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Por Víctor Hugo Pedraza
Y…
si nos fugamos de esta hermosa ciudad,
para descubrir otro planeta,
dejemos a los poetas viciados,
enemigos del amor,
pretendientes de inmortalidad.
Posemos para nuevos retratos,
todos dibujados por el alma
o por el deseo de ser otros.
¿Si movemos el tiempo
para detenerlo en un beso
que rasgue cualquier indicio de inconsciencia?
Dejemos esta ciudad paradisíaca
que nos desgarra hasta el tuétano.
Busquemos otras palabras
surcadas de deseo,
voces que derrumben el miedo.
Quiero verme en tus pupilas
con este nuevo rostro.
Pris, detén el tiempo.
Y si…
me escuchas:
tengo miedo.
Detén el tiempo.
Detén mi tiempo,
compartámoslo.
Róbame el aliento,
una vez más.
Pris…
detén el tiempo.