ENTREVISTA CON DIEGO ARREDONDO
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Por Armando Escandón Muñoz
—Camaradas: habéis de saber que tengo
un pájaro azul en el cerebro…
Rubén Darío, “El pájaro azul”.
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…there’s a bluebird in my heart that
wants to get out
but I pour whiskey on him and inhale
cigarette smoke
and the whores and the bartenders
and the grocery clerks
never know that
he’s
in there.
Charles Bukowski, “The blue bird”.
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A lo largo del tiempo, la literatura se mantiene activa y se renueva desde varios frentes: lecturas en voz alta, talleres, coloquios, edición de libros o publicaciones periódicas. En la actualidad cada vez es más común encontrar valiosas aportaciones en el mundo virtual. Sin embargo, siempre resulta esperanzador y gratificante encontrar títulos tangibles, en papel y más si poseen un diseño atractivo.
Uno de esos casos es el de la revista literaria El Pájaro Azul, donde se hace el esfuerzo de divulgar diversas voces del mundo de las letras mexicanas actuales (poetas y narradores), así como artistas gráficos (fotógrafos, pintores e ilustradores). Hasta este momento cuenta con cuatro números. Y en esta ocasión tuve la oportunidad de entrevistar a uno de los miembros fundadores: Diego Arredondo (Ecatepec, Estado de México, 1987) quien además de ser poeta, músico y sociólogo, funge como parte del consejo editorial de El Pájaro Azul.
¿Cómo nació este proyecto?
La idea tuvo su génesis, aproximadamente, hace dos años. Se gestó en conjunto con algunos compañeros: Raúl Ramírez, nuestro diseñador y Sophie Quintero, quien en cada número realiza una ilustración. Somos las tres personas que estamos inmiscuidas desde el primer número hasta la actualidad, el proyecto lo comenzamos en un bar del Centro con León Barrios, Erick García y Erick Hernández, sin embargo no habíamos emprendido la publicación porque como El Pajáro azul es un proyecto autogestivo, no teníamos el dinero ni el ánimo de arriesgarnos. Tras dos años, en una reunión con Raúl platicamos de exponernos, aunque perdieramos el dinero, sacar el primer número. Así fue como en abril de este año se hizo el número 0 del año 0 de El Pájaro azul.
¿Por qué el nombre de El pájaro azul?
Por la obra de dos poetas: Charles Bukowski y Rubén Darío, pues ambos tienen un texto que se llama El Pájaro azul. Pero cada escrito es muy diferente, el de Bukowski habla sobre que él se traga a este pájaro azul con el humo de los cigarrillos y con el alcohol, es decir, lo maniene sumiso dentro de él, porque si lo deja salir a flote, sus ventas se van a ir abajo, se van a perder. Entonces ese pájaro azul, que para mí es la creación, el intento de plasmar lo que tú tienes dentro, lo sometes para que los demás te vean por lo que no eres. Por tanto, desde ese poema lo que nosotros tratamos de hacer con la revista de El pájaro azul es mostrar en el papel lo que tenemos dentro y soltarlo al vuelo, no quedarnos como Bukowski, quien se tragó al ave de la creación con alcohol y cigarros.
El poema de Rubén Darío habla de un personaje llamado Garcín, él tiene al pájaro azul en el cerebro y el ave sólo entona su canto cuando él se da un balazo en la cabeza. Garcín se dispara porque en medio de las compras, de los edificios, de añorar la riqueza propia, incluso las personas fungen como celadores del ave, no la dejan emerger. Por eso Garcín se da un balazo y con ello libera al pájaro. Mientras Bukowski sometía al ave con sustancias, Rubén Darío plantea la falta de libertad por culpa de la misma sociedad, quien no lo permitía crear. También ahí está parte de nuestra búsquda con la revista: deseamos que las personas dejen salir el pájaro azul interno, hasta hora enclaustrado.
¿Cuál es la impronta de esta revista?
Divulgar el trabajo literario y gráfico de personas con poca visibilidad. Antonio Porchia decía —palabras más, palabras menos— que a veces hacemos algo tan nuestro que no lo dejamos salir. Entonces, esto no debemos dejarlo sólo como nuestro, debemos compartirlo con la gente. Por eso, principalmente, en la revista están publicadas personas no tan conocidas, que no han publicado un libro propio (aunque algunas de ellas sí). Comúnmente cuando la gente ve una revista donde no hay algún autor conocido, no la compra. Lo principal de El Pájaro azul es mostrar voces valiosas, aunque no gocen de gran renombre.
¿Quiénes conforman el consejo editorial? ¿Cómo han elegido a sus colaboradores?
Silvestre Soto quien es escritor de tiempo completo, Rulsky Ramiagui y yo. Cabe mencionar que en el primer número colaboraron las personas que ya te mencioné —León Barrios, Erick García y Erick Hernández—, pero hay dos o tres personas más. Agregamos los trabajos de Paloma —ella firma sin apellidos— y Arthur, yo lo conozco por Arthur, es Arturo Olmos, él hizo la fotografía del primer número, donde se tomó como eje “las aves y el azul”.
El segundo número de la revista lo integran compañeros de una tertulia a la que asistimos los jueves, nos hacemos llamar “Los tertulianos de Júpiter” y colaboraron la mayor parte de las personas de ese espacio: Juan Aquiles, Armando Tolentino, Fernando Salazar, Carlos Castorena y Josué Bello. Además se incluye un texto de mi hermano Oliver Arredondo y una pieza del fotógrafo Andrés Juárez. En este número me apoyó mucho Hugo de Mendoza, quien me envió material de autores que él conoce y los publicamos. Los temas en común entre estos dos primeros números fueron “la muerte y el mar”.
En el tercer número —que se centró en el tópico de la mujer— se incluyó a Gerardo Miranda, Mayra Oyuela y al artista Kloer; por parte de la tertulia a Abraham Pérez-Aragón y a Ángel Lípizano; y el trabajo de compañeros que tengo de un taller de poesía, coordinado por Gerardo Rodríguez. Es el Taller Oscar Oliva, y, si estoy en lo correcto, es uno de los más antiguos en la ciudad, lleva 28 años. Se desarrolla en la casa de Cultura Jesús Reyes Heroles. Y antes ha estado coordinado por Máximo Cerdio, Josefina Magaña y Oscar Oliva, que fue quien lo inició. En este taller yo tengo cerca de diez meses. Gerardo Rodríguez, el coodinador, es un muy buen maestro, ha llevado a nuestro grupo de poetas por un camino indicado para la creación. Entre otras personas lo integran Javier Rodríguez, Guillermo Lantén, José Laris, Rodolfo y Augurio Jurado, a quienes se publicó en el tercer número.
El cuarto número está relacionado con la muerte. Se aprovechó la festividad de día de muertos para presentar el número. Mario Meléndez y Cecilia Podestá forman parte de este número, del taller Oscar Oliva se incluyó material de Juan Pablo Pérez y Alfonso Hernández; y de la tertulia, ya mencionada, a Ángel Arenas. También colaboraron escritores y artistas plásticos como: Aldo Rosales, Cris Yescas, Edson Cruz, Manu Argueta y Alejandro Barrón —este último ha aportado textos para dos números de la revista—.
Creo que la muerte forma parte de un proceso, de un abordaje donde debemos encontrarnos. En este número se muestra como algo inevitable. A fin de cuentas es así, pero también debemos verlo como un ciclo que al terminar reinicia nuevamente y que se presenta en una relación fraterna o amorosa, hasta en el deseo, en el sacrificio y la grandeza. “No para siempre en la tierra”, dijo Netzahualcóyotl.
¿Por qué empeñarse en editar una revista literaria en un país donde los lectores escasean?
Precisamente porque los lectores son pocos. Está en nuestras manos fomentar la lectura, pues a veces tiene poca promoción. Queremos que El pájaro azul sea una opción para difundir las letras. En nuestro proyecto hay tanto poesía como narrativa, son géneros accesibles. Además contamos con la fotografía y la ilustración con las imágenes como apoyo también se puede llegar al lector. En cada número hay una pintura realizada por Sofi Quintero, mientras que yo hago un poema, con ello ligamos lo visual con la poesía. Creemos que el arte, en general, hace al ser humano más libre.
¿Cuáles consideras que son los “pros” y “contras” de una revista en papel frente a una virtual?
Los pros se encuentran en poder llegar a personas que no usan mucho Internet, incluso no todo mundo posee una tableta donde pueda ir leyendo el pdf. Además de que el diseño —hecho por Raúl Ramírez— en El Pájaro azul tiene mucha importancia. A veces pienso que tal vez ha tenido más recepción por el diseño que incluso por el contenido. A la gente a muchas veces le llama lo visual. La experiencia en papel, por lo tangible todavía representa una experiencia particular.
Los contras dependen, un tanto, de la parte económica. En una revista virtual las estrategias de promoción son diferentes, en cambio, al editar en papel número tras número ponemos dinero de nuestra bolsa, porque nunca se recupera lo que invertimos, siempre se debe hacer un gasto extra para seguir editando la revista. Nos afecta en las finanzas, mas no importa pues editar El pájaro azul es verdaderamente apasionante.
¿Cuál es el panorama para una revista independiente en México?
Lo cercado. Buscar los espacios, el trabajo mismo, porque las veces que hemos tocado puertas sí se nos han abierto. El panorama se transforma si tú lo buscas. Estamos en eso, poco a poco. A penas llevamos seis meses, empezamos en abril. Y gradualmente el horizonte irá cambiando, es cuestión de insistir.
¿Qué perspectivas tienen para El pájaro azul?
Seguir a través de los años, que no se termine, que más personas sigan mandando escritos y publicarlos; el interés radica en pasar de lo micro a lo macro. E incentivar a las personas para que continuen escribiendo y editando sus materiales. De igual manera motivar a los lectores a arriesgarse a crear. Buscamos extendernos en el tiempo, con trabajo en el presente, pero también con vista al futuro.
Tenemos la opurtunidad de que nos acompañe Ángel Lipiziano —poeta y lingüista—, uno de los colaboradores de El Pájaro azul. Angél, platicanos de tu aportación a este proyecto.
He mandado un par de haikús, creo que el formato de El Pájaro azul se presta mucho para este tipo de poesía mínima. Los haikús son reflejo del aquí y el ahora, del instante. Y ver que hay revistas nuevas, dándole espacio, prescisamente, a personas que no han publicado tanto, junto con lo gráfico, resulta muy importante, aunque tampoco se excluye a personas con más trayectoria, pues la revista es un espacio abierto.
¿Dónde se puede adquirir El pájaro azul?
En unas páginas de subastas por Internet —de Facebook, una se llama Las Subastas de la Nena Oscura y la otra Imperial Magic—, donde la he estado ofertando. También se puede conseguir en Rinoceronte libros, librería ubicada en Fray Pedro de Gante, núm. 11, en Tlalpan, está especializada en poesía, libros difíciles de encontrar y ediciones independientes; y en la tienda de ropa Monster, San Cristóbal —en Ecatepec de Morelos—; y próximamente estará en el Rocambole, un café de Coyoacán.
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Con esa pregunta concluimos la entrevista con Diego Arredondo y Angél Lipiziano. Y tras meditar la importancia de un proyecto como este, me viene a la mente la siguiente reflexión: dedicarse a las humanidades, editar una revista —digital o en papel—, realizar cualquier actividad que busque compartir la creación o simplemente hacer más amable el mundo —y cargar con todos los avatares que eso conlleva—, se resume en una línea de “El pájaro azul” de Rubén Darío: “Creo que siempre es preferible la neurosis a la imbecilidad”.
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ILUSTRACIÓN
Fotografía del archivo de Armando Escandón.
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