Nuestra propia naturaleza puede ser una carga y a veces una maldición.
Adam Warlock
Volvió a casa sin esperanza alguna, con el corazón destrozado, sosteniendo en sus manos el uniforme quirúrgico color lila y los guantes de su amor interestelar. No deseaba pisar nuevamente un hospital, pero Miranda desde muy pequeña se dedicó en cuerpo y alma a su carrera de enfermería, así que dicho pensamiento estaba por completo descartado.
Cansada, se recostó en su sillón. En un movimiento nada explicable, encendió la televisión, sólo para encontrar en todos los canales la trágica noticia: Lilian Gloves, la superheroína, falleció en un hospital de la ciudad, tras una ardua batalla. Completamente destruida, Miranda cayó del sillón y rompió en llanto nuevamente. El mundo extrañaría un símbolo, ella a su amor incondicional que una vez cayó del cielo.
Recordó el atardecer del mes de mayo hacía un par de años, cuando del cielo púrpura un objeto descendía a toda velocidad. Miranda estaba de visita en el campo, donde residían sus padres y con quienes mantuvo por todo ese tiempo oculta la identidad de Lilian. Al divisar el objeto, no dejó de pensar en la terrible posibilidad de que se estrellara cerca de los terrenos de su familia o tras las montañas. La curiosidad siempre ha sido parte de la esencia del mundo. El impacto no fue destructivo, pero sí causó un agujero considerable. Miranda acudió sola hasta aquel lugar, para encontrar a una joven en el fondo del cráter. Sin daño alguno, la joven de cabello púrpura y ojos color lila, quien vestía un traje blanco, se elevó sin ningún problema hasta la posición de Miranda. Sin temor, ambas extendieron sus manos para encontrarse, aunque Lilian tenía unos guantes color lila en algo muy parecido al látex terrestre.
—Ser de estas tierras, mi nombre es Voulange Gloves, del sector ocho de esta galaxia. No vengo para causar devastación. ¿Tú representas a este mundo?
Miranda en un principio no supo qué decir, sólo que aquellos ojos lila enormes la tenían atrapada en esa parte del universo de donde venía la joven, y no quería escapar de ahí.
—Criatura, he preguntado si tú representas a este mundo. Estoy en busca de respuestas.
Su melodiosa voz y su perfecto lenguaje le sorprendían. Acto seguido y fuera del hechizo lila de la joven, Miranda respondió:
—Mi nombre, querida, es Miranda, de la Tierra. Pero no sé cuál sector de la vía láctea sea. No represento a la Tierra pero sí al sector que vela por la salud de los ciudadanos de este planeta. Tampoco conozco al líder de este mundo, hay muchos por cada región. Aunque no sé siquiera cómo reaccionen a la llegada de una criatura del espacio.
La joven lila aterrizó y no dejaba de mirar a Miranda en ningún momento. Aquel recuerdo de esos brillantes ojos y de cómo sus corazones latían al unísono le hacía gritar nuevamente en su realidad. Golpeó el suelo una y otra vez. Apagó la televisión y, entrada la noche, en su cansancio, comenzó a dormir. Soñó con Lilian y con aquel día en que comenzó a tener una conexión con ella. Olvidó la reunión con algún líder de un país. Aprendió de forma telepática y analizando a Miranda, su lenguaje y el de muchas otras regiones gracias al internet. En semanas, Lilian aprendió mucho sobre la Tierra y sobre lo que estaba buscando, pero era una misión secreta; situación que Miranda nunca pudo conocer.
Miranda llevó a Lilian a su apartamento y ella, tras analizar su mente, los libros y el internet, en pocas semanas aprendió el funcionamiento del cuerpo humano para acompañar a Miranda como enfermera. Al principio, Lilian utilizó algunos de sus muchos poderes para ingresar al hospital. Ya que no contaba con identificación o autorizaciones para ejercer como enfermera, todo se basaba en su control mental o la invisibilidad momentánea.
Así, en el hospital pediátrico, junto con Miranda, emprendieron una nueva forma de atender a sus pequeños pacientes y curarlos.
Una noche difícil, tras no poder salvar a un pequeño con cáncer terminal, ambas salieron del hospital tristes por no haber cumplido con su trabajo. Un asaltante salió de la esquina del hospital y tomó a Lilian del cuello. Les exigió a ambas sus pertenencias y comenzó a retirar a toda velocidad uno de los guantes que vestía Lilian.
Tras retirarlo por completo, una tormenta de rayos púrpura inundó el lugar. El ladrón, asustado, intentó huir, pero era demasiado tarde. Para cuando Lilian volteó, aquel hombre había perdido la vida tras ser calcinado. Miranda ocultó a Lilian y dio parte a las autoridades de lo que había ocurrido, introduciendo a una heroína al mundo.
Ya en casa, tuvo que hablar con Lilian sobre muchas cosas que debía decirle antes de iniciar la jornada. La principal era darle un alias. Pensaron muchos hasta llamarla Lilian Gloves, el nombre por su color y el apellido por sus guantes, y además combinado con el impuesto por sus padres en el planeta donde residía.
En segundo término, Miranda le pidió indicarle cuáles eran sus poderes, qué podía y qué no podía hacer. Lilian le realizó una lista de habilidades, las cuales se iban agregando conforme ella evolucionaba en el planeta. Decía que sus habilidades se presentaban de acuerdo a las circunstancias y si ella las imaginaba, podía hacerlas posibles, excepto la de sus manos. Los guantes servían para evitar la fuga de todo ese poder. Sobre ello, a Miranda le fue contada una historia que olvidó. Pero no olvidó cuando besó a Lilian tras aquella larga plática. La segunda respondió el cariño humano y ambas se fundieron en un enorme abrazo.
A pesar de no sentirla nunca más, Miranda despertó con una ligera calidez gracias a los recuerdos. A su hogar llegó su hermano Matos para consolarla. Miranda no esperaba su visita, pero sostenía con fuerza el desgarrado uniforme de Lilian.
—Le dije que en vez de usar el blanco, usara el lila, iba más con ella. Y todo lo que hicimos juntas… ¿quién pudo hacerlo?
Matos abrazó a su hermana, quien le contó los últimos momentos de Lilian tras dejar de llorar.
—Se fue temprano del hospital, dijo que por fin había encontrado el motivo por el cual aterrizó en este planeta. El celular sonó en la madrugada y me envío su ubicación. Raro en ella, nunca la enviaría. Así que me preocupé y decidí acudir al lugar. Pedí un taxi y al estar muy cerca…
Miranda no podía continuar, los recuerdos de su relación con Lilian y su amor no le permitían seguir con la historia. Con fuerzas renovadas, retomó su historia.
—Al llegar al lugar, la vi descender a toda velocidad. Luego, una explosión de sus rayos violeta salieron al cielo y una onda expansiva alcanzó al taxi. Varias ventanas se rompieron y luego la energía eléctrica se fue. El vehículo se volcó pero tanto el taxista como yo salimos con leves heridas. Corrí, como aquella vez que bajó del cielo, y ahí, en el fondo del cráter, había una máquina oscura totalmente destruida, al parecer, adentro había alguien que la piloteaba, no lo sé…
¿Sería posible lo que estaba diciendo o había visto? ¿Quién podía ser más fuerte que Lilian? Los malhechores que enfrentó nunca fueron fuertes, ni las armas más poderosas la detuvieron. Pero esto, de alguna forma, sobrepasó su poder, su mente y su cuerpo.
—Ella estaba en el fondo. Todavía alcancé a verla con vida y la besé tanto como pude y, cuando intenté salir con ella del enorme agujero aquel, no pude… Pedí ayuda y nadie acudía. Me suplicó que me callara, no vendría nadie porque todos estaban asustados. Al final me dijo que ella no pudo detener la expansión, que de nosotros dependería detenerla, porque los médicos tenemos un mejor poder, que es la voluntad de salvar vidas, y entonces…
Entonces se fue. Intentó de todo. Para cuando llegaron los servicios médicos era tarde. Miranda utilizó todo su conocimiento para revivir a Lilian, pero no la fuerza. Aquello no era una historieta de superhéroes, era la vida real. Las últimas palabras de Lilian resonaron fuerte en la cabeza de Miranda. Nuevamente se entregó a la tristeza y el cansancio y esta vez su hermano la recostó en su cama para dejarla reposar. Miranda cerró los ojos y creyó ver los guantes de Lilian cerrando la puerta tranquilamente.
En sueños, la imagen de aquellos ojos con el destellante color lila, que la hacían viajar a través del universo, tal vez incluso visitar el sector 8 de la galaxia, perdían sigilosamente el tono, hasta tornarse en un negro abismal sin composición alguna. Escuchó a Lilian susurrar sobre “la expansión”. Y la pesadilla se repetía.
Su mente y corazón dijeron “basta”. En el último trayecto del mundo de los sueños a la realidad, recordó los cálidos besos de Lilian. Matos, parado en la puerta de su cuarto, seguía mirándola.
—Ahora que estás despierta, necesito que vengas conmigo.
Extendió su mano a Miranda y juntos volvieron a la sala donde el televisor transmitía las noticias sobre Lilian y un documental. Miranda podía desmentir cada cosa que de ella pusieran en la televisión, nadie la conocía tanto como ella.
Sobre la mesa había una caja.
—Llegó hace un rato. Tu celular ha estado sonando y le he dicho a tus compañeros que estabas descansando, pero en cuanto pudieras recuperarte les llamarías. Miranda, creo que lo que vas a encontrar dentro de esa caja, como el resto de tus compañeros, es lo que Lilian quería decirles.
Con una mirada fría y sin comprender nada, Miranda observó a su hermano perpleja. Abrió la caja y dentro encontró un uniforme quirúrgico y una cofia color lila, un par de zapatos blancos y una careta translúcida, que iba del púrpura al transparente. Debajo de todo esto, una nota. Miranda arrojó todo el contenido al sillón y se sentó a leer la nota. Temblando, desde su profundidad, comenzó a leer en voz alta.
—Nadie más va a recibir esta nota. Sólo les diré que deben estar listos para lo que viene. Tú me diste más que una amistad, me diste lo que los seres de tu planeta llaman amor, algo que en el sector 8 no existe como un motivo. La expansión llegó, Miranda, y va a cambiar el mundo y a la gente que conoces. Todavía no puedo explicar causas o motivos, pero eso fue lo que me trajo a la Tierra. Mientras realizo este plan, que llegará a todo el mundo en cada servicio hospitalario, o al menos a donde conozco que existen, deben combatir con fuerza y voluntad lo que viene. Si algo sucede, estarás leyendo esta carta. Vas a empezar a llorar en este punto porque me pondré, como dicen ustedes, sentimental. Le pedí a un señor que me ayudara a escribir, nunca pude comprender tantos conceptos de ustedes en tan poco tiempo. Pero el amor lo entendí contigo. Y el amor que tienen un doctor o una enfermera es el más grande de todos. Sé valiente, tienes más poder que yo. Junto a todos, tienes más poder que ninguno. Firma… V. “Lilian” Gloves. Te amo, corazón terrestre.
Su alma se debatía entre derrumbarse o detener aquel sentimiento. Si aquello llamado “la expansión” era una amenaza mundial de la cual aún no sabían, entonces ella comprendía dónde debía estar. Se cambió sus ropas por las que Lilian le dejó en la caja y salió de su hogar. Fuera, muchos más médicos vestían las mismas ropas. Si había qué combatir, ellos lo harían unidos. Listos o no, como asteroides, caerían hasta el mismo punto, justo como Lilian, para enfrentar fuera lo que fuera que viniera.
El hombre ha sido su propio villano, pero también su propio héroe.
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Jezreel Fuentes Franco (Lord Crawen) nació el 29 de Junio de 1986 en la Ciudad de México. Estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional; desafortunadamente, su pasión por la literatura y la música lo lleva a formar parte del taller de creación literaria impartido por el profesor Julián Castruita Morán y del taller de creación literaria impartido por el profesor Alejandro Arzate Galván. Participante de Concursos Interpolitécnicos de Lectura en Voz Alta, Declamación, Cuento y Poesía. En 2014 fue finalista del Concurso Interpolitécnico de Declamación. Participó en 4 obras de teatro de improvisación, las cuales fueron presentadas en los auditorios de la Escuela Superior de Ingeniería Textil y en el Cecyt 15. Ha realizado ponencias en eventos de “Literatura del horror” en el auditorio del centro cultural Jaime Torres Bodet. Publicó algunos trabajos para el portal electrónico “El nahual errante”. Actualmente, se desempeña como ingeniero de procesos de T.I.