“’Matar es fácil’, decía el protagonista de una novela que leí hace mucho. ‘Es más fácil de lo que todos creen’. Sin embargo, no sabes si puedes hacer algo hasta que lo intentas”.
Junio de 2022
—Como siempre, acá tienen mate amargo, mate dulce y galletitas integrales. Quiero bajar tres kilos antes de la fiesta. Si ustedes quieren comer otra cosa, para la próxima se la traen —dijo Graciela, riendo.
—¿Todavía no entendiste que a esta edad ya no bajamos de peso por más que nos matemos de hambre? —preguntó Claudia—. Querida, hay que disfrutar lo que nos queda.
La idea de organizar una fiesta de reencuentro para festejar los 50 años de egresados había surgido de tres exalumnos que conservaban la amistad.
—Va a ser flor de laburo encontrarlos a todos —comentó Claudia—. Y, Graciela, llevate ese sahumerio. Sabés que no los soporto.
—Siempre la misma quisquillosa, vos.
—Lo primero es poner una fecha aproximada —dijo Eduardo—. Para contratar un salón, hay que hacerlo con bastante tiempo.
—¿Habrá alguno que ya murió, aparte de Levrino y Oberti? —preguntó Graciela—. Andamos recién por los 67 o 68 años, pero también es posible…
—Una injusticia que esos dos fueran tan jóvenes —dijo Eduardo.
—Chicos, va a ser mucho para nosotros tres solos, y no es solamente localizarlos. Tenemos que llamar a algunos más para que colaboren —advirtió Claudia.
—Es lo que vamos a hacer. Por ahora, empecemos nosotros. Tengo el tríptico que nos dieron cuando nos recibimos. Veamos: Abadi, Graciela. Yo era la primera de la lista. ¡Si la habré ligado cada vez que los profes tomaban lección! “Abadi, al frente”. Y al último no le tocaba nunca.
—Decímelo a mí —contestó Eduardo—. Hasta la “C” llegaban seguro: Calvo también estaba cerca.
—Y yo estaba al medio, pero cada dos por tres me tocaba —dijo Claudia.
—Delgado, Susana —continuó Graciela—. ¡Quién diría que llegaría a tener tanta fama! ¿Vieron la última noticia? Parece que encontraron unos huesos humanos que podrían ser de un cementerio de más de 400 años. Están excavando. Ella es la directora del equipo. Y pensar que ni siquiera sabía qué iba a estudiar.
—Le vino bien tener un tío en la Capital para irse a estudiar allá. A mí jamás me habrían dejado irme a vivir sola por más que fuera para estudiar.
—Después sigue Díaz, Omar; Domínguez, Stella Maris, que está en Jujuy trabajando en una comunidad originaria, no creo que venga; Donato, Rolando…
—El “Rolo” —dijo Eduardo—. ¿Seguirá en Italia?
—Andá a saber… Fenoglio, María Elena y Fenoglio, Griselda, las mellizas…
—¿Se acuerdan cómo se hacían pasar una por la otra para confundir a los profes? Eran idénticas… siempre les envidié las pestañas a esas dos —rezongó Claudia—. Hasta en eso eran iguales.
—Fernández, Ana, de ella sé que está en Uruguay, ojalá pueda viajar; Fernández, Estela, a ella la podemos llamar para que colabore, hace la manicura en la peluquería de la nieta; Fernández, Gustavo… —Graciela se detuvo.
—Quién sabe qué habrá sido de su vida después de lo que le hizo Nájera —dijo Claudia.
—Creo que sigue con la herrería del padre, pero nunca más lo vi —comentó Graciela.
—Yo tampoco —dijo Eduardo.
—Le arruinó la vida —agregó Graciela—. Por algo fue que la familia se mudó del barrio después de eso. Y los Nájera ni siquiera se disculparon.
—Ni siquiera los ayudaron a pasar el trance —Claudia empezaba a indignarse—. La verdad, yo no le avisaría. Era intolerable… tengo tan malos recuerdos de él… nadie lo quería… ¿de qué le valían las buenas notas?
—Avisarle me da no sé qué cosa… entre la bronca y la impotencia —asintió Graciela—, pero desgraciadamente es de la promoción y no se lo puede dejar afuera.
—Bueno, chicas —dijo Eduardo—, Graciela, calentá el agua que este mate ya está frío. Más vale que sigamos con esto, que el trabajo que tenemos por delante no es poca cosa.
—Tenemos que invitar también a algunos profes. ¿Quiénes les parece? —preguntó Graciela.
—La de Química y la de Historia —dijo Eduardo—. Eran geniales.
—Sí, acuérdense que la de Química se jugó por nosotros con lo de Nájera —dijo Claudia.
—Y se jugó en serio. En aquella época los directores eran casi dictadores. Nadie se animaba a cuestionarlos.
—También podría ser la de Literatura —propuso Eduardo.
—Si es que siguen vivas. Imagínense que, si nosotros tenemos casi 70, ellas andarán por los 90.
Una vez que confeccionaron una lista provisoria, pensaron en la capacidad de los salones para fiestas que había en la ciudad.
—No tiene que ser algo demasiado grande —dijo Eduardo—. Me parece que la elección estaría entre Paradise, Cristal y Aramis.
—Tenemos que pedir presupuestos —agregó Graciela.
—Sí, calcular todos los gastos que habrá, y cuando les mandemos las invitaciones les decimos que nos confirmen y hagan el depósito en la cuenta de alguno de nosotros.
—Hay que pensar también en la decoración, el servicio de catering, una torta con una decoración especial, una mesa dulce, el champagne, la música…
—El menú puede ser sencillo, algo que coman todos —dijo Graciela—, pero también tener en cuenta que puede haber algún vegetariano…
—Vegetarianos vamos a ser nosotros si seguimos comiendo estas masitas con yuyos, Graciela —protestó Eduardo.
—Ya se los anticipé. Si quieren otra cosa, se la traen.
—En vez de hablar de comida, sigamos pensando. Va a hacer falta alguien que filme y saque fotos —Claudia tomaba notas de lo que iban enumerando.
Eduardo la interrumpió:
—Con más razón tienen que agregarse otros para trabajar, chicas. Yo puedo decirle a Pablo. Sabemos coincidir en el gimnasio.
—Y yo a Estela.
—Yo le aviso también a Enrique —dijo Eduardo—. Está en la concesionaria de autos con el hijo.
Al fin, elaboraron una lista con las tareas que debía realizar cada uno y acordaron la fecha de la segunda reunión.
*
Octubre de 2022 / MARTES
Como temía la doctora Farina, desde el momento del hallazgo del cuerpo la noticia se había difundido en las redes sociales y de inmediato se hicieron eco todos los medios de prensa. No había información oficial; sin embargo, la gente posteaba lo que había escuchado, lo que sabía y lo que inventaba. Así, se decía que el abogado había sido asesinado por el esposo de una de sus amantes; porque iba a defender al integrante de una red de narcotráfico; porque era pedófilo; porque estaba implicado en la trata de personas; por un ajuste de cuentas o una venganza por algo que había hecho. Cada uno agregaba un detalle hasta llegar a las hipótesis más inverosímiles. Para la Fiscal, resolver un caso de tanta importancia podía ser un jalón en su carrera hacia la Procuraduría de la Nación.
También el Suboficial Fernández tuvo que afrontar la curiosidad de su familia:
—Lauti, te vi en el Facebook. La vecina del frente se vino enseguida para contarnos. ¿Cómo fue?
—Mamá, sabés que no puedo decirte. ¿Y papá, dónde está?
—Tu padre se despertó con dolor y tuve que llamar a la enfermera, que le pusiera la morfina. Después no quiso comer, estuvo todo el día decaído. ¿Querés que lo llame a cenar?
—No, mamá, dejalo. Si duerme, es señal de que no tiene dolor. Además, ya sabés que cuando tiene esos bajones no hay nada que lo levante.
—Hijo, ¿no me vas a contar aunque sea un poquito? Te vino a tocar a vos este caso…
—Mamá, ya sabés que la doctora Farina tiene confianza en mí y más de una vez me puso a cargo de casos difíciles.
—Pero, hijo…, todo ese alboroto en la televisión y en Facebook y en Instagram… y salís en la tele en todos los canales…
—Mamá, cambiemos de tema. Ya sabés que es mi trabajo y que no puedo hablar de eso —pasó el brazo sobre los hombros de su madre y dijo—: veo que te compraste otro libro. Contame de qué se trata, así veo si me dan ganas de leerlo.
Continúa…
***
Trayectoria de boomerang 4
IMAGEN AL EXTERIOR
Tertulia errante >> Óleo >> Detritus
Liliana Fassi reside en Villa María (Córdoba, Argentina). Es Licenciada en Psicopedagogía, graduada en la Universidad Nacional de Río Cuarto (Córdoba, Argentina). Entre los años 2010 y 2018 publicó tres libros que recrean, con entrevistas y ficciones, la historia de la inmigración llegada a su país entre las últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Participó en diez antologías de cuentos editadas por instituciones culturales de Argentina y de Uruguay y recibió numerosos premios y menciones en ambos países. En 2023 tres de sus obras integraron una antología editada por la revista mexicana Sombra del Aire. Colabora con revistas digitales de Argentina, Canadá, Guatemala, México, Colombia, Ecuador y España. Es correctora de textos y fue prologuista de libros de autores de las provincias de Córdoba y de Buenos Aires. Actualmente, su obra aborda un amplio abanico de temas relacionados con la condición humana.