Ser héroe consiste en ser uno, uno mismo. (José Ortega y Gasset)
Nunca pretendí perpetrar un acto heroico, jamás se me atravesó la idea de ser un héroe. A pesar de que, en la mitología, los dibujos animados, videojuegos, historietas y en muchas películas se haya presentado a héroes y superhombres que todo lo pueden con sus hazañas sobrehumanas, que de alguna manera nos motivan o simplemente pasan desapercibidos con total indiferencia.
En la historia de cada persona siempre se presentan situaciones y problemas que debemos resolver para encontrar la salida del laberinto y comportarnos a la altura de las circunstancias (solucionando cada obstáculo). Aunque algunas veces huimos de cualquier responsabilidad y nos sumergimos en el tedio y la indiferencia, en otras ocasiones peleamos nuestras batallas.
Cada persona puede lograr un acto heroico dependiendo de cualquier suceso en su vida cotidiana por muy pequeño o por muy insignificante que sea: no necesariamente salvar a un pueblo, rescatar a una princesa o participar en un conflicto mundial. Cuando pensamos que no tenemos la capacidad para hacer algo y, sin embargo, lo hacemos por una circunstancia extraordinaria, nos convertimos en héroes para nosotros mismos.
Dentro de mi mundo ordinario en el cual actúo y me muevo, viviendo en una situación confortable, he sido visitado por heraldos (no ficticios, ni literarios como el dios Hermes o T.R. Devlin, sino más bien de mi propia conciencia y circunstancias) que me han adentrado a mundos desconocidos, exóticos, especiales, donde se me han presentado retos y problemas. Ellos me han guiado, me han dado alientos para continuar mi camino lleno de obstáculos.
Aunque no siempre he aceptado el llamado a la aventura con ánimo, sino que al principio lo he rechazado como Moisés, Neo y Bilbo Bolson, en algunos momentos he encontrado mentores sabios y protectores que me han guiado a través de las zonas desconocidas, donde me prueban, me enseñan y me otorgan confianza en la aventura de mi vida, la cual cruzo por umbrales reconociendo aliados y enemigos, sufriendo calvarios, obteniendo recompensas para tomar el camino de regreso; aunque algunas veces me siento acorralado como Nathaniel en el río (en El último de los Mohicanos). Como cuando Leon-O fue elegido por Jaga para que asumiera el papel que le corresponde como líder de los felinos humanoides y combatiera a seres hostiles y malvados.
En la vida y en mi mundo, debo surgir y renacer como el ave fénix, con un nuevo entendimiento, con una experiencia del mundo especial, porque no soy el mismo y me transformo para siempre asumiendo mi papel ya sea con una danza tribal o urbana.
Este es un factor unificador del “Monomito” porqué he sido el héroe de las mil y un caras; el primer viaje que realicé comenzó con mi nacimiento y el último culminará cuando no vuelva a abrir los ojos. Mi calvario fue la superación de los obstáculos y mi resurrección será la compilación de mis recuerdos que dejaré a todos aquellos que me conocieron…
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IMAGEN AL EXTERIOR
Quijote de la Mancha >> Óleo sobre lienzo >> Dalias Jaquez
Calister Castillo Castellanos nació en Papantla, Veracruz en 1975. Estudió la licenciatura en Pedagogía y ha impartido clases en primaria, secundaria, preparatoria y universidad. Ha participado en talleres de investigación, educación, cine, arte, filosofía y literatura (comprensión lectora, creación literaria, literacidad, ortografía y redacción). Participó en la Tertulia vainillera y en el Primer Encuentro de Escritores Regionales. Ha escrito en revistas como ¿K`atsiyatá?, Voces interiores, Plan de los pájaros y Sombra del aire. Su escritura se conjunta en una amalgama estilística que ronda la ficción, la teosofía, la metafísica, la nostalgia, la mitología, la escatología, las visiones, el juego de palabras, el sueño, el sufrimiento humano, el lugar en el mundo y la búsqueda del ser…, en un estilo sugerente y fresco que permite abrir campos imaginarios, o existencias perdidas en mundos alternos o en algún punto ciego de la mente, un estilo sumamente fantástico y revelador.