LA METÁFORA DE CADA DÍA

por Roberto Marav

Por Roberto Marav

La frase no es lo decible, la imagen no es lo visible.

Begoña Alberdi Soto

Cuando Adán y Eva dejaron el Paraíso para conocer en carne propia lo que era ser humanos, La Divina Providencia les proveyó de una extraordinaria capacidad asociativa para descifrar el mundo exterior a través del pensamiento interpretativo. Al salir de las sombras, estos seres experimentaron toda clase de sensaciones y el mundo fue tornándose menos extraño, guiándose por la percepción de temperaturas, olores, sabores, sonidos y formas. Una vez que probaron el alimento podrido, la vivencia desagradable del sabor y el malestar que les provocó en el cuerpo, pasaron por un proceso de razonamiento para relacionar el suceso con la causa y así quedar impreso en la memoria para evitar someterse otra vez a la inexperiencia. Esta curiosa manera de familiarizarse con los fenómenos naturales e interactuar con ellos encauzó otra peculiar cualidad de entender la realidad: el lenguaje.

Pollos somos (metáfora absurda)

Pollos somos (metáfora absurda) » Isma Bou

 

Experiencia corporal y pensamiento son la base para representar y expresar con palabras las cosas que nos rodean. Contemplar un hecho y comprender lo que sucede tanto dentro como fuera de nosotros, es la manera como hemos aprendido a ser humanos. Con el paso del tiempo y de los avatares de la vida cotidiana hemos ido mecanizando y desviado nuestra atención de dicho aprendizaje y de los procesos por los cuales conocemos el universo. Elegimos mirar exhaustivamente actuaciones que nos entretienen a observar cómo es el movimiento de nuestra mano en el aire. Decía Aristóteles que “no solamente a los filósofos les resulta superlativamente agradable aprender, sino igualmente a todos los demás hombres, aunque participen estos de tal placer por breve tiempo”. ¿Cuántas veces no hemos metaforizado algún hecho, objeto o sentimiento con alguna palabra o expresión sin tener la más mínima chispa de conciencia del porqué de tales correspondencias? Las más usuales y fáciles de entender son las metáforas que hacemos con respecto al espacio y al movimiento.

Solemos considerar más positivamente el espacio superior que el inferior, y nos acostumbramos a decir frases como ¡arriba los novios! o ¡abajo el mal gobierno!; la mejor zona para vivir está destinada a la clase alta; tengo el ánimo por los suelos, expresiones que como señalaron el lingüista Lakoff y el filósofo Johnson: “son reflejo de conceptos metafóricos sistemáticos que estructuran nuestras acciones y nuestros pensamientos. Están ‘vivos’ en un sentido más fundamental: son metáforas en las que vivimos”. Este mismo texto está plagado de metáforas vivas, como en el párrafo anterior donde he utilizado ‑sin percatarme de ello al momento de escribirlo‑ la figura del humano como un mundo inserto dentro de otro orbe al decir que sucede tanto dentro como fuera. También frecuentamos equiparar la idea de la mente con un recipiente cuando decimos que no me cabe la menor duda; del mismo modo la visualizamos como un soporte donde se plasma algún texto al decir: tengo la mente en blanco.

Los verbos de movimiento son la materia prima esencial del cerebro para asimilar la aprehensión de un cambio, pasando de un plano espacial a otro temporal. De acuerdo a la filóloga Chantal Melis, estas metáforas dependen de la situación en la que el individuo se sitúe en relación al mundo que lo rodea: el “yo en movimiento” o “el mundo en movimiento”. De la primera vertiente, dice Melis que: “El movimiento de las personas suele ser un desplazamiento intencionalmente dirigido a un lugar de destino. En el uso metafórico, el destino geográfico es sustituido por la referencia a la acción que el sujeto debe realizar, es decir, el destino es reemplazado por un propósito:

Aquí entraron en habla los Infantes de Carrión [Cid].

Y volvió a su proyecto de casarse con el ama del cura [Regenta].

Hay metáforas donde ciertas condiciones o estados involuntarios del hombre suelen conceptualizarse como sitios:

Eso es ‑dijo Sancho Panza‑, a lo que a mí me parece, haber salido a la vergüenza [Quijote].

El estado de imbecilidad a que había llegado [Bandidos].

Con respecto a las metáforas desde la percepción del mundo en movimiento, Melis dice que: “La condición para esta imagen es poder concebir las cosas abstractas ‑las percepciones, las ideas, los sentimientos, los elementos del discurso, los eventos‑ en términos de entidades susceptibles de moverse o ser movidas”:

si tu corazón tornase a lo que era antes contra mí [Calila].

que impidiera que aquella repugnancia llegase a la desesperación [Regenta].

Este tipo de metáforas suelen ser de mis favoritas pues en ellas expresamos inconscientemente nuestro delirio antropocéntrico y todo fenómeno sucede en pos de nuestro interés o conveniencia:

Llegaron las nuevas al conde de Barcilona [Cid].

Mi honra llegó a la cumbre según quien yo era [Celestina].

y no se sepa atinar de dónde me viene este daño [Quijote].

Asimismo, cuando uno es el centro de referencia, los cambios ocurren desde la perspectiva del campo visual del hablante:

este mismo día aunque ya entrada la noche [Mercurio].

Passe la noche e venga la mañana [Cid].

Volvió la época del paseo en el Espolón [Regenta].

Todos los ejemplos anteriores, tanto las expresiones orales que expuse como las referencias literarias que cité de la filóloga mexicana, provienen de un lenguaje tradicional, no nos resultan extraños a nuestra habla cotidiana y podemos identificarlos y entender su referencia metafórica sin necesidad de recurrir al escudriño lingüístico de por qué si sabemos que los fenómenos naturales se efectúan por causas ajenas a nuestra presencia los enunciamos así; lo que me ‘lleva’ a preguntarme sobre la necesidad de trocar los hechos para verter en ellos nuestra cuchara de subjetividad humana. Uno de los más grandes pensadores del siglo pasado solía utilizar frecuentemente metáforas y ejemplificar sus tratados con un lenguaje literario, como en el siguiente fragmento:

¿Qué es entonces la verdad? Un tropel de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas […] las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han gastado y han quedado sin fuerza, monedas que han perdido su troquel y no se las considera ya como monedas sino simplemente como metal.

Quizá, esta metafórica explicación de Nietzsche sobre su concepción de la verdad, ‘ilumine’ mi intención de aproximarme a esta singular tendencia de utilizar metáforas para expresar nuestras vivencias. Si un hecho cualquiera, significativo a nuestra existencia puede estructurar nuestra forma de pensar y de actuar, una frase de entusiasta aprobación como la de bien bajado ese balón pronunciada hacia alguna reacción ajena, puede sernos suficiente para despertar, entre los entendedores del argot futbolístico, la emoción de la precisión y destreza al realizar dicha técnica al calor de una jugada oportuna en otro contexto distinto a este deporte de entretenimiento. Habrá ocasiones en que la peregrinación de nuestros días nos coloque en la necesidad de usar nuestras mejores monedas de cambio para obtener alguna luminaria que señale cada una de las imágenes dispersas y desordenadas en el ático de nuestro pensamiento y así acercarnos al significado de los hechos o vivencias que a vista de hormiga podrían asemejarse a un mundo inmenso e inabarcable para explorarlo a detalle. Y tal vez, sólo tal vez, el conocimiento de hechos concretos, metálicos y artificiales no sea suficiente para comprender si transmigramos a circunscribir al mundo que nos rodea o el mundo viene a sitiarnos en una oscuridad de incertidumbres. Quizá en la metáfora poética pueda vislumbrar otra visión que me alce de esta disertación pedestre, pero será en otro tiempo y en otras frases.

Chao chao.

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4 comentarios

Maru Avila 22/06/2016 - 13:11

Ese Chao chao es muy de Roberto Marav.

Roberto Marav 22/06/2016 - 23:45

¡Sí, caray! Es una mala mala, je je je. Gracias por seguirme querida Maru 😉

Ivan Macias 22/06/2016 - 20:39

Excelente texto, creo que muchos pasamos por alto el lenguaje metafórico que usamos en la vida cotidiana. Muy buena reflexión y una redacción de alto octanaje. Felicidades!

Roberto Marav 22/06/2016 - 23:48

Muchas gracias mi hermano. Qué gusto y qué honor saber de tus apreciaciones. Abrazo.

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