Por Armando Escandón
Pierre Gripari (1925-1990) nació y falleció en París, Francia. Entre su obra —poesía, cuento, novela y teatro— se cuentan más de 20 títulos. Sin embargo, una de sus piezas más conocidas es Los cuentos de la calle Broca (1967), este título fue adaptado a un programa de televisión y en Latinoamérica goza de mucha popularidad. En nuestro país fue transmitido por Canal 11.
El libro en cuestión tiene 10 cuentos: “La bruja de la calle Mouffetard”; “El par de zapatos”; “Escubidú, la muñeca sabelotodo”; “Historia de amor de una patata”; “El hada del grifo”; “Historia de Lustucru”; “La bruja del armario de escobas”; “La casa del tío Pedro”; “El príncipe Blub y la sirena”; “No-sé-quién, no-sé-qué o la mujer sensata”.
Dado que, físicamente, Pierre Gripari ya partió de este mundo, es imposible entrevistarlo en persona, pero como un servidor cree que buena parte de la esencia de los autores queda en sus libros, decidí hacer una serie de preguntas, que serán respondidas con la trascripción de algunos párrafos del “Prólogo” del libro Los cuentos de la calle Broca.
¿Qué es para usted la calle Broca?
“[…] la calle Broca es […] una depresión, una ranura, en el subtiempo de las tres dimensiones” (10). “Esta calle es curva, estrecha, tortuosa y encajonada. […] aunque cada uno de sus extremos desemboca en París, no es del todo París. Casi céntrica, pero en otro plano, subterráneo y al aire libre, y parece como un pueblecito. Para las personas que la habitan, esto crea un clima especial” (11).
Háblenos de esas personas, por favor.
“Primero, todos se conocen, y cada uno de ellos sabe más o menos lo que hacen los demás y en qué se ocupan, cosa excepcional en una gran ciudad. Además, la mayoría son de origen muy diverso. Yo he encontrado en esta calle argelinos, españoles, portugueses, italianos, un polaco, un ruso… ¡incluso franceses! En fin la gente de la calle Broca tiene algo en común: les gustan las historias” (11).
¿Qué tipo de historias prefiere?
“A mí las únicas historias que me interesan son aquellas de las que estoy seguro que desde el principio al fin no han sucedido nunca, no sucederán jamás, y no pueden suceder. Estimo que una historia imposible, por el solo hecho de no tener que justificar ninguna pretensión documental o ideológica, tiene todas las posibilidades de contener mucha más verdad que una historia simplemente plausible” (11-12).
Según leí, en su libro, en la calle Broca existe una tienda de ultramarinos que también hace las veces de bar. La atiende el Sr. Said, quien está casado con una mujer bretona y tuvieron cinco hijos —aunque usted sólo específica el nombre de cuatro: Nadia, Malika y Rachida, las chicas mayores; y el más pequeño de ellos, de nombre Bachir—. A dicho comercio asistía un individuo a quien llamaban “señor Pierre”, ¿nos puede hablar de él?
“Le llamaban señor Pierre. Era más bien alto, de pelo castaño, peinado como un erizo, los ojos marrones y verdes, y llevaba gafas. Siempre tenía la barba de dos días […] y sus trajes siempre parecían a punto de caer hechos pedazos. Tenía 40 años, era soltero y vivía […] en el bulevar Port-Royal.
No frecuentaba la calle Broca más que para ir al bar, pero iba a menudo y a cualquier hora del día. Además, sus gustos eran moderados: parecía alimentarse principalmente de galletas y chocolate, también de fruta […], todo esto acompañado de cafés muy fuertes con leche, o té con hierbabuena” (13).
¿A qué se dedicaba el señor Pierre?
“Cuando le preguntaban qué hacia, contestaba que era escritor. Pero como sus libros no se veían en ningún sitio, y menos en las librerías, esta contestación no satisfacía a nadie, y la población de la calle Broca se preguntó durante largo tiempo de qué podía vivir.
Cuando digo la población, quiero decir los adultos. Los niños, ellos no se preguntaban nada porque lo habían comprendido en seguida: el señor Pierre ocultaba su juego, no era un hombre como los demás, ¡era en realidad una bruja! (13-14).
¿Y cómo reaccionaban los niños ante el señor Pierre-bruja?
“Algunas veces para desenmasacarle, se ponían a bailar delante de él gritando:
—¡Vieja bruja de la nuez de coco!
O también:
—¡Vieja bruja de las joyas de plástico!
Inmediatamente, el señor Pierre se quitaba la máscara y se convertía en lo que era: ocultaba la cabeza en la gabardina, dejando sólo la cara al descubierto, dejaba resbalar sus grandes gafas hasta la punta de su nariz ganchuda, hacia muecas horribles, y se abalanzaba sobre los chiquillos con las garras fuera y una risita aguda, estridente, nasal, como podía ser la de una vieja cabra” (13).
¿La brujaba atacaba a los niños? ¿Cómo reaccionaban los niños?
“Los niños salían despavoridos como si tuvieran miedo. Pero, en realidad, no tenían tanto miedo como parecía, pues en cuanto la bruja se les acercaba un poco más, se volvían contra ella y le pegaban, y hacían bien, pues es así como hay que tratar a las viejas brujas. No son peligrosas más que cuando se les tiene miedo. Desenmascaradas y desfiadas, se vuelven más bien divertidas. […] Así pasó con el señor Pierre” (14-15).
El señor Pierre —de quien ahora sabemos su verdadera identidad—, según entiendo, les contaba cuentos a los niños. ¿Cómo fue ese proceso?
“Un día que el señor Pierre estaba sentado en el bar, acompañado, como siempre, de su café con leche y rodeado de niños, por propia iniciativa comenzó a contarles una historia. Al otro día, a petición de ellos, les contó otra, y los días siguientes otras más. Cuantas más les contaba, más le pedían. El señor Pierre tuvo que ponerse a releer toda la colección de cuentos que había leído desde su infancia, con el único fin de poder satisfacer a su público. Contó los cuentos de Perrault, de Andersen, de Grimm, cuentos rusos, griegos, franceses, árabes…, ¡y los niños seguían pidiéndole más!” (15).
¿Y ante eso, qué hizo el señor Pierre?
“Después de un año y medio, no teniendo nada más que contar, el señor Pierre les hizo una proposición: se reunirían todos los jueves después de mediodía, e inventarían juntos historias nuevas. Y si encontraban bastantes, harían un libro.
Así lo hicieron, y así vino al mundo este libro [Los cuentos de la calle Broca]” (15).
Entonces, específicamente, ¿cómo nacieron las historias del libro?
“Las historias que contiene no son, pues, sólo del señor Pierre. Han sido improvisadas por él con la colaboración de su público, y aquellos que no han creado jamás en estas condiciones, difícilmente podrán imaginar todo lo que los niños son capaces de aportar en ideas concretas, inventos poéticos y hasta situaciones dramáticas de una audacia algunas veces sorprendente” (16).
¿Hay algo más que quiera comentar?
“[…] no tengo más que decir, sino desear buena lectura a mis pequeños amigos de la calle Broca, de otros lugares, y de todas partes” (18).
Fuente consultada:
Gripari, Pierre (1983). Los cuentos de la calle Broca. Madrid: Espasa-Calpe.
4 comentarios
¡Maravilloso, en verdad! Me encantó esta biblio entrevista.
Gracias, César. Debemos crear literatura, pero también divulgarla.
Yo amaba la serie. Me encantó la biblioentrevista. Los pude visualizar perfectamente.
Gracias por leerme, Majo. Mi interés personal se centra en el trabajo de divulgación Te mando un abrazo.