Por Marisela Romero
¡Despierta¡ No puedes dormir aún. Lo sé, estás confundida, asombrada, asustada.
Ahora entiendes lo que significa sentir un hueco en las entrañas. Señal inequívoca de que jamás volverás a escuchar, ver o sentir a ese hombre tan amado que, sin embargo, no formaba parte de tu realidad.
No me veas así, es verdad. Él era parte de tus fantasías. Pertenecía a su propia realidad, esa que tú sólo podías contemplar a distancia. Ahora ya tampoco tienes eso.
¿Sabes qué pasó con Jaime? Lo último que supiste fue que lo habían operado; estabas preocupada por él. No temas, todo salió bien, sólo era un tumorcillo inofensivo, pudieron extraerlo y ahora tu primo se está recuperando. ¡Claro que no lo reconocías! fueron más de veinte años que dejaste de verlo, pero siempre insistes en construir el apego a la familia, en crear sentimientos de la nada.
Bueno, finalmente es tu familia, sé lo importante que es para ti saber por lo menos que existen en “algún lugar del vasto universo” —como sueles expresarlo—. Lo que no me parece lógico es que te preocupes por Pablo. No tiene nada que ver contigo, nada más allá de la condición humana. Bueno, tiene que ver un poco, pero realmente es circunstancial, incluso creo que tendrías que sentir más bien rencor, no por él, sino por las circunstancias; él es una víctima más de esta turbia historia. Tú sabrás. Y velo ahora, su vida continúa como si nada le hubiera pasado. Como si no hubiera estado al borde de la muerte.
¿Sabes qué es realmente triste? La breve historia del pequeño Alex. Ese angelito que sabe vivir mejor que cualquier otro que lleve años en este mundo. Él sí sabe disfrutar su existencia a través de las alegrías más simples, satisfaciendo las necesidades más elementales. Lo más triste es que todos los que están a su alrededor no entienden su lección de vida y quedarán sumidos en la más infecunda tristeza. Después de todo, he aquí una certidumbre de las que tanto persiguen los seres humanos, saben qué pasará con el pequeño y se llenan de indignación y culpa, ¡absurdo! Pero no te preocupes, tú no tendrás que presenciar el desenlace.
Y ese hombre, ¿qué sentimiento te inspira realmente? Él nunca te quiso, o por lo menos nunca te trataba bien. Pero debes entender que no es por ti, es porque él sólo es capaz de ver de una manera a todas las mujeres. Tal vez sí te quería, pero es una de esas personas incapaces de expresar un noble sentimiento. Sé que te costó mucho trabajo decidirte a visitarlo. Estoy segura de que te sentías obligada, por ese absurdo agradecimiento que siempre creíste que le debías.
Justo cuando fuiste a verlo, cuando gritó que sacaran a esa niña, pudiste darte cuenta de que la muerte rondaba estrechamente tu vida, y sentiste miedo, lo sé; un miedo insoportable. Por eso la premura de refugiarte en tu departamento. Para llorar sin reservas, aunque no era de tristeza como creías; era por ese miedo intenso que sentiste al visitarlo, por lo que enfrentaste.
Ahora descansa. Ya no tendrás que preocuparte por nada. Todo terminó para ti. Duerme, yo te arroparé.