BLUE FAIRY

por Lord Crawen

“Morir es una noche salvaje y un nuevo camino”. Emily Dickinson.

“Cuando muera, confeccióname, yo haré crecer una flor”

J.F.F.

***

Aquella nota, desplegada en un papel amarillento, desbordaba la tinta en trazos nítidos ya, por el paso del tiempo, la cual denotaba la última voluntad del ahora occiso. El suspenso cotidiano de levantarse por la mañana sin tenerlo a su lado comenzaba a transformarse en la costumbre de vivir todavía con motivos aparentes de la nota.

Cultivar el amor es cosa de los amantes involucrados en los compromisos; ellos nunca decidieron tomarlo como un cumplido, un compromiso o arriesgarse a las garras de un sentimiento no nato en la humanidad, ese elixir que envenena corazones e idiotiza a los más embriagados en su bebida constante, amanecer con el corazón quebrado, envueltos en el llanto y desesperación, para luego morir en brazos de una muerte sonriente que los aguardaba desde sus inicios.

Aquello nunca fue amor ni compromiso. Fue una estancia constante, una a la par del otro, bajo el constante trabajo de finalizar sus días de la mejor manera posible: felices por el logro del otro. Un jardín, al finalizar el largo pasillo hacia la puerta trasera que daba acceso, había sido su constante trabajo durante toda su vida. De él quedan las historias en un viejo librero. Publicadas o no, guardaba de esa manera todas sus memorias, sin necesidad del formol para aventurarse a resguardar su cerebro físico.

El sol acentuaba gran parte del verdoso jardín, exceptuando la parte superior izquierda, donde se hallaba su memorial, allanado con algunas rocas y erigido con un vampiro en la cúpula, presentado ante los visitantes como su última morada con sus iniciales grabadas. Debajo, un pequeño brote por fin había salido. Era un brote especial. Era él. Había cumplido su promesa después de un par de años.

A pesar de la tranquilidad alrededor de su enorme jardín, ya constante compañía de sus plantas y flores, siempre la noche era tortuosa, sobre todo cuando el gato negro maullaba atravesando el pasillo, en busca de su espíritu. Ella también deseaba verlo en algún momento y abrazar un poco de aquel hálito maldito, pero, por mucho que en sus historias y en vida le prometiera volver en pesadillas o como algún espíritu maligno para la posesión de algún cuerpo, todo aquello era la ficción en las páginas de sus libros, sólo viento y el vacío en aquel pasillo que recorría el felino.

El silencio acompasado de sus pasos hacia la habitación no eran más allá de lo que quería escuchar. Se recostó en la cama, como cada final del día. Volteó hacia su lado izquierdo, donde él no estába más, y se perdió en el sueño.

Un golpe en la ventana. El gato emitió un maullido diferente, como cuando él solía llegar a casa. Pasos en el pasillo. Una tenue luz atravesó la habitación. No era sólo un sueño o fantasía, estaba ocurriendo. Llegó a considerar dejar de tomar pastillas para dormir, aunque lo ocurrido en ese momento era sumamente real; jamás tomó las pastillas, olvidadas sobre la mesita de noche a un costado de la taza de café, ahora frío.

Se levantó del lugar y persiguió al felino. La dirigió hacia el pasillo, el cual solía alargarse por la noche. Sin ningún temor, gracias a todas las historias que alguna vez leyó, abrió la puerta hacia el jardín, atravesando las veredas llenas de plantas, con habilidad. El felino llegó hasta el memorial, trepó sobre la columna, y se posó sobre la figura del murciélago en la cúpula.

Había vuelto. Una luz revoloteaba sobre ese sitio. Sabía que no estaba soñando. Recordó la vieja nota que le dejó sobre el refrigerador aquella noche antes de acostarse. Él sabía su destino. No pasaría de aquella noche. Dormiría su cuerpo por siempre, pero su alma tenía un destino plagado de historias todavía.

Con un maullido, el gato la invitó a atravesar el jardín y a acudir hasta aquel sitio donde la magia estaba tomando forma. Con toda la rapidez que su cansado cuerpo le dejó, llegó hasta el memorial. Debajo, un hada sobrevolaba el suelo, justo donde estaba el botón esperado por ella durante tanto tiempo.

Descendió su cansado cuerpo y sopesó sobre sus rodillas el peso, solamente para observar a aquel ser mágico.

“Me quedaré con su corazón. El resto será arrojado al viento en las montañas. Sólo necesito su corazón. Para mezclarlo en el jardín. Él me lo entregó hace muchos años y es lo único que conservaré. Sepárelo del resto. Así él lo ha decidido. Lo confeccionaré y nacerá una flor”.

Recordó cada una de aquellas palabras de hacía un par de años. Las cenizas del hombre fueron separadas. Unas, en su destino final, a viajar entre el viento de las montañas. La otra parte, un muy pequeño fragmento, el corazón. Ella trabajó incesantemente con todos sus conocimientos de botánica para obtener aquel resultado. Y ahí, esa noche, frente a sus ojos, había obtenido el primer brote de su experimento y la promesa de él; un ser mágico, de las fantasías literarias, presente estaba en su jardín.

Se levantó, para dejar a aquel ser realizar su proeza sobre el brote.

La tierra se removió. El gato emitió un gemido de terror sin dejar de ver el suelo. Ella pudo ver cómo aquel brote se abrió por completo y atrapó al hada en su interior. La pequeña emisión de luz era ahora la oscuridad tenue al resplandor de la luna. El brote, una vez conseguido su objetivo, descendió nuevamente a su calmado estado.

No todas las noches ocurrió aquel evento, pero era constante. La flor comenzó a incrementar su tamaño y belleza, creciendo en la oscuridad, a un costado del memorial. Las personas que visitaban el jardín no daban crédito a la flor de tonos blanquiazules que había adquirido aquel experimento.

Alguien, hace poco, se atrevió a preguntar el nombre de aquella extraña planta, a lo que ella respondió: “Blue fairy. Su nombre es blue fairy”.

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Paisaje del universo >> José Rodríguez

Lord Crawen, Jezreel Fuentes Franco nació el 29 de junio de 1986 en la Ciudad de México. Estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el IPN; luego, su pasión por la Literatura lo llevó a formar parte del Taller de Creación Literaria impartido por el profesor Julián Castruita Morán, y del impartido por el profesor Alejandro Arzate Galván. Participante de Concursos Interpolitécnicos de Lectura en Voz Alta, Declamación, Cuento y Poesía. En 2014 fue finalista del Concurso Interpolitécnico de Declamación. Participó en cuatro obras de teatro de improvisación, las cuales fueron presentadas en los auditorios de la Escuela Superior de Ingeniería Textil y en el Cecyt 15. Ha realizado ponencias en eventos de Literatura del horror, en el auditorio del Centro Cultural Jaime Torres Bodet. Publicó algunos trabajos para el portal electrónico “El nahual errante” y actualmente, se desempeña como ingeniero de procesos de T.I.

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