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Por Víctor Hugo Pedraza
Nos separamos del mundo
para fundirnos en un solo sueño,
en una mirada luminosa.
Convertimos nuestras tristezas
en tiernas historias:
levantamos los ojos del suelo.
Resarcimos nuestros corazones
flagelados,
temerosos.
Hubo dolor,
amor,
hasta que llegó el silencio
para llevarse todo en sus palabras.
Ahora pago con el alma esa ausencia,
tal vez,
en mí,
sean cargados errores ajenos.
Despierto cada noche con la agonía de lo que no Es,
con la esperanza de Ser.
Regreso a la realidad,
miro que ya no estás:
ya no tus caricias,
tus pupilas,
el calor de tu cuerpo.
¡Con la noche, la lluvia llegó!