Jamás había conocido a alguien como tú, usualmente la mayoría sale corriendo cuando me ven, pero tú eres distinto, en lugar de huir te emocionaste por mi presencia e, incluso, me has invitado a tu casa a beber unas cuantas cervezas.
Me agradas, eres el primero que no solo se ve como yo, sino que también me recuerda a mí cuando era más joven.
—¿Entonces vienes de otra dimensión? ¿Cómo fue que llegaste aquí? —Preguntas con la inocencia de un niño.
—Fue con esto. —Sin temor alguno, coloco sobre la mesa el artefacto que me trajo hasta aquí.
—¿Qué es esa cosa?, parece un viejo micrófono con dos cabezas. —Comienzas a estudiarlo.
—“Esa cosa” se llama el Frecuenciador.
—¿Cómo funciona?
—¿Ves las dos cabezas de micrófono? —Asientes.— Ellas absorben las partículas de dos dimensiones distintas y por medio del sonido, crean un conducto seguro por el cual puedo cruzar de un mundo a otro.
—¡Increíble, ¿Puedo ver cómo funciona?!
—¡Claro! —No debería, pero tu optimismo se me contagia y, con el frecuenciador, formo un pequeño portal del tamaño de una ventana para que puedas ver en su interior.
Maravillado, observas lo que hay del otro lado, un universo donde las estrellas son seres vivos y están hechas de luz y cristal.
—Wow —te quedas sin aliento hasta que el portal desaparece.
—¿Te gustó lo que viste?
—¡Me fascinó, ¿Cuántos mundos hay?!
—Su número es infinito y cada día sigue aumentando, podríamos vivir un millón de vidas y aun así, nos faltaría tiempo para visitarlos todos.
—¿En serio? ¿Cuántos has visitado tú?
—Cientos, he viajado a un mundo donde el meteorito que mató a los dinosaurios jamás existió, y estos se desarrollaron hasta evolucionar en una especie inteligente; tierras donde la magia es real y es la fuerza más poderosa del universo, y realidades postapocalípticas donde los muertos vivientes se arrastran sobre la faz de la tierra en busca de seres vivos para comer.
—¡Eso suena asombroso!, imagino que tu mundo ha de ser igual de genial. —Sin darte cuenta has tocado una fibra sensible.
—No, mi mundo ya no existe.
—¿Qué le pasó? —Por la expresión en tu rostro veo que tu preocupación es sincera.
—En mi realidad, la ciencia lo era todo y por ello, los descubrimientos que a otros universos les tomaría siglos realizar, a mi mundo solo le costó décadas, fue así como resolvimos el enigma de viajar entre dimensiones, creamos los frecuenciadores y… —Me interrumpes.
—Eso no suena tan mal.
—No he terminado. —Le doy un trago a mi cerveza antes de continuar.— Habiendo resuelto todos los secretos de nuestros mundos, decidimos usar los frecuenciadores para tratar de resolver los misterios que escondían los demás, pronto nos convertimos en viajeros interdimensionales y, con cada expedición, trajimos objetos de otros mundos al nuestro, hasta el punto en que mi tierra se convirtió en un collage repleto de objetos de otras realidades, jamás pensamos que eso llevaría nuestro mundo a su fin.
—¿Cómo ocurrió?
—El uso excesivo de los frecuenciadores y los miles de objetos traídos desde otras dimensiones crearon un daño irremediable en el tejido de mi realidad, y nuestro universo colapsó debido a ello. Desde entonces, mi gente comenzó a trasladarse de un mundo a otro, pero ya no como viajeros, sino como refugiados sin un lugar al que volver.
—Lamento escuchar eso.
—No lo hagas, con el tiempo descubrí que aquella tragedia en realidad es una gran oportunidad.
—¿Ah, sí?
—Sí, quizá mi mundo ya no existe, pero ahora tengo la oportunidad de poder acoplarme en muchos más, vivir distintas vidas, en diversos universos donde otras versiones de mí existan.
—¿Es por eso que viniste aquí? ¿Quieres vivir conmigo?
—No, quiero tu vida.
—¿Qué cosa?
—Por mucho que me gustaría vivir contigo, dos versiones de un individuo no pueden coexistir en una dimensión al mismo tiempo, o de lo contrario colapsaría, por lo que, si quisiera quedarme aquí, tú tendrías que irte.
—¿Y a dónde me iría? ¿Me obsequiarás tu máquina transportadora para que ahora sea yo quien viaje por el universo?
—Debo admitir que esa es una propuesta interesante, pero si te diera mi frecuenciador, ¿cómo podría continuar viajando yo?
—¿Entonces qué pasará conmigo?
—Tranquilo, pronto ya no tendrás que preocuparte por eso.
—¿Eso qué significa? —Para responder a tu pregunta, señalo a tus pies, y lo que miras te deja pasmado. —¡¿Qué está pasándome?! —Tratas de levantarte, pero, para este punto, tus piernas se han desintegrado por completo.
—Mientras charlábamos, te disparé con este laser devorador de materia. No te preocupes, es un proceso indoloro y cuando termine no quedará nada de ti, será como si nunca hubieras existido.
—¡Cabrón! —Pretendes lanzarme un puñetazo, pero la desintegración ha llegado hasta tu cuello y, en cuestión de segundos, te veo desaparecer por completo.
Es una pena, eras una de las pocas versiones de mí que en verdad me agradaba, pero bueno, al menos ahora tengo otro destino y una nueva vida agregada a mi pasaje.
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Revelación o El relojero >> Remedios Varo (16 de diciembre de 1908, Anglés, España – 8 de octubre de 1963, Ciudad de México).
Ronnie Camacho Barrón (Matamoros, Tamaulipas, México, 1994). Escritor, licenciado en Comercio Internacional y Aduanas, y técnico analista programador bilingüe, autor de dos Novelas, Las crónicas del Quinto Sol 1: El campeón de Xólotl (Amazon, 2019) y Carlos Navarro y el aprendiz del diablo (Editorial Pathbooks, 2020), también de diez libros infantiles: Friky Katy, ¿Tus papás son vampiros, El pequeño rey, Los guardianes del bosque, Erika otra vez, José lo vio todo, Una amiga de las estrellas, Las rivales, Los campeones y Los trillizos mágicos, todos con la editorial Pathbooks y traducidos en seis idiomas. Su más reciente obra, una antología de cuentos titulado Entre nosotros (Amazon, 2021). Ha colaborado en once antologías y muchos de sus cuentos, relatos y ensayos han sido publicados en más de cien revistas y blogs nacionales e internacionales.