsamo para mi alma. Nuestra cama no solamente era el lugar para saciar el deseo, era fiel testigo de los momentos que juntos escribimos cada noche, en la que le robábamos un segundo al reloj, segundos que le pedía al cielo, nunca terminaran. Saber que no íbamos a estar juntos causaba una herida en mi corazón que poco a poco lo iba desangrando. Alguna vez dijiste que nuestro tiempo era un destiempo. De no haber sido así, quizás estaríamos juntos. Y creo que siempre estuvimos juntos, porque sólo juntos pudimos escribir este capítulo, capitulo que nos recordó que para amar, sólo hace falta estar vivo. No quiero que pienses que he dejado de quererte, el sentimiento continúa intacto, sólo he dejado de pensar que habrá una segunda parte. Quizá todo fue un sueño y ya era hora despertar.
Te querré y te amaré siempre, como suelo amar el invierno.
Tu zarpada.
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IMAGEN
La carta >> Óleo >> Miguel Ángel Yunquera
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