Un cuarto de centenio desde aquella bifurcación
y nos miramos
dos fotografías superpuestas de frente,
gallardo en lo que siguen siendo casi dos metros
de algarabía sabatina.
.
Hoy se enmarca con pinceladas blancas
tu jardín de narcisos que no es el mismo
pero aún se une con la tupida barandilla
también moteada de pequeños copos.
.
Las almendras en tus pupilas
se han añejado añadiendo historia,
mientras las comisuras de tu boca
resaltan con las comillas que se dibujan al sonreír.
.
En breve comprobaré si tus brazos
todavía pueden recordar algunos sueños
cuando intenten unir nuestros latidos
y mis cabellos jueguen con el oxígeno
que se cuela en prominentes ductos griegos.
.
Si el sol calienta tu garboso revés
estoy segura de que no nublará mi vista,
hoy ya camino con los pies en el piso
mas, al cerrar los ojos, volveré a volar.
***
Imagen al exterior
De la colección Muros >> Fotografía >> Alias Torlonio
Manny Martínez-Torres. Año 1977, día 6, con el clima divertido y los aires que en febrero visitan la ciudad de León, Guanajuato en el centro de México, llegó a ocupar el cuarto sitio como hija de una familia de ocho hermanos. Ascendencia de arraigo desde 1700, Padres tejidos a la antigua con espíritu de progreso, la guiaron por un camino independiente. Desde muy pequeña su gusto por socializar, la llevó a ser una niña versátil, noble y adaptable. Comenzó a plasmar sus sentimientos en papel desde su adolescencia, sin embargo, guardaba para sí un torrente de sensibilidad. Impulsada por diferentes maestros de vida, fue tomando valor para mostrar al mundo sus escritos. Finalmente, se permitió compartirlos, gracias a un tutor literario que se convirtió en inspiración y empuje para dar a conocer hoy día, la tinta de su corazón.