21
Por Víctor Hugo Pedraza
Llueve:
la tierra mojada está.
Nuestros pasos
se mecen en sus entrañas.
Entre gotas viven rostros ocultos,
atrapados
bajo el sosiego de una mirada lacerante.
Como un susurro,
el destino y la lluvia
liberan su voz
para juguetear con nuestras pupilas,
estrellarlas contra el viento,
para perderse en el silencio.