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Por Roberto Marav
Ven a mí,
a poseerme,
a inventarme.
Confúndete con mis adentros,
explora los sacrificios nocturnos de nuestro nombre
y llena los vacíos con la sinapsis de lo indescifrable.
Porque allá, en el imaginario,
resentirás la presencia de mi fastidio absoluto,
verás con ojos lastimeros el pudrimiento de mi nuca resignada
mientras los creyentes elevan cantos por el salvamento de la nada.
Luna, mar y nubes; lo permanente, la vastedad,
la reiterada presencia en el cielo impoluto;
incluso las mariposas, aun los tigres, me contagian su luto.