MAQUINARIA IMPERFECTA

por Héctor Vargas

Manual Primero: Donde se reconoce el problema

Estoy cansado de tanto transmigrar, de los sueños recurrentes, de los falsos ídolos y la charlatanería. Soy Gordiano Tauro, guardián de las letras y dueño de mi propio cuerpo; el mismo que encierra todo lo que soy y del que soy un dios.

Los objetos exteriores pierden su significado de tanto que se les asimila.

Las filosofías del ayer parecen no funcionar en el hoy; es difícil no engañarse.

Me busco fuera y dentro de mí, sé que no poseo todas las respuestas pero en este momento no pretendo saberlas. Llegará el día en que me sienta nuevamente pleno, con algún atisbo de espiritualidad, y pensaré que valió la pena vivir y soportarlo todo.

Hoy, como casi todos los días, estoy hastiado. Prendo el televisor y desquito mi odio ante un Personaje de Prueba creado para ser expuesto. —Malditos medios y mil veces maldito el Personaje de Prueba que se resigna en ellos, —pienso.

En el televisor, el Personaje de Prueba, un individuo con cara alegre y vacío de espíritu, exalta su admiración hacia alguien que nombra como el Máximo Mandatario Terrenal en las cosas del espíritu.

Cierro los ojos, quisiera borrarme del mundo. La ciudad industrializada me deja sin fuerzas.

El televisor hace un último intento por mantenerme despierto, me alerta a no perder la cabeza, el cuerpo y mucho menos el espíritu; esta vez, ha ganado el sueño.

Manual Segundo: Donde la ayuda interactúa de unidad a unidad

Las palmeras  que emergen en el parque son de dátiles dulces. Ahí conocí a Ojos Saltones, cuando recogía dátiles del suelo y exigía una propina por el simple hecho de existir.

A primera instancia no lo miré, sino hasta que, extendida la mano, me exigió la caridad; pero sólo miré su mano y la negué. Habiendo caminado unos pasos, volví mi vista y le miré a los ojos y divisé en ellos a los ojos de todo el mundo. Me sentí mimetizado con aquel pobre hombre, tanto así que creí ver las mismas líneas a los lados de su boca, los surcos nasogenianos, exaltados como mueca en desaprecio a su mal destino y que otros conciben como amargura.

Su mueca no correspondía a sus ojos saltones, de los cuales me admiré, y por los cuales regresé para regalarle unas monedas.

—Sabía que regresarías —dijo Ojos Saltones—, lo sabía porque, a fin de cuentas, eres uno los míos.

Manual Tercero: Sobre la libre manutención

Los semáforos altivos, antes imponentes, color ámbar, dejan pasar cualquier filosofía.

Para bailar la Jindama es necesario ser fuerte y yo dudo de la fortaleza de mis piernas. Constantemente me aqueja la pesadez de existir con su correspondiente necesidad de inexistir. Sé, sin embargo, que lo que me mantiene es no traspasar la línea entre suicida suicidado; semejante absurdo es la vida.

El señor Ismo, un ser que se opone a lo establecido, hace su aparición en mi casa. Camina erguido, sabiéndose pleno de sabiduría en cuanto al todo y la nada.

Para bailar la Jindama y salir bien librado es necesario estar loco y soportarlo todo. Es difícil vivir en este mundo, por eso nos inventamos las mentiras, que forman parte, también, de nuestra libertad.

Manual Cuarto: Donde se pone a prueba la eficiencia del nuevo Personaje

Mi debilidad más grande, Ínfimo Ser, me aniquila. Han hecho agujeros alrededor de mi casa, unos Ojos Saltones me vigilan desde el exterior. Hoy no tengo deseos de escribir y por ende, dejo de existir.

Manual Quinto: Donde la filosofía unitaria mengua, la popular crece

Escribo, luego existo.

En la calle el sol ha salido y se respira un aire de pureza. No se percibe un solo rastro de oscuridad.

Siento como si me faltara el aire, pues la luz falsa que se levanta no hace las veces de calentar mi espíritu.

No he perdido mi cuerpo, no he perdido mi alma; pero estoy solo, borrado e impotente.

¿En qué he fallado para existir? ¿Son los planos correctos los que utilizo para dirigir mi maquinaria humana?

Manual Sexto: Donde todo lo que nace tiene que morir

Todo se lo ha llevado la Ola de Boga. No fui lo suficiente visionario para observarlo.

Después de una sobrexposición de mi persona, siento como si muriera, pero no soy yo; es el Ser Ácrata que me deja para formar parte de la moda. Espero no engañarme nuevamente.

Manual Séptimo: Regresar a uno mismo

El señor Ismo, el ser contrario a lo estipulado, se alegra al verme regresar a casa. Me cuenta que me ha ido sumamente bien, pues mi forma cambiante parece adaptarse a cualquier situación. Me cuenta que al ser anterior a mí le desgajaron el cuero, dejando solo su esqueleto, bocarriba, sujeto a tierra, con grilletes en manos y pies.

—Te han robado la tez, pensando que formaba parte de tu mente, por estar en el mismo sitio que la cabeza, pero no han roto tu espíritu —agrega el señor Ismo.

Manual Octavo: Donde se reconoce la gran escala

Se han hecho de un nuevo Personaje de Prueba en el televisor; mi piel se eriza instantáneamente. Siento un frío que me cala los huesos pues el nuevo personaje se me asemeja.

El Gordiano Tauro del televisor proyecta una brillantez extraña. Se le ve bañado, peinado y hasta sonríe. Lleva consigo unas gafas oscuras y manipula a diestra y siniestra.

—Por supuesto que no soy yo —les confirmo a todos los yos presentes en mi habitación—. ¿Acaso no ven que alaba con hipocresía al Máximo Mandatario Terrenal? Mírenle, es alguien más destructor y fantasioso que se me asemeja.

—¿Pueden creerlo? —dice el Gordiano Tauro del televisor—. Ese tipo vive constantemente acechado por el suicidio —lo dice mientras ríe a boca suelta—. ¿Cómo se puede vivir así cuando la vida es maravillosa?

El señor Ismo me ve y sonríe nuevamente.

—No es la maquinaria, ¿verdad, amo?, sino quien crea los planos —agrega, calla, y luego regresa a ver el televisor.

En mi espíritu sensorial, sé que soy Gordiano Tauro, el verdadero. Me acerco a la pantalla para ver mi cara emulada, para notar sus costuras de piel sobrepuesta, pero todo está perfectamente maquillado. No se le descubre nada a excepción de sus ojos. Detrás de aquellas gafas oscuras se alcanzan a percibir unas cuencas marcadas; se divisa un contorno carnoso en rededor de los ojos. No pudieron unir, sobre la piel expuesta, a unos Ojos Saltones que sobresalen.

Notas complementarias al manual:

Hoy por fin, vi mi rostro al espejo —es difícil observarse uno mismo de frente—. Hay un vacío donde antes había una cara. El vacío se asemeja al que observo detrás de mí, en el espejo mismo. Hay una ventana detrás, a través de ella veo un universo que se extiende largo a la distancia en que ni siquiera yo, Gordiano Tauro, lo comprendo.

He visto en gente superior, a la misma que en la inferior. El más alto mandatario en las cuestiones espirituales no tiene a su alcance sino las mismas posibilidades que el más pequeño de nosotros. Cualquiera pudiera llegar a entrevistarse con ese mandatario terrenal y no le haría sentirse más cercano a Dios que uno mismo en sus meditaciones. No hay abuso de poder en esos niveles. Al llegar a ese ser terrenal te percatas que las dudas en ese elemento terrenal son las de uno mismo, que nadie posee el control, y sin embargo, nos seguimos inventando títulos, obstruyendo el paso a otro nivel de crecimiento y aniquilando maquinarias que difieran a nuestro pensar. Seguimos manufacturando egoísmo en la búsqueda de la parafernalia que posea el movimiento perpetuo, en éste, que sabemos, nuestro universo infinito.

A problemas sin respuestas nos conformamos con amoldarnos a mentiras que hagan funcional nuestro mecanismo, el de fácil sustitución, el que a pesar de ser nuestro, no sabemos manejar en sus instintos, en sus pecados, en sus ideas, filosofías y en el sentido de lo espiritual, aunque nos digamos ateos. No se engañen, en realidad no somos nada sino una maquinaria imperfecta en busca de la perfección.

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IMAGEN

Mosca >> Técnica mixta >> Alias Torlonio

Héctor Manuel Vargas Núñez nació en Benjamín Hill, Sonora, el 16 de julio de 1972. A los cuatro años, después de desordenar los tipos de una imprenta, fue llevado a Puerto Peñasco, donde aprendió a leer, escribir e inició su afición por la lectura. A los diecisiete años, en un viaje en un barco camaronero, decidió por las letras que lo aproximaran a explicar la sensación en la experiencia. Fue en Mexicali, su ciudad actual, donde concretó la osadía. Escritor intuitivo, inició a colaborar, en los noventa, en la revista Ahí Tv’s. A principios del dos mil, publicó en la página Ficticia.com. Desde 2015, colabora en Sombra del Aire, con su nombre de pila y bajo los seudónimos Equum Domitor, Eleuterio Buenrostro y Mabel Pinos. Fue seleccionado para participar en la Antología Sombra del Aire 2022 y 2023. Recientemente, publicó su libro El inefable juego de los tricrómatas. Siendo un escritor inquieto, sigue en busca de ordenar los tipos que un día desordenara.

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