Por Alberto Navia
Navego en los mares de la soledad.
Mis pasos, sobre las dilatadas
eras, retumban,
como bosques derribados.
El vapor somnoliento de mi
respiración, reciclada,
va llenando, de a poco, los espacios.
Espacios petrificados
por la ausencia. De
paredes enraizadas en los pisos
y ventanas, casi
siempre, cerradas.
Llora la penumbra la luz
Llenando de silencio el sonido.
Llanas las palabras brotan
Y se derrumban como baldadas rocas
Ya no ostentan alas para batir
Y las abate su propio peso.
Lo mismo pasa con
mis ojos, cerrados
casi siempre. Llenos
de visiones, de añoranzas
que danzan
en mi entorno la danza mortal de
los recuerdos.
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IMAGEN AL EXTERIOR
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