EL MUCHACHO

por Tania Susano

Por Tania Susano 

Duerme en la cocina, su cama está a un lado del fogón. Debajo de ella anidan las gallinas. Le dicen “El Muchacho”, pero se llama Benito, aunque no tenga acta de nacimiento.

Todos los días se levanta justo cuando la noche se va retirando, en seguida que canta el gallo. Lo primero que hace es tender su catre, queda encima su cobija de lana. Después sale al monte, comienza por arreglar las cercas de matorrales que rodean el terreno. Últimamente parecen más extensas, y no abarca mucho en un día.  Siempre trae con él un morral, un ayate, un lazo y un machete. Si en su andar se encuentra con una víbora, se queda quietecito, y desde el fondo de sus pequeños ojos, mira cómo el animal se aleja. “No hay que matarlas. No hacen nada. Se comen los ratones. Las serpientes de cascabel, te avisan para que no te acerques”. Si el tiempo es bueno, como ahora, llena su morral de  pimientas y tunas. Aprovecha para juntar leña, hace montoncitos que va dejando por aquí y por allá.

Cuando el sol rebasa la nopalera, vuelve a casa. Los borregos y los chivos le balan. Entonces, él abre despacito la puerta del corral, no hay prisa. Salen primero los animales  grandes, después abre otra puerta donde están las madres y sus crías. Agarran monte abajo. Se le puede ver, a él y a su ganado, como una nube blanca que camina en el verde del verano. Se aleja y se pierde en el camino.

Poco antes del mediodía vuelve. Una voz le recita las labores del día mientras le acerca un jarro  de té y un cocol. Ya se ha ganado el desayuno.  Toma su morral y camina rumbo a la tienda.  Lleva un recado y unas monedas en una bolsa de plástico. Él no sabe leer ni escribir. Le da la bolsa al tendero, y éste le da unas galletas. —comételas, son para ti— le dice. No contesta, mira a la lejanía, con sus pequeños ojos casi cubiertos por unas abundantes cejas plateadas.

Cuando vuelve del mandado, lo esperan más quehaceres: hay que barrer el corral de las gallinas, dar de comer a los perros, desjeguitar la huerta grande, traer la leña del monte y desgranar maíz,  entonces, ya se habrá ganado el almuerzo, otro vaso de té,  un plato de frijoles  con chilacayotes fritos y tortillas de ayer.

Descarga su ayate lleno de mezotes debajo del fogón. Cuando se endereza lo reciben unos manotazos en la espalda. —Tonto, tonto, los perros se comieron todos los huevos, mira nomás. Muchacho pendejo—, vocifera la voz sin dejar de soltar manotazos por todos lados. Como puede, se desprende y sale de la cocina a prisa, rumbo  a la huerta. Se esconde en el cuarto de la paja. Ahí llora en silencio.

Le dicen “El muchacho” pero tiene casi setenta años. Llegó a la casa cuando era un niño.  No es hijo de nadie, ni tío de nadie, ni hermano de nadie. Toma sus cosas, apenas unas cuantas ropas, su manga para la lluvia y se va.

—Muchacho tonto. Ya se le pasará. Al rato vuelve, si te digo que está menso.

Encuentra un sitio en el puente subterráneo por donde pasa el ganado. Ahí se resguarda de la noche. Quizá llueva.  No hay estrellas, ni luna, el cielo es una inmensa nube gris claro que da un poco de luminosidad a la oscuridad de la noche. Su cobija de lana no es suficiente para protegerlo del frio nocturno. Tiembla.

Al día siguiente vuelve a casa por la tarde. No dice palabras, escucha los regaños, mientras devora el plato de sopa, y se hace tacos de chilacayotes fritos. Se le olvida por un momento el frío que ha tenido todo el día.

En la madrugada, mucho antes de que cante el gallo y se retire la noche, su mirada se pierde en la oscuridad total de su cuarto. Las gallinas se inquietan, los perros aúllan quedito, los borregos balan. Ha muerto Benito.

—Pues entiérrenlo—, dice la voz.

—Va a ser un lío, debimos sacarle acta de nacimiento.

OTROS CUENTOS  

La abuela >> Tania Susano

El insignificante acto de desaparecer un elefante >> Eleuterio Buenrostro

Las marcas de esta vida >> César Abraham Vega

Tania Susano es egresada de la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Profesionista independiente en la enseñanza del español, la Literatura y el Fomento a la Lectura. Lectora en voz alta de los montajes Las Insurrectas de la Literatura; La Tierra Que Nos Dieron, conmemorando al escritor Juan Rulfo y El Amor, recital de poesía y música. Docente del Diplomado Interdisciplinario para la Enseñanza de las Artes en la Educación Básica, que dirige el Centro Nacional de las Artes.

.

TE PUEDE INTERESAR

Dejar un comentario