Por Alberto Navia
El siglo XX, en una frase demasiado trillada, es una de las etapas más violentas y cruentas de la historia de la humanidad. Los conflictos bélicos se extienden durante estos tremendos años desde el Levantamiento de los Boxers en China (1901) hasta la Segunda Guerra Civil de Liberia (1999). Algunos de aquellos infaustos conflictos marcaron un hito en el decurso histórico, ejemplo de ello es la Revolución Mexicana (1910); la Primera Guerra Mundial (1914); la Revolución Bolchevique en Rusa (1917); la Guerra Civil Española (1936); Segunda Guerra Mundial (1936); la Guerra de Corea (1950); la Revolución Cubana (1953); la Guerra de Vietnam (1955); la Revolución Sandinista en Nicaragua (1978); la Guerra de las Malvinas en Argentina (1982); la Guerra del Golfo en Irak (1990) y la Guerra Civil en Ruanda (1990). Tal vez estos sean los eventos bélicos más conocidos para la mayoría de la población occidental aunque, entre las decenas de conflictos acaecidos en este siglo, tal vez no sean los más importantes puesto que, seguramente, la guerra que más nos ha afectado es aquella que hemos tenido el infortunio de vivir o aquella que ocurre en un territorio cercano o, como en el caso de la Revolución Mexicana, porque forma parte de la historia de nuestro país. Cada uno de estos conflictos dio origen a historias que se convirtieron en novelas o películas y, ciertamente, algunos de ellos originaron estructuras nuevas de pensamiento o instauraron flamantes regímenes políticos.
Dentro de estos eventos bélicos dos de ellos, de tremenda magnitud, afectaron a una población específica de personas señaladas por su nacionalidad o por sus creencias: el primero de ellos ocurrió dentro del Imperio Otomano en 1915 y es conocido como el Genocidio Armenio, hecho en el cual perdieron la vida aproximadamente 2’000,000 (dos millones) de personas. El segundo, tal vez el más impactante por sus tremendas dimensiones, fue llevado a cabo por los alemanes Nazis durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) contra la población judía de la Europa ocupada; esta tremebunda matanza es conocida con el nombre de Holocausto, en él fueron asesinados alrededor de 6’000,000 (¡seis millones!) de judíos en los campos de exterminio nazis. Seguramente has visto alguna película o escuchado alguna historia o visto alguna de las impactantes fotografías de tan horrendo acontencimiento.
De este fatídico suceso se han hecho decenas de películas -no todas ellas afortunadas-, entre las más recomendables están Noche y niebla de Alain Resnais (1955); ¿Vencedores o vencidos? de Stanley Kramer (1961); El prestamista de Sidney Lumet (1964); La hora 25 de Henri Verneuil (1967); Memoria de los campos de Alfred Hitchcock (1985); La lista de Schindler de Ralph Fiennes (1993); La vida es bella de Roberto Benigni (1999); El pianista de Roman Polanski (2002); La caída de Oliver Hirschbiegel (2004); El Diario de Ana Frank de George Stevens (2009) y El hijo de Saúl de László Nemes (2015). La literatura, por cierto, es vastísima también en torno a este mismo tema, abarcando los más variados formatos: desde novela hasta profundos estudios históricos y filosóficos. Una pequeñísima muestra la forman: El Holocausto de Laurence Rees; Si esto es un hombre y la Trilogía de Auschwitz de Primo Levi y Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal de Hannah Arendt, por mencionar solo unos pocos.
Pero hay, sobre el tema del Holocausto Judío, un libro insólito e inusitado. Un libro que nos habla del amor en condiciones límite, de la supervivencia y de la memoria. Un libro que sin ser una novela ni un sesudo estudio histórico logró ganar, en 1992, el prestigiado Premio Pulitzer, siendo el único en su clase que ha logrado tal galardón. Me estoy refiriendo a Maus de Art Spiegelman. Un comic alternativo en donde Art nos cuenta la historia de amor y supervivencia de sus propios padres, Vladek Spiegelman y Anja Zylberberg, en los campos de concentración y exterminio nazis en Polonia.
Art Spiegelman hace uso de la caracterización animal representando a los diferentes personajes involucrados en aquel terrible conflicto y si los judíos figuran como ratones los alemanes aparecen, no podría ser de otra forma, como gatos; de ahí el nombre de la obra de Spiegelman. La representación de los demás personajes la dejo para que la descubran por ustedes mismos, pero es de resaltar la fina sátira con la que cada una de las nacionalidades están representadas. Se trata pues de una historia de llena de valor y heroísmo pero también sufrimiento y muerte. La historia está narrada por el propio Vladek a su hijo Art después de muchos años de ocurridos los funestos hechos cuando Vladek Spiegelman vive como refugiado en los Estados Unidos de Norteamérica.
“Lo cierto es que Maus es un libro que no puedes dejar de leer, ni siquiera para ir a dormir. Cuando dos de los ratones hablan de amor, te conmueven; cuando sufren, lloras. Poco a poco, a través de este pequeño cuento […] quedas cautivado por el lenguaje de esta vieja familia del Este de Europa y atrapado por su ritmo gradual e hipnótico”, nos dice Umberto Eco refiriéndose al Maus de Spiegelman.
Así pues amigos míos, esta vez quiero hacerles la invitación para acercarse a esta excelente historia narrada en un sorprendente y maravilloso formato: Maus de Art Spiegelman. El único comic al que, como les he comentado anteriormente, se le ha distinguido con el prestigioso Premio Pulizer. Espero que les guste tanto como a mí me ha gustado y recuerden dejarnos todos sus comentarios.
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