RITMO DE LAS LETRAS
Por María Pérez
Cada escritor tiene un ritmo, es una cadencia la que lo atrae, la dotación sonora suele variar pero hay un estilo que persiste entre sus gustos; imagino que Alejo Carpentier escribe a ritmo de jazz, con ese swing. Su improvisación toma elementos barrocos y conforma una escritura de largos fraseos, él enriquece la forma habitual de una novela con elementos históricos, que exponen y desentrañan del olvido los tratos entre esclavos y amos, entre magia y justicia, entre independencia y sometimiento.
Muy emocionada agrego a mi cama de libros, a mi sala de lectura horizontal, El reino de este mundo. Ese ritmo en la prosa de Alejo Carpentier, escritor cubano, está presente en esta obra donde importantes momentos dan origen a la primera independencia en el mundo alcanzada por esclavos, la de Haití.
En la cama de libros se sienten dos esencias de la novela: una rescata hechos verdaderos y la otra mantiene el vigor mágico de los personajes, apegados a las costumbres traídas de pueblos africanos. Te cuenta sobre un territorio de lo real maravilloso, donde los actos se hacen con fe. Para distinguir ese rasgo de lo real maravilloso: la fe, Alejo Carpentier pone como ejemplo a Van Gogh, dice que él tenía fe en los girasoles, los contemplaba y como resultado, esa fijación hizo posible una obra pictórica de enorme belleza; en el caribe el hombre pone su fe en lo sobrenatural, cree en los milagros, por ese medio busca la libertad y muestra otro mito.
La naturaleza del lenguaje sincopado de Carpentier crea mundos imposibles para nuestro estilo de vida citadino, lo que nos propone es una fantasía, pero es posible ya que lo real puede ser maravilloso. Tu cama de libros va a sudar cuando leas lo extravagante de la temática, en verdad inverosímil y sin embargo cierta, el escritor se documentó para escribir la obra, la cual comienza en 1943 y publica en 1949. No fue nada sencillo retratar ese mundo, pero su búsqueda de nuevas tesituras sonoras lo llevó a las danzas, al incienso, los tambores, el canto y las oraciones que forman parte del ritual que busca desesperado la libertad, siempre sojuzgada por una obsesionada reina: la esclavitud. La obra te lleva por lo profano, el Vudú y la ilusión de un reino ajeno, donde la persistente acción del personaje principal hace entrañable su historia.
Ti Noel, Mackandal, Henri Christophe y demás personajes están hechos de voces profundas, de raíces autóctonas, justo en el contexto de las vanguardias latinoamericanas. Ti Noel reposa a ratos entre mis almohadas y yo me deleito con los claros atributos de lo real maravilloso que el autor va acomodando, esos detalles descriptivos sobre algunos rasgos culturales que integra a la ficción. En la novela también se presenta la vida fracturada de todos ellos, seguro tú te conmueves con su historia, te introduces a esa espesa irracionalidad del hombre que esclaviza, castiga, golpea, viola, intimida, quema, azota y comete todo tipo de vilezas en contra del hombre que llegó de África, en contra de todos nosotros.
El reino de este mundo es una novela que te hace poner los pies sobre la tierra al mostrarte como es una vida en esclavitud; al revelarte que en el otro reino, el celestial, los sitios ya están designados. Así que vas a dudar de lo que haces, ¿en serio vives tu independencia? Vas a dudar de tu sufrimiento ¿en serio sufres? Y lucharás con tu manera de subestimar lo que tienes. Ahí, en tu cama de libros, vas a comprender que no eres un esclavo, tampoco un revolucionario, tan sólo un ciudadano de este reino que gusta de escuchar jazz y deleitarse con una buena lectura. Disfrútala.
1 comentario
Definitivamente que coincido, Los pasos perdidos de Carpentier tambien tienen ese Beat del que hablas, incluso no da chance a descuidarse para no dejar de leer en momentos muy precisos de la novela, prosa muy musical. Exquisita.