EL MONSTRUO

por Nidya Areli Díaz

Por Alberto Navia

Nosferatu, el mal absoluto. La fatalidad que no termina con la muerte, que va más allá de la eternidad. La transformación, el abandono de lo humano y el advenimiento del monstruo. El horror ancestral disimulado entre tradiciones e historias polvorientas y semiolvidadas pero tenaces.

Jure Grando, el vampiro croata, el primer caso de vampirismo debidamente documentado. Petar Blagojevich, el vampiro serbio cuyo caso es uno de los mejores documentados del siglo XVIII, su cuerpo muerto fue exhumado y encontrado incorrupto y con claras señales de vampirismo. Vlad Tepes, el muy famoso noble rumano del siglo XV que luchó contra la invasión de los otomanos con una inusitada saña y crueldad. Y cómo olvidar a la Condesa Elizabeth Báthory llamada “La condesa sangrienta”, personaje de la nobleza húngara que vivió entre los siglos XVI y XVII.

Funesta y arcaica, tal plaga ha hecho compañía a los aterrorizados humanos desde tiempos inmemoriales, y permanece vigente entre nosotros incluso en estos tiempos de alta tecnología y comunicaciones instantáneas. La era tecnológica no logró su erradicación sino que ella fue utilizada para evolucionar las vías de contaminación de la peste, así el vampirismo pasó de ser una fatídica asociación personal con uno de aquellos demoniacos seres a la infestación de la plaga por vías modernas. Guerras, virus, terrorismo, todo sirve para su mayor propagación.

En el año 1954 el escritor norteamericano de ciencia ficción Richard Matheson escribe su novela  Soy leyenda(I am legend), obra de terror y ciencia ficción que relata la vida de Robert Neville en un mundo post-apocalíptico en donde todos los habitantes de la Tierra han sido contaminados por una bacteria que ha convertido a la población mundial en vampiros. Neville es el único humano en el planeta que por razones insólitas no es afectado por la plaga mundial. Empero, aun cuando sano, su vida es terriblemente monótona y vive asediado por un grupo de vampiros que rodean su casa por las noches y entre los cuales se encuentra uno de sus anteriores amigos y compañeros de trabajo: Ben Cortman, quien todas las noches grita a su puerta, con voz plena de terrible furia: “Sal Neville”.

La vida de Robert Neville se debate entre la soledad, el tedio y el horror. Ha perdido a su esposa Virginia y a su hija Katy a causa de la crisis, quedándose completamente solo. Por las mañanas se dedica a buscar y eliminar a los vampiros que entran en una especie de estado comatoso mientras el Sol está presente. Intenta insistentemente encontrar a Ben Cortman para eliminarlo definitivamente y terminar con sus asedios nocturnos. Neville sigue las instrucciones que lee en un ejemplar del Drácula de Bram Stoker: ristras de ajos, estacas de madera, espejos, cruces son sus armas hasta que un día comienza a preguntarse ¿por qué? ¿Por qué esos objetos afectan a los vampiros? ¿Cómo reaccionaría un vampiro mahometano ante una cruz? Pero Neville es un hombre sin instrucción científica, así que su vida da un giro hacia la investigación. Comienza a usar sus días soleados para visitar bibliotecas y conseguir el conocimiento que le hace falta: Anatomía, medicina, bacteriología. Así, después de un tiempo descubre que se trata de una bacteria, una bacteria es la culpable de ese apocalipsis humano y, por tanto, existe la posibilidad de una cura. Sorprendido, se da cuenta de que existen dos tipos de vampiros: aquellos que han sido devueltos de la muerte por la infección y aquellos que han sido infectados sin morir.

Un día Neville encuentra a una mujer corriendo por el campo a plena luz del día, la lleva a su casa. Pasan la noche juntos pero Neville no puede librarse de la sospecha de la condición de la mujer. Cuando Neville se da cuenta de que la mujer está contaminada, ésta huye de la casa dejándole una carta en donde le advierte que la nueva especie está organizando su propia sociedad y que él debe ser eliminado, pues se ha convertido en el monstruo que los aterroriza y les mata mientras duermen.

No les contaré el final, así que tendrán que leer la novela de Richard Matheson si quieren enterarse del destino de Robert Neville. Es una obra espléndida y sorprendente, se los aseguro.

Es casi seguro que al leer el título de la obra de Matheson les recordó la película homónima de Francis Lawrence protagonizada por el actor Will Smith en el 2007. Al respecto les diré que, como suele suceder, ésta es una pésima adaptación de la novela Soy leyendaal cine puramente comercial. La película corrompe profundamente el sustento filosófico de la obra de Matheson, transformándole en un insulso film de acción. Así, la correspondencia entre la obra literaria y la película se reduce, tristemente, a la pura coincidencia del título.

Por último, quiero comentarles que el mundo post-apocalíptico de Richard Matheson se desarrolla entre los años 1976 a 1979, así que asómense cuidadosamente a la ventana, salgan con pertinente prudencia un momento a su puerta y asegúrense de no ser el último ser humano sobre la Tierra.

IMAGEN

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Alberto Navia Rivera nació en Real del Monte, Hidalgo, el 8 de abril de 1958. Poeta, narrador, ensayista y promotor cultural. Estudió la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha colaborado en Sombra del Aire desde su fundación en 2011, propositivo, inquisitivo y arriesgado.

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