PROPAGANDO LETRAS EN PANDEMIA
Tras el espasmo tomó aire suficiente para llenar su alma de vitalidad. En su refugio, el cálido fuego comenzaba a apagarse conforme el viento entraba de golpe hasta el fondo de la cueva. Le esperaba fuera la torrencial lluvia y su enemigo: Telem-Ghoul. Aquel enorme ser, enfundado en su armadura color verde, le acechaba en algún punto. Todos habían caído a sus pies, excepto ella. In-Joy-Holtz, quien preparaba sus armas en dado caso que aquel guerrero se acercara súbitamente, rompiendo la cortina de lluvia con su enorme espada.
Armada con la espada que le heredara su padre al morir a manos de aquel guerrero, con runas escitas sobre sus hojas para protegerla, el escudo plateado heredado de su madre, el arco con flechas para invocar truenos desde el cielo, heredado de uno de sus maestros de combate, In-Joy-Holtz estaba lista para lo que fuera que le esperara.
Entre el dolor y los pensamientos en su cabeza, acarició su cabellera roja, la cual portaba sabiduría de su pueblo. No tenía experiencia suficiente para vencer a Telem-Ghoul, mas lo intentaría, por su honor y el de los suyos.
Deseaba un combate bajo el sol, pero le era más interesante cómo podría desenvolverse bajo la lluvia. De todas maneras, la muerte ya estaba esperándola fuera de la cueva. Tomó sus armas y salió al encuentro del guerrero. El calor manante de su espíritu hervía las gotas de lluvia. Alzó un grito de guerra para atraer a Telem-Ghoul. Éste respondió saliendo desde la profundidad de un agujero enorme debajo de ella. Asestó el primer golpe, pero In-Joy-Holtz pudo alzar a tiempo la espada para rechazarlo. A pesar de esto, la fuerza la envió al suelo.
Aquel caballero no era un simple asesino, no arremetió contra ella mientras se levantaba del suelo. Se desenvolvía bajo honor; tal vez, quien terminara con la vida de muchos de sus conocidos tenía motivos. Se levantó del suelo y miró al enorme guerrero frente a ella. Chocando su espada y el escudo, invitó a Telem-Ghoul a entrar en combate.
―No te limites… Pelea como con todos.
El guerrero realizó una reverencia y alzó su espada. Corrió hacia In-Joy-Holtz a toda velocidad. Hacerse a un lado era un buen plan para que el guerrero cayera hacia el abismo. Pero no cabía duda de honor en la joven. En sus ojos, se divisó un verde más profundo y arremetió contra el guerrero. Asestó un fuerte golpe al yelmo, que causó el trastabillar del gigante. Atacó las piernas y el sonido del metal fue estruendoso. Telem-Ghoul cayó. En un acto veloz, In-Joy-Holtz se armó con el arco, disparó una flecha hacia el ahora distraído caballero sobre el suelo. Un trueno fue invocado, mas éste no fue certero, lanzando a Telem-Ghoul hacia el abismo. Entre el estruendo y su grito, llegó una breve calma. In-Joy-Holtz suspiró, sabía que no era todo.
Una enorme roca emergió del fondo y golpeó a In-Joy-Holtz. Tras la roca, el ascenso del terrible gigante no se hizo esperar. Metal contra metal, la danza entre la vida y la muerte comenzó. Telem-Ghoul incrementó su fuerza. La joven poco a poco perdía el equilibrio y la presión sobre el mango de su espada. Asestó un último golpe para retirarle la espada a In-Joy-Holtz, quien luego se arrojó al suelo cubriéndose al mismo tiempo con el escudo. Telem-Ghoul no se detenía. En un instante aquel escudo se quebraría debido a los golpes. Tenía que pensar en algo.
De su cabellera roja surgió un atisbo de magia, infundiendo honor y fuerza a su cuerpo y, con un impulso, empujó a Telem-Ghoul, para luego levantar el escudo y golpearlo nuevamente en la cabeza. En repetidas ocasiones lo hizo. Telem-Ghoul buscó detener los golpes de la joven, pero el ímpetu mostrado no se lo permitía. Un último impulso. El gigante fue al suelo. In-Joy-Holtz corrió a donde su espada, la recogió. Sintió su fuerza emanar desde su cabellera y se arrojó hasta donde yacía el gigante. En ella había venganza.
La espada ni siquiera pudo aterrizar en la coraza de la armadura cuando el gigante levantó su mano derecha y golpeó a In-Joy-Holtz en el rostro, haciéndola caer a un costado. Incorporándose, Telem-Ghoul volvió al ataque, mientras que la joven rodaba tras cada aseste de la enorme espada. Tras conocer el terreno donde se desenvolvía, levantó el escudo y, bajo él, con ambos pies, nuevamente impulsó a Telem-Ghoul hacia atrás y, bajo ese mismo impulso, retomó la batalla con un golpe directo al yelmo.
Una fractura visible del elemento. Al fin In-Joy-Holtz tenía una leve ventaja. Alzó su espada y continuó los ataques a esa parte, aunque el ser enorme no se lo permitiría tan fácilmente. Cruzó una idea en su cabeza, al tiempo en que Telem-Ghoul con uno de sus brazos la empujaba hacia atrás, recuperando equilibrio y terreno. Era el momento.
Nuevamente In-Joy-Holtz se armó con el arco y disparó una flecha hacia el suelo donde pisaba el gigante. Un trueno esperanzador estalló segundos después y el ruido se fundió junto a la lluvia. Ambos contendientes, debido al impacto, fueron proyectados a otras partes del terreno. Una parte de la cueva se quebró, la montaña sufría daños y estaba por colapsar. El destello del trueno dejó sin visibilidad a In-Joy-Holtz. Cegada, se incorporó mientras blandía la espada al mismo tiempo, evitando un ataque sorpresa de Telem-Ghoul.
Llegó una extraña calma al lugar.
Antes de reestablecerse la mirada de la joven, el gigante emergió de la nada y de un golpe envió a la endeble In-Joy-Holtz al suelo. Al caer, su fuerza menguó. Sintió el dolor segundos después, cuando el enorme ser enterró su espada en su hombro izquierdo, haciéndole soltar la suya. La magia abandonó su cabellera roja. La vida le abandonaría en instantes.
Telem-Ghoul retiró la hoja del hombro de la chica. Ella emitió un breve gemido, no era una herida para preocuparse. El gigante aún quería combatir, aquello era sólo una advertencia.
―Te dije… que no… te limites… Ya no… tengo… más… tiempo…
La abertura del yelmo fue evidente. Telem-Ghoul mostraba la mitad de su rostro. El guerrero era una mujer de ojos completamente oscuros. La maldad no habitaba en esa profunda mirada, era más bien una tranquilidad imposible de describir. Incluso, de ella manaba una extraña represión.
In-Joy-Holtz volvió al ataque, esta vez con menor velocidad, pero con un ímpetu impresionante hacia la capa restante del yelmo. Dio en el blanco.
Telem-Ghoul la arrojó a un costado. La joven trató de incorporarse hasta que sintió la pesada mano del gigante bajo su hombro, empujándola al suelo. In-Joy-Holtz quería levantarse, mas el gigante lo impedía.
―¡Déjame seguir! ¡Déjame seguir! ¡Es lo único que te he pedido!
La rabia inundó su ser y la magia de su cabello lo encendió. Volteó a ver a Telem-Ghoul. El rostro de la gigantesca mujer tras la armadura lo decía todo: de sus oscuros ojos se asomaron lágrimas. In-Joy-Holtz, en su encendida furia y nuevo poder, retiró la mano del gigante y reinició el ataque con su espada, hasta quebrar parte de la armadura de Telem-Ghoul, quien no respondía los ataques.
Bajo las últimas fuerzas, el último aseste brutal descendió al femur de Telem-Ghoul, atravesando la carne. In-Joy-Holtz vencería, se armó con el arco, sacó una flecha más, la apuntó al rostro de su oscura enemiga que continuaba rompiendo en llanto…
***
Sobrecalentamiento del sistema
El mensaje fue transmitido a través de la pantalla donde una batalla se estaba librando. La simulación se detuvo antes del último golpe al avatar de In-Joy-Holtz. Adela, preocupada, insertó algunos comandos, pero las alertas se encendieron por todo el lugar. Corrió por los pasillos. Era su experimento, nadie más podía saber lo que estaba haciendo. El cuarto de máquinas se inundó de los sonidos de alerta con más frecuencia. Al abrir la compuerta, encontró a su amiga Siria, batiéndose en estertores y desconectándose de las terminales de red, ahora parte de su cuerpo. La piel hervía en fiebre. Sus ojos, desorbitados y perdidos en algún punto entre la realidad y la ficción vagaban… y ya no hablemos de su mente y cordura.
La transferencia no llegó a completarse. El experimento había fallado. Salvar el alma de Siria no sería posible. Intentó reconectar los cables a su cuerpo, hasta que, con mano dura y una profunda mirada, Siria detuvo a Adela.
―Hiciste… lo que pudiste… déjame ir…
Adela se negó a hacerlo. Compañera de trabajo e investigaciones. El cáncer la obligó a ser el conejillo de indias para transportar su ser a un avatar animado en una realidad virtual y así vivir por siempre en una simulación. La vida eterna se encontraba en sus experimentos. Probar su valor era la cuestión. Poco a poco las alarmas fueron silenciadas y la vida dejó a Siria. Adela comenzó a apagar los sistemas, recostó a su amiga en el suelo tras desconectarla de todas las terminales. No sin antes observar a In-Joy-Holtz en aquella pantalla de simulación, con cierta calma, sosteniendo en su mano la cabeza del temible guerrero Telem-Ghoul…
IMAGEN
Pallas Athena >> Rembrandt., Leiden Países Bajos, 15 de julio de 1606 – Ámsterdam, Países Bajos, 4 de octubre de 1669.
Jezreel Fuentes Franco (Lord Crawen) nació el 29 de Junio de 1986 en la Ciudad de México. Estudió Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional; desafortunadamente, su pasión por la literatura y la música lo lleva a formar parte del taller de creación literaria impartido por el profesor Julián Castruita Morán y del taller de creación literaria impartido por el profesor Alejandro Arzate Galván. Participante de Concursos Interpolitécnicos de Lectura en Voz Alta, Declamación, Cuento y Poesía. En 2014 fue finalista del Concurso Interpolitécnico de Declamación. Participó en 4 obras de teatro de improvisación, las cuales fueron presentadas en los auditorios de la Escuela Superior de Ingeniería Textil y en el Cecyt 15. Ha realizado ponencias en eventos de “Literatura del horror” en el auditorio del centro cultural Jaime Torres Bodet. Publicó algunos trabajos para el portal electrónico “El nahual errante”. Actualmente, se desempeña como ingeniero de procesos de T.I.