REALIDADES EN «MANTÉN LA MÚSICA MALDITA» DE CARLOS VELÁZQUEZ

por Víctor Hugo Pedraza

“La tiendita ubicada frente a la puerta 5 del Foro Sol”,[i] en la Ciudad Monstruo o Defectuoso o Defe, hoy conocida como CDMX, es una parada obligada y tradicional para quienes fuimos o irán a algún festival o concierto al Foro. Quiero aclarar que no se trata de evidenciarla, pero después de visitarla todo queda listo para vivir Una temporada en el infierno.[ii] Luego, dentro del recinto, ya sólo toca mantener la peda.

¿Realidad compartida o no?

En ese sentido, Ortega y Gasset, en La deshumanización del arte,[iii] enuncia los dos extremos de la misma. Por un lado, la realidad “vivida”: las situaciones, las personas, las cosas, las peripecias, desde el punto de vista humano y de primera mano. Por el otro, la realidad “contemplada”: la de quien se posiciona como espectador; en este caso lector. Así, estos “grados de alejamiento, por el contrario, significan grados de liberación en que objetivamos el suceso real”.[iv]

Pues bien, el anterior preámbulo baste al contexto para comentar Mantén la música maldita (2020), libro escrito por Carlos Velázquez donde construye un ir y venir entre esas dos realidades mencionadas líneas arriba, al provocar un diálogo con el lector. Con el avance en la lectura, llega el reconocimiento de alguna de las peripecias narradas, crudas y sin tapujos, detonando, entonces, en el lector, expresiones como: ¡Ah, sí, recuerdo ese concierto!; ¿en serio eso pasó?, ¿cómo me lo perdí?, ¿dónde me metí?; ¿se puede llegar a ese nivel? Tal vez tú, sí —el que está leyendo— sabes otras. De tal forma, estos elementos, ya de por sí, abren un canal de comunicación que mantiene, a quien lee, aferrado a cada página.

En suma, se agradece la franqueza en cada uno de los textos, ya que propicia cierto grado de complicidad y confianza. De pronto es como sentarse a platicar con tu mejor amiga o amigo en la barra de una cantina o en la banqueta de la calle o en la azotea o en algún lugar cómodo acompañado de alguna bebida virtuosa y escuchando parte de esa música maldita. Porque, claro, las páginas del libro dan para buscar las rolas en ellas mencionadas y vaciarse entre las notas.

Me quedo con la seguridad de que estas realidades —vividas y contempladas—, expuestas aquí por medio de la música y, claro está,  de la literatura, se mantendrán llenas de todo contacto humano.

P.D. Sí, la música de la que hablamos —Velázquez y yo—, la maldita, es el rock.

Tarde lluviosa de un 09 de abril, en la Ciudad Monstruo, del 2020

 

Velázquez, Carlos. Mantén la música maldita. México: Sexto Piso – Universidad Autónoma de Nuevo León, 2020.

NOTAS

[i]Velázquez, Carlos. Mantén la música maldita. México: Sexto Piso – Universidad Autónoma de Nuevo León, 2020. pp. 155.

[ii]Rimbaud, Arthur. Francia: Alliance typographique, 1873.

[iii]Cabe hacer una precisión: Ortega y Gasset, en éste artículo, define al arte como el conjunto de medios por los cuales al ser humano le es proporcionado el contacto con sí mismo. En el tema particular de la literatura se refiere a la poesía como un arte (pp.354).

[iv]Ortega y Gasset, José. “La deshumanización del arte”. pp. 362-363. Paráfrasis.

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“Sin título” >> Fotografía >> Víctor Hugo Pedraza

Víctor Hugo Pedraza llegó al mundo en la coda del noveno mes, del año 77, del siglo XX. El mismo día, en el que, muchísimos años atrás, fue fundada la Universidad Nacional Autónoma de México, de donde egresó en la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas. Después, activista social, editor y siempre poeta. Sus vivencias le alcanzaron para escribir el libro Poesía publicado en 2014 por Baba Editorial. Colaborador en diversos medios y publicaciones electrónicas e impresas. Impresas, también, sus fotografías, cuyo gusto ha cultivado desde que una cámara llegó a sus ojos. A sus oídos la radionovela y, sí, ha participado en la producción de alguna de ellas. Ecléctico de por sí, y por tanto, oscilante entre la Ciudad Monstruo y el Bajío mexicano.

Por el momento es todo, seguramente, después, con el tiempo y los pasos, podrá contarse algo más.

Poesía

… signar, signamos… nombrar el mundo es indagar sobre nosotros mismos; revelar la densidad de las cosas a través de la palabra es conocer el lugar y la dimensión que abarcamos en el espacio, ése que llamamos realidad y que constituye el frágil instante del presente donde desplegamos nuestra existencia… poema a poema la pretensión es inmovilizar la experiencia, dotarla de inmutabilidad para que los paisajes o las personas, el tiempo, las ciudades y sus calles no muden sus formas; pero también, por su parte, en cada verso lo que se expresa es un devenir constante… (Fragmento del prólogo, de Juan Galván Paulin).

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