CIERRO LOS OJOS

o mis aventuras en el País de los Huesos

por Alias Torlonio

Mi hijo no trabajará nunca, los hombres que trabajan no pueden soñar; la sabiduría se recibe en los sueños. —Nez Percé

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Desde el País de los Huesos trato de desentrañar y verificar todo lo que pueda haber de cierto y de falso en cualquier ámbito del País de los Vigilantes. La religiones y la ciencia-dogma han demostrado por siglos ser absolutamente refractarios a las verdades más simples, siendo éstas las más hondas, para, en la mayoría de los casos, adoctrinar a la población con técnicas de control y/o abducción mental de masas. No se puede asumir la eternidad del Principio Creador, ni la nuestra propia, en un marco temporal tan reduccionista e infantil como el que, por dos mil años, nos han propuesto los adictos al CONTROL, ni con el ardid de extirpar nuestro legitimo poder creador de nosotros, para crucificarlo en un madero como a un guiñapo sanguinolento; ni con las propuestas de la ciencia/dogma que nos colocan en un marco de relativismo y azar absoluto ultraprosaico, donde todas las certezas trascendentes, tales como el espíritu o la eternidad, no tienen cabida; luego ni unos ni otros parecen contar, en sus acertijos y resoluciones, con el ser humano. Todas esas vestiduras con las que se engalanaron religión y ciencia/dogma, a costa de la ingenua credibilidad de nuestro intelecto, hoy no son más que harapos. 17/10/22

Aparecen en mi pantalla mental textos que he de estudiar. 9/5/20

Me veo inmerso en el maremágnum de una relación sentimental con tres mujeres diferentes pero bien avenidas entre ellas; de tal forma mi sentimiento de soledad se triplica. Las memorias virtuales (discos, lápices, etc.) desaparecen todas, colapsan por culpa de un pulso electromagnético fatídico; esto genera un caos y desconcierto monumentales, pero parece que existe una posibilidad de anamnesis para estos sistemas de memoria. 10/5/20

Mi pareja es una mujer armenia que dibuja maravillosamente; sus dibujos me recuerdan los que hacía Nadia, una niña pequeña, autista y genial, cuya capacidad para el dibujo era asombrosa. Estoy en la frutería de un amigo que necesita ayuda, pretendo gestionarla por un tiempo para afianzar su negocio. Finalmente todos hemos de evacuar la ciudad ante una amenaza inminente cuya naturaleza es capaz de obscurecer el cielo a la par que congela nuestros corazones. 11/5/20

En una línea de tiempo donde toda la población permanece dormida, delegando sus decisiones, responsabilidades y libertades en las manos menos adecuadas y por pura dejadez, una inteligencia artificial invasiva envía a la población “modales” exageradamente humanos, casi divinos, engañando permanentemente a todo el mundo, hasta el punto de hacerse intocable. La gente la adora y obedece sus designios sin cuestionarla.

Mi habitación se desgaja del resto de la casa por un metro de distancia. Michel Poullain está dispuesto a ayudarme a poner las cosas en su sitio. Confío en él, con sus ideas brillantes sabrá recomponer la casa, no en vano es ingeniero.

Viajo por el sur de España con Paco Almazán. Le comento cuánto me gusta la obra del pintor José Ortega. Mientras enumero las bonanzas de Ortega, Almazán ríe; cuando termino el parangón, Paco me aclara que ambos son amigos. Después de decidir nuestro rumbo, acabamos en un vehículo descapotable, hablando con su conductora. Otra mujer nos vigila desde un autobús. Se trata de una vecina de nuestra chófer, celosa y con cara de enfado. 12/5/20

Voy a clases de geometría espacial. En el tren que va al centro de enseñanza, viajan dos compañeros; este encuentro me hace feliz. Llegamos con la clase empezada. Debemos identificar figuras geométricas troqueladas en un cristal trasparente, cuya forma recuerda a un recipiente. Mi pupitre tiene una iluminación pésima, los mejores sitios están ocupados. Al final de la clase me encuentro hablando de Chejov (Chekhov) con el profesor; de pronto recuerdo una historia que me impresionó sobre un viejo cochero y su caballo, pero no soy capaz de asegurar al profesor que tal cuento es de Chejov, aunque le digo que no dudo que el autor es, por fuerza, ruso. Por otro, lado el profesor advierte en mí una capacidad innata para la geometría espacial, saboteada por las intermitencias disléxicas de mi estado mental ácrata; según él ambas fuerzas se disputan un trozo importante de mi cerebro. 13/5/20

Cierro los ojos. Un chaval tiene en sus manos un ser del tamaño de un muñeco de no más de veinte centímetros. El pequeño ser soy yo.

Cierro los ojos. Veo a gente que no conozco en la cocina de mi casa; alguno fuma y otros parecen tener la intención de cocinar, pero nadie me inspira confianza, así que no quiero que estén allí.

Soy prisionero de guerra de algún ejercito que me recuerda a los nazis (¿y cuál no?). El hombre de mayor graduación ha de darme una bofetada ante la tropa, como parte del ritual protocolario demostrativo de poder; aunque siento que él no pretende hacerme ningún mal, ya que me ha elegido porque me ve más entero que a los otros presos; al mirarme a los ojos noto cómo él quisiera atemperar una pizca el golpe, pero con la mano enguantada en cuero junto al peso de los galones, me llevo una ración de torta monumental. 14/5/20

Ando en una línea de tiempo futura, donde el mundo, más capacitado espiritualmente para manejar mayores avances tecnológicos, parece hallarse perdido en simbologías fútiles. Un militar de alta graduación me va detallando los pormenores de la historia de una mujer africana, relacionada con ciertos secretos que los militares temen especialmente, tales como la proyección astral, la telequinesis, la telepatía, etcétera.

Trabajo en una mina de extracción de oro; los derrumbes son constantes y la gente muere mientras la empresa llena su bolsa con oro manchado de la sangre de los más necesitados. Una mierda. 15/5/20

Pinto con dos ayudantes una casa. Mientras los chicos hacen metros tirando fondos, decoro las paredes con figuras, ahora femeninas, sirviéndome de herraduras y otros herrajes que utilizo como patrones y guías. Empleo negro y blanco con toques de óxido rojo y tierra ocre. 16/5/20

Elvira y yo arreglamos la escenografía y la iluminación de una obra de teatro. Luego, a mi izquierda se abre un portal del tamaño de una gran madriguera y mi cama se llena de gatos, son Lolo y su extensa descendencia.

En una fiesta, pretendo devolver a mi primo Perico un dinero prestado. Él insiste en que no le debo nada. Finalmente, para que me entienda, mientras le canto una canción llena de guasa, le devuelvo su dinero. A través del tabique, oigo en otra habitación cantar a mi amiga Isabel, y me pregunto si estará ella también devolviendo una deuda. 17/5/20

Francia, siglo XIX; estoy en conversación con un grupo de hombres. Cada uno de ellos tiene, o cree tener, un problema de salud. Yo les hablo de arte con el corazón en la mano, para así apartar su atención de las enfermedades. Disfruto enormemente con los diseños y los estampados de las ropas que veo; aprecio su terminado tan detallista y la calidad increíble de los tejidos.

La economía está tan mal que se decide por fin, condonar la falsa deuda de todos los países (ya que el dinero que utilizamos sólo es papel mojado, sin valor, es imposible hacer de nada una deuda). A los responsables de tanta ruina y tanto crimen se les juzga y procesa. Rusia y Japón, económicamente abundan antes que nadie, con estas resoluciones. Con la condonación de la deuda internacional es cuando tomo consciencia de estar en el País de los Huesos, soñando.

En el desierto americano, la corporación USA ha montado una base militar sobre un túmulo ancestral, perteneciente a los nativos del lugar. Se trata de una roca gigantesca de color ocre rojizo, adornada con dibujos grabados por la superficie. Tras el malestar comprensible, los originales litigan sin concesiones contra el estado corporativo, después de cientos de engaños y estafas sufridas. Me acompañan Ursula y Staffan, Aristarco y una juez a la que regalo unas pulseras para tenerla contenta. 18/5/20

Alguien que parece noruego o finés nos guía a un museo o edificio gubernamental, para escenificar ante el grupo que me acompaña, una recepción conmemorativa; este hombre espera, con su labor, llamar la atención de la administración. Dejo todas mis cosas en mi zurrón, dentro de un despacho de este conjunto de edificios monumentales, incluido un tesoro obtenido en otro sueño. Al andar de un lado para otro, finalmente no recuerdo en qué edificio quedaron mis cosas. Al hombre de aspecto escandinavo no le fue nada mal, ha conseguido el contrato que pretendía.

Por una playa solitaria me baño y paseo. Sobre unas rocas, un padre pesca con su hijo. Tras ellos hay una construcción en ruinas y tras ésta, un puesto de primeros auxilios. Allí, un chaval muy simpático me da una toalla seca y vieja, raída por el viento. Me siento frente al mar mirando las aves en vuelo, recortadas en el cielo por la luz del horizonte. Una nave gris oscuro, recala en la orilla, cerca de donde estoy: miro fascinado todos los detalles de su diseño; parece tecnología militar pero nada que hayamos visto antes; la nave es grande y perfecta y todo indica que es anfibia y apta para grandes vuelos. Nadie sale de la nave y ésta parece inteligente. La dibujo sabiendo que la nave también me observa a mí, y seguramente me haya dibujado antes que yo a ella. 19/5/20

Falsas políticas que sólo encubren el tremendo fraude en el que se ahoga esta sociedad, se repiten en bucle. Mentiras sistemáticas minan y deterioran la percepción que la gente tiene sobre nuestra realidad, programada y adoctrinada desde la infancia; por tanto, discernir tal engaño es poco menos que tarea de titanes y de nada sirve avisar a nadie. Al final, cansado y desesperado, entiendo que cada uno habrá de iluminarse por sí mismo.

Paseo ante el desierto australiano con mi chica, que es aborigen; hablamos de pintura con un amigo suyo. De camino, veo la fachada de un bar entre dos casas bajas, pintada por él: son dos figuras romboidales que podrían pasar por hojas de árbol o escudos tribales, de forma esquemática y de aspecto terroso, una a cada lado de la puerta. El hombre tiene en la mano algo parecido a una calabaza seca con grandes púas afiladas; este objeto, una pequeña escultura, es obra suya. Él le regala la calabaza a mi novia para que yo pueda pintarla. No puedo creer que seamos tan afortunados. 21/5/20

Con mi hermano Sagu y unas amigas, hemos cambiado las fechas y los colores a todas las cosas; más tarde nos damos cuenta de que ya no hay marcha atrás con este asunto, pues no sabemos cómo devolver todo a su estado anterior. 22/5/20

Me encuentro en una nave en Barcelona, donde se expone de todo. Me llaman la atención unas animaciones holográficas de personas haciendo figuras con sus cuerpos. Es cine mudo en alta tecnología, y más que arte, es industria del espectáculo (ni más ni menos).

Observo en el horizonte una escuadra de aviones volando en línea y echando vertidos en el cielo, hasta anegarlo por completo con rejillas de traza químicas. Me introduzco en una galería de arte donde exponen obras de crímenes, guerras, violaciones, suicidios, masacres, etc. El autor, contra todo pronóstico, es cándido y amable.

Mi hermano anda dentro de un gran almacén. Se pone debajo del brazo una docena de vinilos que ha ido seleccionando y se va tan tranquilo. Yo me encuentro en la plaza del Pi de Barcelona, dibujando con tiza una verga enorme. 23/5/20

Un científico alecciona a otro sobre qué es lo que tiene que decir y bajo qué lente ha de enfocar su discurso cuando la prensa le pregunte; todo medido, imagino, para obtener subvenciones.

Voy con Petrus en tren. Tomo conciencia de haber vivido ya esto: él tiene que sentarse postrado, ocupando dos asientos, por un dolor ventral agudo.

Me reúno con la gente cercana a mí en un andén de tren, están mi hermano, mi pareja en ese momento, amigos, etc., todos cogen el tren que espera en la vía y marchan; quedo solo en el andén. 24/5/20

Discuto con Pepa. Ella señala una vieja cartera (con dibujos míos) y se empeña en recuperarla; yo trato de que razone dónde voy a guardar entonces ese lote de dibujos; finalmente, por evitar la discusión, accedo a dársela sin entender bien tanta obcecación. Hago un transbordo de tren; vuelvo a estar perdido y veo que nadie paga billete en las taquillas, todo el mundo se cuela. Amanece, llueve fino, el suelo está mojado, hay belleza. 25/5/20

Abro una ventana, me estiro y salgo volando. Éste es uno de los vuelos más vívidos que he experimentado nunca. A vista de pájaro pasan casas, árboles, y grandes extensiones de tierra; veo aquí y allá gente bajo el sol, empeñados en sus vidas, algunos descansan alrededor de una alberca, otros trabajan la tierra. Pierdo ímpetu así que, siempre hacia el levante, aterrizo en una zona costera donde sé que encontraré amigos. Comemos pescado rebozado tal como lo hacía T Mohamed, al modo malasiano (cocina hindochina): chapatis cocinadas con manteca animal, arroz con especias y pescado rebozado, más un cuenco de sopa de tortuga, tan picante que lloramos, moqueamos, y sudamos como condenados, mientras comemos y nos reímos unos de otros por el sofocón.

Mi padre surge como una aparición, me saluda y desaparece, desvaneciéndose en una imagen fija. Hola. Adiós. 26/5/20

Estoy de nuevo con el señor Donald Jay Trump (creo que es la cuarta vez, si no más, que me encuentro con él). Habla muy claro, explicando a quienes le escuchamos, el mal trato que hasta ahora hemos recibido en conjunto, como humanidad, de mano de una larga lista de gobernantes psicópatas. Más tarde doy un paseo con Curra y mi perro Cotton, un ovejero de Brie al que adoraba (y aún hoy).

Conozco a una mujer india, de origen maya; trabaja de camarera. Nos enamoramos en el acto. Ella necesita calentar en agua unas semillas, así que vamos a mi casa a hacer la cocción. 27/5/20

Soy el hermano mayor de mi amiga Blanca, aunque en esta situación le saco veinte años. Estamos en una casa de campo enorme y nos acompaña mucha gente de la familia. Ella, previendo que ésta va a ser una reunión familiar muy larga, quiere que tome LSD con ella. (Está Blanquita animando el cotarro, ¡dí que sí!).

Volteo una y otra vez a ver cómo tantísima gente ha conseguido últimamente tragarse una ristra de mentiras tan apabullantes como inadmisibles; cómo es que llevan décadas comulgando lo que los medios de comunicación les dan: propaganda. Analizando el caso sólo llego a una conclusión muy descorazonadora. 28/5/20

Hablo con una pareja rusa, un hombre y una mujer de bastante edad. Hay algo, ciertos detalles, tics imperceptibles, que me llevan a pensar que tal vez yo soy el hombre con el que estoy hablando. 29/5/20

Miro atento una pintura de 125 x 100 cm más o menos. Se trata de una playa donde se ven tiradas en la arena un montón de tablas de surf; por el lado derecho del cuadro el mar sube en ángulo recto hasta el borde superior y avanza un tercio de la parte de arriba, que está rematada con otro conjunto, esta vez de máscaras superpuestas flotando; el interior del cuadro hasta el borde izquierdo queda ocupado por un cielo con algún cúmulo. 30/5/20

Estoy con los Bathory. Ellos me explican cientos de cosas que desconozco sobre la naturaleza del mundo donde vivimos, de cómo se está tratando de echar a la vieja guardia que tiraniza el planeta, por otra facción (dicen) más benigna, que espera gestionarlo con mayor equidad y justicia. Yo escucho en silencio. 31/5/20

Hay un montón de descerebrados que quieren clones de los títeres de la élite de 0’0001%; parece ser que se ha creado un mercado demencial con los sosias de tales sátrapas; están de moda y la gente se desvive por adquirir un duplicado como si fuesen animales de compañía. A mí personalmente me parece más seguro tener un cocodrilo en la cama que a uno de éstos; imagina una Merkel en tu salón, a Sánchez en el pasillo o un Macron en la cocina; ¿probarías bocado?, ¿les darías la espalda tranquilo?

Viajo con Paco a unas islas. En el pasaje coincidimos con una mujer caribeña que conocí en los 90’s en la Argumosa de Madrid. Ella se alegra mucho de verme. Yo ando algo reticente. Paco me engancha del cuello para hacernos los tres una foto y yo no sé, si queriendo o sin querer, le piso un pie. 1/6/20

Tengo frente a mí un instrumento musical de forma estrambótica, nunca visto, que he de meter en una extraña maleta, donde, ante mis dudas, encaja al milímetro, tal puzzle.

Con todo detalle y un aumento feroz, visualizo y analizo en mi pantalla, el cuerpo de una araña; ésta me hace recordar a aquella otra que me dio un susto enorme cuando, al salir de una meditación, la vi por un instante, sobre mí, negra, dentro de un dodecaedro de cuarzo trasparente suspendido sobre mi cabeza. Del brinco que di me estampé contra el cabezal de la cama; luego escribí fenoménico, poema de la aurora de los vampiros. 2/6/20

Voy viendo gatitos mientras mi gata Daniki, en el País de los Vigilantes, esta misma madrugada, los alumbra, pariendo a Maravilla, a Esmeralda, y a Mambrú. 3/6/20

Llego desnudo y sudado a un viejo café portuario. Hay aquí una acuarelista excelente. De manera furtiva ella me pinta y lo hace muy bien, pues puedo reconocer mi cuerpo; el dibujo se detiene en el cuello. La pintora tiene su estudio en la buhardilla del café, donde pasamos tiempo hablando de arte. Después me encuentro en una casa frente al mar. En una sala con grandes cristaleras veo una caja de acuarelas. Justo cuando me preparo para pintar aparece el señor Don Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz Picasso, y de una manera muy divertida me insta a compartir los colores con él. Accedo encantado sin pensar que tal vez las acuarelas, la casa, la playa, y el mar incluso, todo menos mi sueño, sean suyos. Tenemos una velada inocente y jocosa. 4/6/20

Donde me hallo, entiendo que todo el espacio que ocupamos, en su terreno mental infinito, está cubierto de intenciones y sentencias que o se están cumpliendo o se han de cumplir, y no hay ningún tipo de interferencia que pueda desbaratar esta red de comandos y acuerdos en marcha, así que ojo con cómo pensamos. 5/6/20

En una mesa de trabajo voy poniendo, como si un juego de cartas fuere, papeles, dibujos, fotos, notas, etc. Presencio a través de una cristalera cómo insertan sobre cuerpos desnudos, cabezas vacías. Después recibo una descripción del universo, al margen de cómo creemos que es, con un ejemplo interesante: mientras alguien se come un filete, veo que en realidad sólo está masticando un código, una secuencia numérica. Me aseguran que así es todo aquí, por donde creemos andar, cuando quien anda es un avatar cifrado. 6/6/20

Resido en una ciudad. Toni, mi amigo exparacaidista, aparece de visita. Antes de irse me deja una caja para que se la guarde. Miro su contenido: debe de haber unos diez quilos de vitamina C. 7/6/20

La mayoría de los países de África se reafirman con una serie de medidas y acuerdos ANTINOM que resultan ser claves para una posible liberación planetaria. (Sigue soñando, Torlonio).

Me encuentro en Madrid, en casa de una amiga que me deja solo en su cama, a la espera de que venga alguien. Antes de que me dé tiempo a levantarme del catre, ducharme, y ponerme algo de ropa, aparece Kathy, sentándose (para mi apuro) en un lado de la cama, tal como mi amiga me dejó: la cama revuelta y yo todavía dentro con una erección enorme.

Continuo por Madrid, paseando con un amigo del barrio entre el Paseo del Prado y el parque del Retiro. Vemos a alguien con el “uniforme plandémico C-19” completo: pañal en boca, guantes, etc., más parecido al hombre de hojalata del Mago de Oz que a alguien con criterio soberano. Le digo a mi acompañante, que aquellos que no han entendido que respirar aire limpio es vital para la salud, ni siquiera son responsables de sus propias vidas, ya por cobardía, ya por ignorancia, ya por estupidez. 8/6/20

Me rodea mucha gente que entra y sale por pasillos, y suben y bajan escaleras sin parar. Incluso consigo identificar a algún conocido entre el gentío, pero me es imposible acceder a alguien conocido o no, para que me explique qué está pasando, por qué nadie se detiene, y a dónde van todos tan enfadados.

Repaso la divertida sociedad que tuve con mi amigo Aristarco. Invade el mundo una horda de comunistas gangosos. Y cierro con unos abogados de la CNT (Confederación Nacional de Trabajadores). En los 80’s del pasado siglo ofrecían un magnífico servicio. 9/6/20

A vista de pájaro me observo dentro de una espiral o torbellino que mi plexo solar define en forma de telegrama: Una estafa megalítica —stop— . (10/6/20)

Cierro los ojos. Veo a mis hermanos darse un beso de despedida.

Cierro los ojos. Un comando me dice que soy observado y puesto a prueba en todo momento.

Cierro los ojos. Estoy en la chamarilería de Macario. Es de noche y apenas si hay penumbra, pero el sitio es inconfundible.

Cierro los ojos. Aparezco en casa de una mujer argentina. No hay luz. Se queja de lo complicada que es ahora la vida, como el problema policial tremendo que supone, por ejemplo, ir a pasear a su perro, cuando un montón de miserables, desde sus balcones, la pueden insultar de todas las maneras conocidas o incluso denunciar a la policía. ¡Hasta aquí has llegado, humanidad!

Cierro los ojos. Veo una reunión de personas que constantemente cambian de habitación. Parece una hermandad o secta donde todos llevan camisas de color naranja.

Cierro los ojos. Floto dentro de una plaza de mercado en su amanecida. A mi paso etéreo, algunas chapas echadas se sacuden insinuantes, como si estuviesen vivas. Estas plazas son la vida.

Cierro los ojos. (Mi cuerpo físico pega un brinco). Frente a mí tengo un bosque, allí un Caterpillar amarillo ha abierto una brecha enorme; ya sin árboles, sólo se ve tierra revuelta y broza.

Cierro los ojos. Noto vértigo y empiezo a temer que estas secuencias de soñar despierto duren el resto de la noche. (¡Pensar asusta!). Buceo en una maravillosa luz dorada sobre una penumbra de fondo azul oceánico, pero de gran nitidez.

Cierro los ojos. Escucho en la oscuridad: son gritos, voces, insultos, gruñidos, desorden mental.

Cierro los ojos. Completamente solo, transito a través de la niebla mientras amanece en una antigua calle peatonal, un bulevar en una ciudad completamente vacía.

Cierro los ojos. Planeo a gran altura sobre la Plaza de España (Madrid). Un sinnúmero de niños juegan y corren por todos lados. Son cientos; tantos, que ocupan el pequeño parque, las aceras y la calzada. Me digo que he de parar estas ensoñaciones compulsivas.

Cierro los ojos. Un escribano ejerce su labor bajo una bombilla mientras susurra una palabra: Roswell.

Merodeo por la frontera de la franja de Gaza y hablo con la gente que encuentro sobre Razan Al-Najjar. 11/6/20

 

dos mil dieciocho es otro año falto de luces (turbio)

donde sólo cave un llanto (fúnebre)

aun así intento —me esfuerzo— en decir (sinceramente)

a todos los viajeros del tiempo (perdidos)

que no vengáis nunca a esta poza de mundo (odioso)

donde los asesinos obran y medran (impunes)

apagando vidas como la de razan al-najjar (inmaculada)

—aún tan joven— con solo veintiún años de edad (eterna)

ella era natural de khuzaa (derruida)

—y ella— como enfermera palestina (voluntaria)

al sur de la franja de gaza (sangrienta)

fue asesinada prestando auxilio a un herido (inadmisible)

tras haberla acosado antes culmina el mal (siniestro)

—yo— sé bien que un instante de la vida de ella (ejemplar)

vale por todas las vidas mil veces reencarnadas (malditas)

de los verdugos del pueblo palestino (heroico)

 

mis ojos se empañan al ver tu rostro en flor

—va por ti, admirable razan

 

(5-6-18)

Continuará…

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IMAGEN

En el país de los huesos, Génesis, 112 x 55, copia >> Alias Torlonio

Alias Torlonio, David García. Pintor. Disléxico. Ermitaño. Bosquimano. Vegetariano. Íbero. Guerrero pacifista. Extraterrestre mientras no se demuestre lo contrario. Nombrado en 2018, 14o Rey Natural de los Gatos del Bosque. Se declara objetor de conciencia desde 1982, apartándose para siempre de la industria militar, el estercolero político y los infiernos religiosos.

Frases poco conocidas de de Alias Torlonio: El silencio pule el alma. Los malos son tontos, los tontos son buenos, los buenos son listos, los listos no tanto. La miseria viene de la mente; la abundancia sale del espíritu. Me da igual un traje a topos que un campo de minas.

Links: Artscad@AliasTorlonio   ;     Elmuseovirtual@AliasTorlonio

Descarga aquí de manera libre La aurora de los vampiros, de Alias Torlonio,

por cortesía del autor.

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