BETO HAROS, LA LOCOMOTORA Y EL TREN

por Gordiano Tauro

Un pitido largo anuncia su llegada, seguido de un estruendo de maquinaria que cimbra el suelo y desencadena un golpeteo que inicia a la distancia, hasta dar a mi pecho, ahí, donde, amarrado a un árbol, permanezco seducido por su logro de autómata gigante. Enfilados veo la sonrisa de los que bajan y la de los que esperan pacientemente a subir.

Fabricado para viajar largos trechos, para transportar, dejar atrás el olvido o para rememorar una nueva llegada. El tren es el artilugio necesario para el espíritu de los nómadas. Su locomotora late a miles de revoluciones por minuto, es un ente vivo, que además de rodar, gobierna los designios del pueblo al que pertenezco.

Los Braceros hicieron uso de él, para ser llevados y conquistar nuevas tierras; lo lograron con su esfuerzo. Los vimos llegar y partir rumbo al otro lado, cargando la esperanza de prosperidad. Montaban su lomo, con los sueños férreos, emulando a la máquina que los impulsaba. Se contaban en millares, algunos de ellos nunca regresaron.

Aquí se cruzan las historias del norte y las del sur. Es un ir y venir entre el olor ferrugiento, el deambular de viajeros y la venta de tacos, refrescos y lo que usted guste. ¿Qué se le ofrece señora?, ¿qué se le ofrece señor? Aquí le traigo… erre con erre cigarros, erre con erre barril. Rápido corren los carros cargados de todo en el ferrocarril.

El espíritu vivo de Benjamín Hill, no cesa mientras los rieles soporten su rodada y el peregrinar de la gente. Se vive de día y de noche, es un pueblo vivo, que no duerme, pero que sí sueña con prosperidad en grande. El tren es todo un logro para los que precisan ser y estar en un sitio y un orgullo para éste pueblo que vive de él.

Aquí transita la vida, dejándose conducir por dos rieles paralelos que van a todas partes, ya que se sabe que todos los caminos llevan a Benjamín Hill. Las historias de los que aquí nacieron, corren la misma suerte, están atados a sus vías, y se sentirán orgullosos de su tierra consagrada, aunque se viva lejos de ella.

Un día no existirá el tren de pasajeros y dejaré de pensar y de ser visto desde las ventanas de sus vagones. Dejarán de importarme los viajantes y quizá sólo recuerde a aquellos que solían saludarme a la distancia. Pasaré a formar parte, también, de  éste punto cardinal en el desierto que a su vez vive dentro de mi corazón.

Por lo pronto me aferro a la vista del gusano de hierro gigante, que conquista mi pensamiento. Sé que yo también pereceré de sus habitantes y estos chirridos que emulan el duelo del futuro, pasarán al olvido, dejando en los Hileños una historia escrita con humo de locomotora. Permaneceré entonces como un fantasma que fue y que se sustenta en el recuerdo.

Anotó en mi mente cada instante que pasa. Un pitido largo a la distancia anuncia su salida, yo aquí lo espero, amarrado a este árbol que me limita al viaje, pero no a la imaginación. Mi sonrisa, esa que me caracteriza como alegre Hileño, demuestra que soy hijo de esta tierra y orgulloso hermano del ferrocarril.

.

IMAGEN 

Pira funeraria >> Fotografía >> Guillermo Santana

TE PUEDE INTERESAR

Dejar un comentario