LA REVOLUCIÓN DE CARTUCHO DE NELLIE CAMPOBELLO

por Víctor Alvarado

Fascinación y curiosidad por los relatos verdaderos o inventados han perdurado hasta nuestros días, a estos acudimos solícitos por mera distracción o deleite, para aprender o enseñar, para la correcta explicación del suceso cualquiera, para conversar o captar la atención del receptor, para entretenernos y pasar el rato, en fin, para conocer algo del mundo y tal vez un poco más de nosotros mismos.

Para los lectores entusiastas descubrir textos interesantes supone siempre una grata sorpresa, sea por encomienda académica, recomendación o por puro azar, en ocasiones estos hallazgos resultan mejores cuando se trata de autores o autoras poco conocidos o de obras que aborden algún asunto de particular interés.

El caso al que ahora me refiero es el de la gran escritora mexicana Nellie Campobello, y el de uno de sus libros, el magnífico Cartucho. Relatos sobre la lucha en el norte de México, (conocido simplemente como Cartucho), nombre tomado de un personaje real y que recibe el protagonista que aparece en el primero de sus textos.

Se trata de un libro suigéneris difícil de clasificar que contiene una colección de cuentos sobre diversos episodios históricos de la guerra de la Revolución Mexicana, así como de algunos otros biográficos de la autora, ocurridos principalmente en Hidalgo del Parral, comunidad ubicada al sur del Estado de Chihuahua donde la autora vivió durante su infancia.

Nelli Campobello (María Francisca Moya Luna) nació en Villa Ocampo, Durango. Dice María José Ramírez que la escritora registró durante su vida diferentes nombres y fechas de nacimiento, sin embargo, una acta parroquial referida por los biógrafos Jesús Vargas y Flor García Rufino, indica que habría nacido el 7 de noviembre de 1900 (19), fecha que se toma en consideración por coincidir con la señalada también por Sergio López Mena (1).

Campobello vivió en Durango, en Chihuahua y en Laredo, Texas. Llegó a radicar al Distrito Federal entre 1921 y 1923. Estudió ballet. En 1930 trabajó como bailarina y coreógrafa en la Secretaría de Educación Pública, y al año siguiente, al lado de su hermana Gloria, fundó la Escuela Nacional de Danza, misma que dirigiría hasta 1983 (Artes). Además de la escritura consagraría su vida a la enseñanza y promoción de la danza, campo este último en el que alcanzaría amplio reconocimiento.

Publicó Yo, versos por Francisca, su primer libro de poesía en 1928. En coautoría con su hermana en 1940 editó Ritmos indígenas de México, libro “en el que se abordan de forma pedagógica la interpretación, la enseñanza y el aprendizaje de una amplia gama de bailes indígenas mexicanos, con sus pasos, sones y movimientos rituales” (Bautista Aguilar 13).

En 1943, también junto con su hermana y con el apoyo de importantes personalidades del ámbito cultural de la época como Martín Luis Guzmán, José Clemente Orozco, Carlos Chávez y Roberto Montenegro, entre otros, participaría en la conformación del Ballet de la Ciudad de México, que “[…] tuvo como propósito la elaboración de ballets mexicanos, que tenían como base la técnica de la danza clásica” (Artes).

La primera edición de Cartucho fue publicada en 1931, y quedó, dice la autora, bajo el cuidado del “[…] maestro y poeta Germán List Arzubide, a quien siempre he agradecido la devoción y afecto que me dispensó sin merecerlo yo ni aquilatarlo. La portada la regaló Leopoldo Méndez” (Prólogo a Mis libros 355).

Además de Cartucho, que versa sobre el tema revolucionario, se editaría también Las manos de mamá en 1937, escrita para “[…] rendirle homenaje a la mujer mexicana de aquella época, a la ‘Adelita’, a la madre que, como la suya, resguardó a sus hijos bajo su falda en medio de la Revolución” (Bautista Aguilar 24).

Siguiendo las fechas de las publicaciones de sus obras, en lo referente a su lírica, Bautista ubica a Campobello:

[] en la génesis de la poesía contemporánea mexicana, por la sencillez de su escritura, que se despoja del oropel que caracterizó a la corriente costumbrista, de cuyos rasgos se encuentra impregnada gran parte de la literatura mexicana de finales del siglo xix y principios del xx. Su poesía refleja una nueva visión del mundo, enmarcada en la naciente sociedad urbana (Bautista Aguilar 20).

Para 1940, Campobello escribiría también, en honor a su héroe, Apuntes sobre la vida militar de Francisco Villa, texto bien documentado basado también en las anotaciones de la “bitácora militar de varias luchas libradas por el general Francisco Villa —entregadas de propia mano de su viuda, Austreberta Rentería” (Bautista Aguilar 13). Se sabe que la autora poseía un profundo sentido de la justicia, y su posición ideológica decantaba su balanza principalmente en favor de los luchadores revolucionarios del Norte. Esto manifiesta en su Prólogo de 1960:

[…] mis héroes estaban proscritos. A Francisco Villa lo consideraban peor que al propio Atila. A todos sus hombres los clasificaban de horribles bandidos y asesinos. Yo leía esto día a día, escuchaba las odiosas calumnias y comprendía la injusticia, la barbarie de estos nuevos ricos mexicanos hartos de dinero, del dinero que robaban a este pueblo al cual tanto defendió aquel glorioso señor general don Francisco Villa, y lo atacaban sistemáticamente con el solo propósito de desvirtuarlo y destruirle su personalidad de gran mexicano y de guerrero genial (344).

“Tres poemas” (Abra en la roca), el tercero de sus libros de poesía se incluyó en Mis libros de 1960, editado por la Compañía General de Ediciones de Martín Luis Guzmán (Ramírez Herrera 14), último volumen que reunió las obras de la escritora, y el cual contiene un escrupuloso y extenso prólogo donde Campobello refrenda su posición política en favor de los revolucionarios además de asentar algunas otras opiniones e ideas y pormenorizar una parte de su trayectoria, logros y dificultades por los que atravesó durante su carrera artística.

La primera edición de Cartucho de 1931 contó con 33 relatos; a la segunda de 1940 se le quitó uno y se le agregaron 24, es decir, que el libro comprende 56 ficciones narrativas divididas en tres secciones: “I. Los hombres del norte” (siete relatos), “II. Fusilados” (28 relatos), y “III. En el fuego” (21 relatos).

Inmersos en un ambiente rural, de sangre y de mugre, de miedo e incertidumbre, cada relato da cuenta de manera particular de alguno de los acontecimientos del conflicto bélico ocurridos antes o después de la batalla, en medio del fuego, en una plaza o en el comedor de una humilde vivienda.

Así es como se van registrando entre las tolvaneras de algunas de las calles de Parral, aquellos episodios de crueldad y sufrimiento, de abusos e injusticias, y de muerte, principalmente de esa muerte rutinaria proveniente de la realidad, y que se logra desde la perspectiva narrativa de una niña, desde el recuerdo y con la voz de una mujer que experimentó la desgracia en carne propia, y no obstante, a la distancia, nuestra autora consiguió tratarlos con sencillez y sensibilidad admirables desde el enfoque de la inocencia infantil, misma que no pudo haber emanado sino de la sinceridad y la más purísima inteligencia.

Muestra de esto se da en el relato “Desde una ventana”, donde una pequeña y su hermana, como si se tratase de lo más natural y cotidiano, atestiguan el cruel proceso de ejecución de un joven enfermo, mugroso y asustado, quien “cayó manándole sangre por muchos agujeros” y cuyo cadáver “estuvo tres noches tirado” ahí, al alcance de sus dóciles miradas.

Esa pequeña, quien nos narra el relato, se acostumbra tanto a “ver el garabato de su cuerpo, caído hacia su izquierda con las manos en la cara, durmiendo allí, junto de mí”, que cuando aquél desaparece, lo extraña, y entonces un día ella sueña deseando que nuevamente fusilen a otro desdichado para poder seguir observando (Cartucho 63).

Vaya manera de percibir y traducir la realidad de ambos lados del ventanal. Dos ángulos desde donde se aprecia la misma existencia. A través de la ventana se puede contemplar la otra parte del mundo, y viceversa, se puede observar de uno u otro punto hacia adentro o hacia afuera; un fragmento del drama de la vida, una de sus dos caras, la escenificación detallada de la ejecución, a los hombres armados y al indefenso. Poder versus debilidad. El fin impostergable ordenado por el necio. La culminación fatídica del ser ante los perturbados ojos de la hija, de la hermana, de la madre, de la mujer expectante a la que se ha embutido contra su voluntad una asquerosa verdad descoyuntándole para siempre el espíritu.

La muerte de un ser querido trae dolor inmenso a familiares y amigos, cuando es accidental o trágica, al parecer, el sufrimiento resulta mayor, pero cuando es resultado de alguna injusticia, ésta puede llegar a ser insoportable. Los relatos de Cartucho nos indican que la autora conoció de primera mano muchos de aquellos decesos.

Una estimación del costo social dado durante el periodo de la guerra de la Revolución Mexicana arroja una cifra aproximada de 2 millones de muertes, ocasionadas por diversos factores; decesos por violencia; epidemias y enfermedades; hambre derivada de escasez de alimentos y recursos; falta de atención médica para heridos y enfermos por carencia de servicios públicos de salud; grandes migraciones, principalmente de hombres y jóvenes que huían de la guerra en busca de oportunidades, además del impacto demográfico negativo de los “no nacidos”, es decir, de aquellos que pudieron haber nacido de no haber ocurrido tremenda mortandad (Garcíadiego).

Pero ¿Quién es el enemigo? ¿Cuál es el bando correcto y quiénes son los buenos y los malos? ¿Quiénes, pues, están justificados para despojar de la vida al otro a partir de su propia ideología, acatando la instrucción, siguiendo la orden superior, incluso defendiéndose como se pueda en medio del fuego cruzado? ¿dónde queda la justicia? ¿qué papel juega la suerte y la miseria de los violentados y de los desposeídos?

Sin importar su naturaleza u origen, los enfrentamientos armados traen malas consecuencias; la muerte está presente, la tristeza lo permea todo y la resignación se convierte en la única alternativa de la jornada. Y es de todo esto de lo que escribe Nellie Campobello, y es quizás aquí en las páginas de Cartucho donde acaso se podrán encontrar algunas respuestas o al menos pistas para comenzar a responder a estas y otras interrogantes.

En el registro de la historia se consignan eventos trascendentales que generalmente marcan un punto de quiebre, un antes y un después en el desarrollo de las naciones; muertes, nacimientos, guerras, fenómenos meteorológicos, invasiones, pandemias, crisis económicas o políticas, toda clase de acontecimientos, y tal ha sido la importancia de esa transmisión de la memoria colectiva, que también en los ámbitos culturales o científicos se intentan inscribir algunos de esos momentos representativos.

El historiador utiliza como fuentes para la reconstrucción del pasado “[…] documentos, vestigios arqueológicos, objetos, imágenes o relatos orales que nos dicen algo del pasado de la humanidad” (Brom 22). Para la literatura, como lo estamos constatando, no es la excepción, y así lo muestra Campobello al echar mano de sus propias anécdotas y relatos orales en la creación de este libro excepcional el cual, además de deleitar puede orientar y ayudar a entender un poco de nuestro contexto actual.

Entonces ¿cómo poder clasificar a este libro? Novela, cuento, relato, minificción, anécdota, cuadro, escena, estampa. Esta tarea resulta demasiado complicada, sin embargo, aquí se comentarán algunas consideraciones.

La primera referencia encontrada sobre este libro fue en la antología de La Novela de la Revolución Mexicana, que contiene 21 obras narrativas de diferentes escritores del periodo, y en la que solamente aparece una mujer escritora, nuestra Nellie Campobello con su Cartucho.

Veamos si nuestro libro en efecto cuadra dentro de dicha categoría. Dice el doctor Antonio Castro Leal, debe entenderse por novela de la Revolución Mexicana al:

[…] conjunto de obras narrativas, de una extensión mayor que el simple cuento largo, inspiradas en las acciones militares y populares, así como en los cambios políticos y sociales que trajeron consigo los diversos movimientos (pacíficos y violentos) de la Revolución […] (Castro Leal 17).

Aunque prevalece una larga discusión sobre la duración exacta de la Revolución Mexicana, tomemos la señalada por el propio doctor, habiendo iniciado “[…] con la rebelión maderista el 20 de noviembre de 1910, y cuya etapa militar puede considerarse que termina con la caída y muerte de Venustiano Carranza, el 21 de mayo de 1920” (Castro Leal 17). Los relatos de Cartucho coinciden con el periodo referido, y entran dentro de su rango al estar la mayoría de sus creaciones narrativas basadas en “acciones militares y populares” y otros hechos reales sucedidos entre 1911 y 1927 [1].

Margo Glantz comenta “[…] quienes participaron directamente en las luchas revolucionarias y a partir de Mariano Azuela escribirían las obras que habrían de agruparse como pertenecientes a la «Novela de la Revolución», aunque la mayor parte de sus textos no fuesen propiamente novelas, según las clasificaciones de época” (Glantz 7). Azuela escribió Los de abajoen 1916.

Si bien se observa que los textos de Cartucho coinciden y ocurren en una etapa delimitada, se desarrollan en espacios definidos, en momentos específicos y cuentan con algunos personajes provenientes de la realidad, todos y cada uno de éstos pueden sustraerse para ser leídos, comprendidos y analizados de manera independiente, sin que esto represente una ruptura cronológica o espacial con respecto de los otros relatos, ni que se afecte en su conjunto al libro completo, porque cada uno de ellos, como cualquier ficción narrativa, es dueño de su propio universo; inicia, termina y cumple con su propio ciclo.

Entonces, este grupo de ficciones contenidas en un volumen y basadas en anécdotas personales ¿podrían seguir clasificándose dentro del género de novela, como simples estampas o cuadros, o podría tratarse, en todo caso, como un conjunto de cuentos o relatos? Veamos una definición y algunas características acerca del cuento, cuyo género narrativo es:

[…] de extensión breve y contenido anecdótico, mediante el que se presentan sucesos ficticios presentándolos como reales o fantásticos, sus límites son muy inciertos y sus diferencias con la novela, en especial con la novela corta, difíciles de establecer: suele ser más breve que ella y caminar rápidamente hacia el final, pero a veces ninguna de las dos características se cumple, suele tener menos personajes, pero a veces tiene más, suele ganarle en intensidad y concentración narrativa, centrándose en el argumento y prescindiendo de descripciones y de digresiones, pero a veces no lo hace, suele tener poco diálogo pero a veces no es así (Platas Tasende 188).

Vaya, esto no resulta lo bastante claro, sin embargo, podemos observar en cuanto al tema de la extensión que todos los textos de Cartucho son breves; hay de una cuartilla o menos, de dos y tres, pero ninguno sobrepasa las cinco (dependiendo de la edición). Aunque no tan precisas, con algunas de estas características señaladas por Tasende, los relatos de Cartucho pueden llegar a coincidir, pues en éstos existen o no diálogos, pocos o muchos personajes, algunos se desarrollan y caminan lento, pero otros son fulminantes, y otros más cuentan o no con descripciones claras o digresiones de alguna naturaleza.

Alguna pista dejaría la propia autora en el mismo título de la obra, Cartucho. Relatos sobre la lucha en el norte de México, y cuando se refirió así a sus textos:

Acostaba a mis fusilados en su libreta verde. Parecían cuentos. No son cuentos. Allá en el Norte donde nosotras nacimos está la realidad florecida en la Segunda del Rayo [la calle donde ella vivió]. En el Cerro de la Mesa, de la Cruz, de las Borregas, de La Iguana y el gigante Cerro del Espía, allí donde han quedado frescas las pisadas y testereando entre las peñas las palabras de aquellos Hombres del Norte.

Mis fusilados dormidos en la libreta verde. Mis hombres muertos. Mis juguetes de la infancia (Inicial 160).

Y claro, no eran cuentos, al menos no en el sentido de la invención pura o del embuste, sino, quizás, en un término más técnico-literario, habría querido decirnos Nellie que se trataban de creaciones sinceras, ficciones narrativas anotadas a partir de anécdotas propias o escuchadas, reconfiguradas con recuerdos personales, sí, pero también desde la memoria colectiva y de sus capítulos verídicos representados por sus Hombres del Norte, y además por sus mujeres, quienes, como su Mamá (personaje preponderante de la obra), destacaron ya en la realidad como en la ficción por su intrínseco valor y templanza al enfrentar desde su desventajosa y compleja posición de féminas, aquellas habituales desventuras.

¿Cuántas veces durante nuestro vacuo y roto transitar recordamos algo del pasado?, ¿cuánta tristeza o alegría habrán ensayado aquellas personas, cuánta desgracia, congoja y pérdida?, ¿cuánto de todo esto además habrían resistido los niños de toda esa generación de la que ella formó parte y se vio hundida en las entrañas de una guerra ejecutada entre hermanos? Bueno pues, esos pasajes quedaron espléndida y terriblemente consignados por Nellie Campobello en este libro, y fueron magistralmente condensados en sus breves y muy breves narraciones.

En cuanto al género literario de la minificción, algo de luz arroja el doctor Lauro Zabala cuando dice refiriéndose a su extensión la cual “[…] no rebasa una página impresa, es decir, que tiene menos de (aproximadamente) 250 palabras”, y que este género reciente nació en la década de 1910 con los textos de Julio Torri, en México, y de Macedonio Fernández, en Argentina (Zavala 9).

Al referirse a Cartucho de Nelli Campobello dice que se trata de minificción “posmoderna y lúdica”, y la agrupa junto con algunos textos de Guillermo Samperio, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Juan José Arreola, entre otros, señalando que, este tipo de minificción:

[…] se distingue por la presencia de uno o varios de los siguientes componentes literarios: tiempo anafórico, espacio metonímico, narrador implícito, personajes alusivos, lenguaje metafórico, género alegórico, intertexto catafórico y final fractal, es decir, diferido o serial (Zavala 33).

Para el caso podemos ejemplificar con una de las minificciones más cortas de Cartucho, cuya extensión es de 70 palabras, y en efecto coincide con algunos de los componentes arriba mencionados:

Las cinco de la tarde

Los mataron rápido, así como son las cosas desagradables que no deben saberse. Los hermanos Portillo, jóvenes revolucionarios, ¿por qué los mataban? El camposantero dijo: ‘Luis Herrera traía los ojos colorados colorados, parecía que lloraba sangre’. Juanito Amparan no se olvida de ellos. ‘Parecía que lloraba sangre.’ A los muchachos Portillo los llevó al panteón Luis Herrera, una tarde tranquila, borrada en la historia de la revolución; eran las cinco (Campobello, Cartucho 37).

Cinco de la tarde. Un instante en el que todo sucede. La desgracia ocurre a la hora señalada; no antes, ni después. El gran Federico García Lorca, contundente, cerraría así uno de sus poemas: “¡Ay, qué terribles cinco de la tarde! / ¡Eran las cinco en todos los relojes! / ¡Eran las cinco en sombra de la tarde!” (García Lorca).

Nellie, en un guiño-homenaje [2] intertextual al poeta español evocaría, haciendo alusión a la hora señalada, un episodio funesto de la guerra, la muerte de unos hermanos revolucionarios, para asentarlo en uno de sus brevísimos relatos (añadido en la edición de 1940), y luego ser entregado y no borrado de la historia. De tal manera, aquellos jóvenes fenecidos a la hora indicada ya no serían así eliminados sino recordados para siempre. Como lo vemos, este texto brevísimo insertado en el contexto bélico del libro, esa minificción, ya desde el título anuncia la fatídica hora, ya desde su inicio irrumpe y ataja con el desenlace contundente, así, en una sola frase y sin miramientos escribe: “Los mataron rápido”.

¿Novela, relato, minificción? ¿Qué más da el formato o la clasificación si Cartucho es un libro que puede ser todo eso y más? Técnica, estilo, innovación y vanguardia de una mujer que debió enfrentar adversidades para vivir, crear y publicar su obra. ¿Y qué no en esto último radica también uno de sus mayores méritos?

Recordemos, la tradición sociocultural en nuestro país históricamente ha dado cuenta de un ambiente violento y hostil en contra de la mujer, donde su desarrollo político y cultural ha sido limitado intencionalmente. Hay registro y constancia de injusticias originadas principalmente en el ámbito familiar, pero la discriminación y los abusos trascienden también a otros espacios públicos, laborales y académicos, en los que se incluye evidentemente a la esfera literaria. Aun así, nuestra autora

[…] fue contracorriente, pues para ver la luz tuvo que enfrentar los obstáculos que en aquella época se interponían ante una mujer escritora. Nellie mostró enorme arrojo y valentía para dar a conocer públicamente su pensamiento lírico sin contar con el respaldo de un nombre de abolengo o de un padrinazgo literario, en un ámbito dominado por los hombres (Bautista Aguilar 15).

No cualquier autor puede trascender, menos tratándose de una mujer, pero Campobello sí lo hizo, fue “[…] una de las primeras escritoras que rompió fronteras y fue estudiada más allá del territorio mexicano” (Poot Herrera 44) y la vanguardia e innovación de su obra serviría de inspiración y ejemplo para otras grandes escritoras, pues:

[…] Cartucho será la pequeña gran novela de la Revolución contada por una voz infantil literaria también revolucionaria. Es Nellie Campobello escritora fundante del relato “puro y duro”, y su narradora emblema de las narradoras niñas, como la de Balún Canán (1957) de Rosario Castellanos y Lilus Kikus (1954) de Elena Poniatowska; de algún modo, también de La “Flor de Lis” (1987), también de Poniatowska (Poot Herrera 44).

Por eso, después de haber leído y corroborado todas estas razones, puede llegar a desconcertar que aún en fechas actuales, en prólogos a ediciones recientes de Cartucho puedan encontrarse descalificaciones de corte clasista o machista en contra de la autora o de su obra, donde se afirma: “La historia editorial de Cartucho es poco edificante para la cultura mexicana” (Tola de Habich 17), o que “[…] en sus 68 años de existencia, Cartucho no ha representado absolutamente nada para la cultura nacional, para los lectores mexicanos y para la historia de la literatura.” (Tola de Habich 17), cuando justamente hemos podido comprobar todo lo contrario.

Nelli Campobello es una gran escritora, precursora del género de la minificción, fundadora de técnicas vanguardistas e innovadoras, creo que su singular y magnífica obra, particularmente Cartucho, sin duda alguna, se ha ganado un lugar principalísimo dentro de la historia de la literatura nacional y universal. Y por estas razones debería difundirse y estudiarse todavía más su trabajo literario.

Además, debe reconocerse también su principal trayectoria como artista, al haber desarrollado una extraordinaria y fructífera carrera dentro del campo de la danza, donde alcanzaría éxito y renombre, y con lo que abonaría de manera muy significativa a la construcción y consolidación de la vida cultural de nuestro país.

Desafortunadamente, como muchas de las vidas de grandes y virtuosos artistas, la de Campobello culminaría de manera trágica. De acuerdo con un reportaje del 22 de diciembre de 1998, y según informe de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) conocido un día antes de la fecha señalada, la escritora habría muerto en circunstancias sospechosas, en Progreso de Obregón, Hidalgo, el 9 de julio de 1986, es decir 12 años antes de que se anunciara el deceso.

Los resultados de la investigación indicaron que desde 1985 la coreógrafa había sido presuntamente secuestrada y desaparecida de la vida pública por Niño Cienfuentes y Cristina Belmont, (quienes tras proceso penal ya habían sido exonerados). Al parecer, los sucesos lamentables estarían relacionados con el patrimonio de la escritora, donde se refería el supuesto robo de unos telones y obra artística que poseían un altísimo valor (estaban tasados en más de 60 millones de dólares) (Peguero).

 

FUENTES CONSULTADAS

Artes, Instituto Nacional de Bellas. Escuela Nacional de Danza Nellie y Gloria Campobello. 2020. Electrónico. 21 de 07 de 2020. <https://endngcampobello.inba.gob.mx/nuestra-escuela.html>.

Bautista Aguilar, Juan. “Prólogo”. Campobello, Nellie. Obra reunida. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2016. 10-28. Electrónico.

Brom, Juan. Esbozo de historia universal. Ciudad de México: Grijalbo, 2013. Electrónico.

Campobello, Nellie. Cartucho. Ciudad de México: Factoría Ediciones, 2003. Impreso.

Campobello, Nellie. “Inicial”. Campobello, Nellie. Cartucho. Relatos de la lucha en el Norte de México. Ciudad de México: Factoría Ediciones, 2003. 157-160. Impreso.

Campobello, Nellie. “Prólogo a Mis libros”. Campobello, Nellie. Obra reunida. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2016. 320-376. Electrónico.

Castro Leal, Antonio. “Prólogo. La novela de la Revolución Mexicana”. Castro Leal, Antonio. La novela de la Revolución Mexicana. Vol. I. Distrito Federal: Aguilar, 1991. 17-41. Libro.

Espejo Díaz, Beatriz. “Las cuentistas mexicanas”. Actas del XIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas. Ed. Florencio Sevilla Arroyo y Carlos Alvar Ezquerra. Madrid: Castalia, 1998. 77-83. Electrónico.<https://cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/13/aih_13_3_012.pdf>.

García Lorca, Federico. “La cogida y la muerte”. Llanto por Ignacio Sánchez Mejías. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2017. Electrónico. <http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmchh8m0>.

Garcíadiego, Javier. “La revolución mexicana y su millón de muertos”. La muerte en nuestras historias del siglo XX. 20 de 10 de 2016. Video. 01 de 08 de 2020. <https://youtu.be/Ti8zvmUYexg>.

Glantz, Margo. “Vigencia de Nellie Campobello”. Anales de Literatura Española 16 (2003): 1-38. Electrónico. 17 de junio de 2020. <http://www.cervantesvirtual.com/descargaPdf/vigencia-de-nellie-campobello-930263/>.

López Mena, Sergio. Nellie Campobello. Biografía. s.f. 17 de junio de 2020. <http://www.letrasmexicanas.mx/obra-visor/nellie-campobello-biografia/html/5298398e-a100-11e1-b1fb-00163ebf5e63_2.html#I_0_>.

Peguero, Raquel. “Nellie Campobello está muerta; el deceso ocurrio en 1986: CDHDF”. La Jornada 22 de diciembre de 1998. Electrónico.

Platas Tasende, Ana María. Diccionario de términos literarios. Madrid: Espasa, 2004.

Poot Herrera, Sara. “Primicias feministas y amistades literarias en Mexico del Siglo XX”. Urrutia, Elena. Nueve escritoras mexicanas nacidas en la primera mitad del Siglo XX, y una revista. Ciudad de México: El Colegio de México, 2006. 35-78. Electrónico.

Pulido Herráez, Begoña. “Cartucho, de Nellie Campobello: la percepción dislocada de la Revolución Mexicana”. Latinoamérica 52 (2011): 31-51. Electrónica. 01 de 08 de 2020. <http://www.scielo.org.mx/pdf/latinoam/n52/n52a3.pdf>.

Ramírez Herrera, María José. Edición Crítica de Cartucho. Relatos de la lucha del Norte de México, de Nellie Campobello. Tesis de maestría. UNAM, 2018. Electrónico.

Tola de Habich, Fernando. “Prólogo”. Campobello, Nelli. Cartucho. México DF: Factoría Ediciones, 2003. X-XXX. Impreso.

Zavala, Lauro. Minificción contemporanea. La Ficción Ultracorta y la Literatura Posmoderna. Curso. Guanajuato: Universidad Autónoma de Guanajuato, 2011. Electrónico. <http://www.redmini.net/pdf/cursozavala.pdf>.

 

NOTAS

[1] Para conocer más puede revisarse la “Tabla de relatos y fechas históricas” incluida en la tesis de María Ramírez, donde se registran metódicamente las fechas posibles o exactas de los acontecimientos, con sus correspondientes pistas textuales:

Ramírez Herrera, María José. “Edición Crítica de Cartucho. Relatos de la lucha del Norte de México, de Nellie Campobello”. Tesis de maestría. UNAM, 2018. Electrónico.

[2] Pulido Herráez, Begoña. “Cartucho, de Nellie Campobello: la percepción dislocada de la Revolución Mexicana”. Latinoamérica 52 (2011): 31-51. Electrónica. 01 de 08 de 2020. <http://www.scielo.org.mx/pdf/latinoam/n52/n52a3.pdf>.

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Civilización americana >> Mural >> José Clemente Orozco

Víctor Jesús Alvarado Arzamendi  nació en la Ciudad de México el 8 de diciembre de 1977. Escritor y editor. Estudiante de la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Realizó estudios de comunicación colectiva y periodismo. Cursó el taller de creación literaria en la Universidad del Claustro de Sor Juana. Ha participado como editor y columnista en algunas revistas impresas. Algunos de sus trabajos han sido publicados en antologías de cuento y en diversos medios impresos y electrónicos. Autor del libro de cuento ¿Esta mano es una mano?, editado por la Secretaría de Cultura de Michoacán. Tiene en proceso de revisión su primera novela y su segundo libro de cuento. En 2010 ganó el XVI Premio de Cuento de Humor Negro organizado por el gobierno de Michoacán.

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