Le veo los labios. Como los de la Jolie, son un bultito de piel divina, sonrosada y antojable. Imagínenselos nomas, tan cachondos y sexis con ese lipstick rojo y coqueto, resguardando esos dos dientitos que sobresalen en la parte de arriba de la mandíbula.

Al beber la cerveza una gota ambarina rueda por su boca. Yo la miro descender lentamente por su barbilla, rodar pasito a pasito por el cuello, perderse en la intrincada red tatuada en medio de las tetas, para finalmente desaparecer bajo lablusa como un pequeño bicho que busca refugio. Una gota ambarina, acompañada por transparentes, transpirantes,trepidantes y diminutas perlas de sudor que fugábanse de a poquito de entre sus poros dilatados.

La lata que ha dejado sobre la mesa también suda. Aquella lata que bajé a comprar yo solo hace unas horas junto con otras 11, porque a ella le dio hueva salir y prefirió darme las llaves para que fuera al Oxxo.

Yo también sudo. Me mojo al ver esa mirada perdida; su cabello mitad rojo, mitad negro, peinado en dos coletas como las antenas de una mantis religiosa; las perforaciones de sus pezones que se notan a través de la blusa blanca ajustada; la criatura peluda que trepa en medio de sus piernas apretadas, por debajo de los calzones, amenazando con escaparse por los huecos del short de mezclilla. La palabra Tse-Tse grabada en tinta cerca de su parpado derecho; una manzana verde, podrida y agusanada en su brazo diestro; un siniestro cráneo de buey lleno de moscas en su brazo izquierdo; una desangelada mosquita solitaria en el dorso de su mano. Dibujitos negros como hormiguitas indescifrables subiendo por marañas de ramitas oscuras hacia su brazo.

El cuarto, su guarida húmeda y caliente, también está sudando. Expele gotas condensadas en cada uno de sus rincones mohosos y apretados, en cada pedazo de madera crujiente de la duela llena de hongos y bacterias asesinas.

Cueva mojada y dilatada de la que ella me abrió las puertas. Se abre ahora la oscura ermita del pecado, se escucha unasúplica sifilítica, se huelen los sulfídicos vapores del averno. Ella me invita a pasar. Me toma del trinche, me clava sus garras, me saliva impúdica. Mis dedos se hunden en la cripta de la bestia. Un entierro profano está a punto de ocurrir.

Y ya, sin metáforas ni eufemismos: me tira la onda, me avienta a la duela, se sienta en mi verga, se quita la blusa, le chupo las chichis, le meto las manos, observo la araña y luego la aplasto…

—¡Qué hiciste, estúpido!

—¿Cómo qué “qué hice”?

—¡Mataste a una pobre araña, imbécil!

—Era sólo una araña.

—¡Pues sí, pendejo! ¿Pero la arañita qué te hacía?

—¡Es un pinche animal! ¡No te puedes poner así por un mugroso bicho!

—¡Más pinche animal lo serás tú, hijo de la chingada!

—¡No mames! ¿Neta te vas a poner así por eso?

—¿Cómo ves que sí, cabrón? ¡Y ahora mismo te me largas de mi casa, maldito insensible de mierda!

Cubre sus pechos con una mano y con la otra me indica la salida. Trato de razonar con ella y obtengo por respuesta una taza dirigiéndose hacia mí como proyectil. Se escucha la porcelana barata quebrarse durante el impacto. Emprendo la retirada. Para mi suerte la puerta de la entrada del edificio se encuentra abierta.

Sobre Ponciano Arriaga pasa el Metrobús San Lázaro Ruta Sur. Dos putas fuman apaciblemente en el hotel de laesquina. Mi mochila cae desde la ventana del cuarto piso, la responsable del acto entra a su pieza. Una nube negra se posa sobre la cúpula del Monumento a la Revolución. Llueve.

Camino. Avanzo sin rumbo por las calles de la Tabacalera: Jardín de San Carlos, Casa de María Antonia, Senado de laRepública, Reforma, Insurgentes. Se escucha la armoniosa disfonía del tráfico capitalino.

¡Pinche loca! ¿Ponerse así nomás por una puta arañita? Habiendo tantas cosas por las cuales preocuparse: la populosadesproporción del retacado Valle de México, el colapso del dólar frente al peso, el deshielo de los polos, la falta de unpensamiento crítico en nuestra generación. ¡Que chingados sé yo! ¿Pero quién se pone así por una pinche araña?

Por eso es mejor caminar. Doblar camino. Llegar a casa. Torcerle el pescuezo al ganso. Venir viendo. Venirse a ver. Ser uno solo y no mal acompañado. No solamente una vez me amé a mí mismo. Animarse. Amasarse. Hacerse un ovillo en la cama y olvidarse de esa pinche loca.

Pero llueve. Llueve ahora más cabrón que nunca. Y la casa queda lejos y no hay saldo en la tarjeta para el Metrobús. Tal vez haya unas moneditas sueltas en el pantalón, pero no. Hay unas llaves.

Ahora tengo que volver a devolver las llaves que no me pidió de regreso esta cabrona. Esta cabra descarriada. Esta chiva que me chivea cada vez que la veo. Pinche loca. Pocas Pulgas. Mucha labia. Volver a ver esos labios tan sexis, pedir perdón, tal vez. Rendirse ante la violenta furia de sus palabras, porque ¿qué caso tiene pelearte con tu mejor amiga por una pinche araña?

Voy de regreso. Las damas de la noche me chulean al pasar. Por la otra acera pasa el Metrobús Buenavista, Ruta Sur. Un gato gime. Una sirena ulula. Yo piso un charco de agua estancada.

Abro la puerta. Cuarto en penumbra. Lux in tenebris. Una maraña de manchitas negras recorre su anatomía. Una mosca emprende el vuelo desde su brazo. Un monstruo peludo sale por debajo de su short. Intrincadas redes de seda cubren parte de su pecho. Una araña, viuda negra, escapa de su boca abierta y besa sus amoratados labios, sin vida.

 

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El amor desinteresado >> Giovanni Francesco Barbieri (Guercino), Italia, 1591-1666.

Alejandro Rodríguez es ingeniero, fotógrafo, narrador y poeta. Egresado de Ingeniería en Control y Automatización por el IPN. Cómo fotógrafo, ha participado en las exposiciones colectivas “Pulque: con sabor a cultura” (2016), “La ciudad es un espejo” (2017) y “De la tierra a la pulquería” (2018). Ha colaborado para distintos medios como Revista Atea Paradigma, Regeneración Radio, Revista Arrabal y La Panana. Ha sido parte por más de cinco años del programa “Contra la Quema de Libros” de la Dirección de Fomento a la Cultura del IPN, organizando lecturas públicas y eventos anuales como el Festival de Lengua y Literatura Indígena y el Festival de Literatura del Horror. Se ha presentado en espacios como Un Paseo por los Libros, Museo del Pulque y Las Pulquerías, Primer Festival del Libro Tlalnepantla (2016), Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (En sus ediciones 2016 y 2017) y Festival Internacional de Narrativa México (2018).

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