ELEKTRA

por Nidya Areli Díaz

Por Nidya Areli Díaz

AQUÍ TODAS SOMOS IGUALES. ¡QUÍTATE, PERRA! ¡¿QUÉ TE CREES?! ¡ESTE ES MI LUGAR! NO VOY A DECIRTE LO QUE TIENES QUE HACER PERO DEJA DE JODERME Y BÓRRATE.

ESTOY HASTA LA MADRE DEL RINCÓN QUE ME DEJARON DONDE NUNCA PESCO NADA. A MÍ ME VALE UN PITO LO QUE AGARRES O SUELTES, YO SIEMPRE HE ESTADO AQUÍ Y VAS Y CHINGAS A TU MADRE CON TU RINCÓN. Elektra no necesitó vociferar para mostrarle a su madre quien era quien. Ella y Orestes supieron muy bien lo que era el derecho paterno. Porque el amor al padre siempre es más fuerte que el que se da a la madre. La Erinias se equivocaban, estaban muy brutas por defender emperradamente a Clitemnestra. Mira que la que es puta es puta, y tiene garras también, y jadea, y se sabe mover en todas partes.

NO HE TENIDO MÁS QUE TRES CLIENTES EN TODO EL DÍA. TRES PINCHES MUGROSOS BORRACHOS. DÉJAME POR FAVOR QUE ME QUEDE AQUÍ. A Sasha le da igual lo que a la otra le apure. Ella tiene sus propias broncas y no se anda por las ramas por un chiflido al corazón; además más vale la puta que te parió que por el amor de Dios. La otra escupe su chicle en el asfalto, se da media vuelta muy francamente encabronada y se retira con lo poco que le queda de dignidad. HIJA DE PERRA, ME LAS VA A PAGAR; PINCHE GÜILA MAMONA… Pero Clitemnestra no amaba a nadie…, ni siquiera a Egisto; la adúltera nada más lo usó para chingarse al Agamenón.

Afortunadamente para la agredida la venganza llega pronto. Un par de chotas han pasado a atorar a la Sasha mientras la otra, a salvo, contemplaba y se burlaba desde su esquina oscura. SEGURO LE QUITARON TODO. ¡JA! ESO TE PASA POR PUTIZORRA. ¿Cómo le daría Elektra la noticia a Orestes?, ¿en qué oscuro callejón quedarían atrapados los hermanos ante la ofensa al padre? El padre es sagrado, el padre es sagrado… la madre no puede faltar al padre. La puta contempla gozosa los billetes escasos que ha obtenido de los tres borrachos mugrosos que, consecutivamente, han solicitado sus servicios de las 9 a las 11 de la noche. De ahí en fuera no ha habido nada. Toda la tarde y nada. La mitad de la madrugada y nada. Dependiendo del sapo es la pedrada, pero estos sapos estaban muy pinches; eran sapos —no vacas—, sapos flacos.

—Hermano, el honor de nuestra sangre es injuriado. Nuestro padre muerto está por nuestra madre y su amante. ¡No podemos permitir que la sangre sagrada de nuestro amado padre quede sin venganza!— Elektra camina seductora hasta la acera para reírse mejor de la vencida. Un Ferrari al costado le detiene el paso. Ella sonríe, siempre lasciva, siempre carrasposa. Se toca las nalgas excitada, sabe que este puede ser El Cliente del día. ¿CÓMO ME VES, MI AMOR, JUGAMOS UN RATITO? El tipo del coche, calvo y sesentón pero con ropa fina, le abre la puerta. ¡YO SABÍA QUE ESTA ERA MI NOCHE! Voltea victoriosa a sonreírle a la Sasha ceñuda. BUENAS NOCHES, MI REY. ¿A DÓNDE ME VAS A LLEVAR? AL CIELO, CHIQUITA. TE VOY A DAR LO QUE TE GUSTA… Y DIME SEÑOR JUEZ, PUTITA, QUE PARA ESO SIRVO A LA NACIÓN. ¡AY!, MI SEÑOR JUEZ, YO TAMBIÉN LE VOY A DAR LO QUE USTED QUIERA. Elektra le sobaba la calva pulcra al juez.

Los tórtolos cruzaron la avenida de extremo a extremo. Elektra no pudo ocultar su desilusión  cuando aparcaron el auto en un hotelito pinchurriento y pasaron a una habitación sin identificarse  en la recepción. ¡QUÍTATE ESA FALDA DE PUTA Y LOS CALZONES!, ordenó el señor magistrado. La aludida obedeció ya sin coqueteos y sin preguntar nada. ¡HÍNCATE SOBRE LA CAMA!, vociferó otra vez el patrón. LA GÜILA SE PUSO SOBRE CUATRO PATAS. El juez quizo penetrarla frenético, pero la cosa amorfa, flácida, no le respondió; luego cogió la corbata y estranguló a la puta. SABÍA QUE NO ERA UN BUEN DÍA, pensaba ella mientras sentía el peso grasoso del calvo. Las Erinias argumentaron en juicio sumario que si bien el padre es sagrado, es más sagrada la madre. Uno no puede estar completamente seguro de quién es su padre, uno no mira cómo lo engendran, no verifica su origen; en cambio, no se duda de la madre. De la madre nace uno sin discusión alguna. La madre es más sagrada que el padre. El derecho materno domina sobre el paterno. Si Elektra entonces fue absuelta, pues los dioses se dejaron llevar por el amor a Agamenón, ahora estaba perdida, irremisiblemente muerta bajo el peso de la justicia.

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